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lunes, 22 de diciembre de 2014

CAPÍTULO 21: EL PAÍS DE LOS 1000 LAGOS

ETAPA 21: ROVANIEMI-VIITASAARI 


Distancia total ruta:  500 kms

Tiempo total:   6 horas

Ciudades visitadas:   2

Paradas:  3

Consumo medio:    4,24 l/100


Después de una noche totalmente soleada y bajo el cálido abrigo de la chimenea, nos levantamos en nuestra mansión de ensueño con plenitud de energías. Sin duda, el de ayer fue un día rodeado por el estigma de la decepción al no poder llegar a conocer a Santa Claus, el cual se unió al desértico aspecto de las instalaciones. Sin embargo, siempre viene bien para elevar la moral abstraerse dando un paseo y descansar en una morada tan confortable como esta. Estamos tan cómodos que mientras desayunamos nos planteamos por primera vez en nuestro viaje, la idea de permanecer en este lugar un día más en este paraíso lapón. Tenemos un día comodín todavía disponible (el otro lo quemamos en Stavanger) y la verdad es que el precio de la estancia aunque elevado merece la pena, así de paso, podríamos reponer fuerzas para lo que nos queda de viaje. 

Tras 8000 kms de aventura no nos vendría nada mal un break, el pasar de los kms se va haciendo sentir en nuestros cuerpos: M Carmen se queja bastante de las rodillas y el culo, no es para menos, dada la menor comodidad que sufre el acompañante en este tipo de viajes. Yo sin embargo, me quejo más del cuello y hombros, por la constante tensión de nuestras etapas en mi constante lucha contra los elementos. La lluvia y sobretodo el frío han sido nuestros peores enemigos en esta aventura, llevándonos al borde de la rendición en muchas ocasiones, por la hipotermia, por el cansancio, el miedo a caer, etc. A pesar de ello, juntos, hemos sido capaces de salir airosos de innumerables contratiempos y dificultades, juntos  hemos llegado hasta aquí, y juntos llegaremos al final de nuestro viaje, completando la Vuelta a Europa en moto.

El desayuno transcurre con esta y más reflexiones sobre la historia de nuestro viaje, una aventura que vamos escribiendo km a km. Tras mucho recapacitar decidimos retomar este viaje y dejar para más adelante el día de descanso, pero no vamos a irnos de este bello lugar sin disfrutarlo un poco más. Así sin más dilación, nos permitimos el lujo de hacer esperar a Santa Claus mientras vamos a dar un agradable paseo por nuestra finca haciendo fotos de todo, casi como si de nuestra casa se tratara. 

De casualidad, descubro en uno de los armarios dos chalecos salvavidas. Inmediatamente, y eso que es temprano, mi mente los relaciona con el lago que tenemos cercano a la casa y que se llama (según me dijo Helena) Vikajarvi.

- M Carmen, ¿vamos a dar un paseo en barca antes de irnos? - le digo a mi novia entusiasmado.
- Rafa, no se, déjate a ver si nos va a pasar algo y verás luego - responde ella titubeante a la vez que extrañamente temerosa.
- Venga cielo, animate, ¿Cuando tendrás la oportunidad de repetir una experiencia así? Vamos a descubrir los lagos de Finlandia desde dentro. 

Ella acepta a regañadientes y se deja llevar por mi, quizá por verme más decidido, por una vez, a hacer algo diferente. Nos vestimos con ropa moteraNada más salir volvemos a sufrir la horda infatigable de mosquitos que vuelven a la carga con insistencia haciéndose molestos hasta el extremo. Así que, casi a la carrera, nos dirigimos hasta el embarcadero de la orilla del lago, con la clara intención de explorar las especulares aguas del lago Vikajarvi. Aunque M Carmen no parece muy convencida.


- Rafa, dejalo, a ver si nos vamos a caer al agua y entonces verás
- M Carmen, y ¿Que esperabas?¿un crucero?¿socorristas de lago?Esto es lo que hay, una barca, un lago y la posibilidad de hacer algo diferente. Dar una romántica vuelta en barca por este lago, ¿De verdad, no te atrae la idea?

A M Carmen no parece hacerle gracia mis argumentos, se empieza a cabrear por momentos, y no tiene muchas ganas de cosas raras, se le nota en la cara. Sin embargo, la convenzo para que me siga una vez más. Cojo la barca, le doy la vuelta, y la acomodo, en la orilla del lago para empezar nuestra travesía. Debo decir que no me extraña que M Carmen tenga tanto recelo, la embarcación es de fibra de color beige, con un aspecto algo frágil la verdad. Me monto con sumo cuidado, me hago con los remos y me coloco en posición para estabilizar la "nave", a continuación sube mi novia con muchas dudas para iniciar nuestro particular crucero. 



Es curioso, pero las dudas iniciales de M Carmen se disipan en cuanto nos alejamos de la costa, a la vez que la horda de mosquitos deja de atacarnos vorazmente. Precisamente, en ese instante ella se relaja y empieza a disfrutar de este pequeño viaje por las tranquilas aguas del lago. Poco a poco la tensión entre nosotros desaparece y por fin disfrutamos de un buen momento juntos, acompañado de sonrisas cómplices. No sabría muy bien como describirlo, pero al hacerme con los remos es como si llevará toda la vida  usándolos, cosa que extraño algo a mi acompañante. En fin, supongo que de mis años mozos en el Norte de España se me ha pegado algo de espíritu marinero, ¿quién sabe?, a lo mejor el mismo que me ha llevado hasta aquí. Mi navegante, aprovecha para mudarse de papel y pasar a ser nuevamente la fotógrafa oficial de Euro-Diversion 2013, como otras tantas veces, coje su Canon y realiza un buen reportaje de la inmensidad del lago Vikajarvi, tan sólo al alcance de su belleza. De pronto, en mitad de aquellas aguas me siento de nuevo en un profundo sentimiento de soledad y abstracción me embargan, tanto que no si se vamos en barca o en moto sobre las aguas. El solo sonido de la fina brisa y el de tu respiración interrumpen el normal discurrir de la naturaleza, con la que llegamos a una extraña comunión. Casi da reparo habla para no estropear la estampa de un bello amanecer reflejado en las cristalinas aguas del lago Vikajarvi.





Tras las fotos llega la hora de las despedidas, sin duda lo único que no echaremos de menos de esta casa serán los mosquitos, si, en cambio, las instalaciones y el trato amable de nuestra anfitriona, el cual nunca olvidaremos. Tras recoger la casa, para evitar la famosa tasa de 50 euros, procedemos a vestirnos antes de salir al exterior. Antes de hacerlo hacemos unas fotos de recuerdo de esta verdadera mansión en Laponia.







 Ya sólo nos resta acomodar nuestras alforjas a la moto y meter el contenido de nuestro cofre de nuevo en su interior. Una maniobra rutinaria, pero que con el incordio de los mosquitos se hace eterna y molesta, desde luego que cinco minutos más largos, quizá los más largos de la aventura.

Nos vamos de nuevo con la casa a cuestas para la Aldea de Santa Claus, no sin antes entregar las llaves en recepción. Nos despedimos de Helena, la cual nos desea suerte, sin poder evitar comentarle la excelencia de su casa, sinceramente, nos pesa tener que marcharnos de este pequeño edén a orillas de Vikajarvi, pero no nos queda más remedio que proseguir con nuestra aventura.

Tras unos kms de camino por carreteras limpias de tráfico llegamos de nuevo a la aldea. 



-¡Maldición! ¿otra vez cerrado?¿Pero esto que es? - espeto a los cuatro vientos.
-Rafa, calla, mira allí hay unos coches - me señala mi novia

Nuevamente mi navegante no se equivoca, hay signos inequívocos de vida humana en la aldea, creo que por fin podremos cumplir nuestro objetivo. Sin embargo, tenemos ante nosotros un dilema importante: Tenemos la moto cargada hasta los topes, y hay que dejarla aparcada lejos de nuestro vigilancia ¿Quién se queda custodiándola?. Al igual que en Versalles la situación es complicada, ya que ambos queremos disfrutar del encuentro con Santa Claus, pero tampoco queremos que los amigos de lo ajeno nos estropeen o comprometan la aventura. Tras unos minutos de divagaciones llegamos a la conclusión de que la mejor idea es que los dos nos vayamos al encuentro con Santa. Sin duda, en la toma de esta decisión pesa las numerosas muestras (Como en el Trollstigen) que hemos encontrado en nuestro viaje de que los nórdicos no son muy amigos de lo ajeno. Aún así decido ponérselo difícil ocultando el Falco Stradale y candando nuestros cascos a la moto, del lugar me llevo el dinero, y la cámara de fotos. Lo único que queda al aire es el GPS (por mi que se lo lleven, no funciona), los cascos, una mochila con herramientas y nuestras alforjas. Espero que la apuesta nos salga bien, ya que en las alforjas están las cosas menos valiosas pero quizá más necesarias como ropa y cargadores.   

Con la moto a buen recaudo y con las instalaciones vistas en el día de ayer, nos disponemos a ir derechos al edificio central del complejo que parece ser la casa de Santa Claus. En su umbral esta la advertencia de no poder grabar ni tomar fotos del lugar, supongo que para conservar la magia del sitio. Nosotros como siempre, hacemos caso omiso para poder compartir con vosotros estos momentos. Así que de manera discreta cojo mi casco y pongo mi GoPro a grabar de forma discreta, ambos nos miramos y respiramos hondo, estamos muy nerviosos, una fuerte emoción nos embarga al cruzar esa puerta, ¿Qué nos aguardará?

Al cruzar observamos un edificio oscuro con una tenue luz roja, un estrecho pasillo guía nuestros pasos por un suelo cristal que hace las veces de hielo, sobre el circula una intensa niebla. A pesar de la oscuridad es perfectamente posible continuar caminando por el sendero de "hielo" sin problemas. Con los pasos nos vamos abriendo cada vez más a la realidad, sin salir del halo de oscuridad, de extraño lugar que parece ser el sitio exacto donde se controla el giro de la Tierra, como así demuestran la marcha de numerosos engranajes. Al poco tiempo, el pasillo se ensancha y nos vemos a los pies de una escalera cubierta por una gran alfombra roja, subimos los tramos de la misma a la vez que nuestra expectación y nerviosismo se elevan. Al terminar de subir nos encontramos con una cola de unas diez personas, por lo que parece hemos llegado a la antesala para conocer, por fin, a Santa. Mientras hacemos la cola, M Carmen no deja de llamarle la atención a un turista japonés supuestamente despistado.

-Oye, tu para atrás - Le indica ella indignada
-¿Que ha pasado? - Le pregunto totalmente desconocedor de los ocurrido
-El japonés este que se quería colar, entre sonrisitas, ¡a mi me la va a dar!
-Que raro los japoneses son muy educados.
-Pues este se perdió las clases - Responde M Carmen con ironía.

Tras unos minutos llega nuestro turno, debo reconocer que me encuentro nervioso e ilusionado como un niño. Desde que comenzó esta aventura entregar las cartas de los niños de SOS Aldeas Infantiles y nuestros sobrinos se había convertido en una de las misiones principales de nuestro viaje. Salvando las distancias con la conquista del Fin del Mundo en Nordkapp, una emoción difícil de describir nos embarga, ha llegado la hora de conocer a Santa Claus





Es curioso decir esto, pero sentado a su lado me sentía como volviera a ser niño otra vez, la agradable y extraña sensación de conocer a alguien tan importante para los niños ha convertido en mágicos los pocos e intensos minutos que hemos estado junto a Santa Claus. Les entregamos las cartas de los niños ¡Misión cumplida! 

-Rafa, ¿Lo has grabado? - Me pregunta M Carmen al salir de la habitación
-Todo - sentencio

Al finalizar la visita, M Carmen y yo descubrimos porque visitar a Santa Claus es gratuito: Resulta que durante la visita te filman y te hacen fotos con una cámara profesional, para mostrártelas posteriormente y ponerte los colmillos largos. Y claro, de esta forma es fácil caer en la tentación de llevarte un recuerdo de este encuentro tan singular, al menos, para mostrársela a nuestro sobrinos. Las seis fotos nos salen por 30€, bastante caro la verdad, pero supongo que no se puede poner precio a la ilusión de unos niños que cuando volvamos querrán saber si hemos conocido a Santa Claus, ¿verdad?

Cuando pagamos las fotos, preguntamos a la elfa de Santa por una compañera suya que sabemos, por internet, que es española y se llama Cristina. Nos indica que está en la oficina postal, así que esa será nuestra nueva parada antes de irnos de la Villa de Santa Claus.

No sabemos el aspecto de esta muchacha, pero al menos sabemos que trabaja y donde está. En la Oficina Postal tan sólo se encuentra una elfa trabajando, así que no ha sido difícil encontrarla. 





-Hola, ¿eres Cristina? - pregunta mi novia
-Si, ¿De donde sois? - pregunta ella sabiendo ya, al menos, nuestro país de procedencia.
Mi novia nos presenta - Yo soy de Badajoz y mi novia de Córdoba.
-Yo soy de Cataluña, ¡Que alegría encontrar a alguien con quien hablar en castellano! estaba un poco harta de usar el ingles y el finlandés - nos dice mientras resopla y atiende a unos turistas galos.
-Bueno y ¿Cuantos idiomas hablas? - pregunto en la lejanía.
-Seis: Ingles, Francés, Italiano, Finlandés y por supuesto, Catalán y Español - nos contesta ante nuestro asombro
-Cristina, teníamos ganas de conocerte desde que descubrimos en internet que aquí trabajaba una elfa española - le dice mi novia. 
-¿En serio?, no me lo puedo creer. No sabía que en internet eran tan famosa - responde ella estupefacta.
-Bueno, y ¿Como te encuentras aquí en Rovaniemi tan lejos de casa? estarás un poco harta de tanta Navidad, ¿no?
-Que va, para mi es la mejor época del año y aquí la tengo todos los días, además me encantan los niños, así que en lo que a mi respecta estoy en el mejor trabajo del mundo. 
-¿Y no echas de menos España?
-A veces hecho de menos a mi madre, pero de vez en cuando o viene ella aquí o voy yo para allá, lo llevamos, bueno ¿Qué os trae por aquí?
-Le hemos dado a Santa Claus unas cartas de nuestros sobrinos y de los niños de SOS Aldeas Infantiles de Madrid y ahora queríamos que hacer para que les responda.
¡Hablar conmigo! veréis Santa Claus intenta responder y complacer todos los que le escriben, pero recibe al año más de 16000000 de cartas de más de 198 países del Mundo, por eso estamos los elfos, para ayudarle. Nosotros leemos con él y contestamos todas las cartas que podemos. En vuestro caso, y como me habéis caído muy bien, se la haré llegar para que la responda personalmente. Además le diré que tenga un detalle especial con vuestros sobrinos.
-¿Un detalle?¿Cuál? - Pregunto intrigado.
-Les suele mandar a los niños que han sido buenos un calendario del año próximo con una receta de postre típico de Laponia, ¿Qué os parece?
-Que estamos deseando que sea Navidad - decimos M Carmen y yo al unísono.

En ese instante, Cristina toma la iniciativa y nos pregunta como dos españoles han ido a parar al mismísimo Polo Norte para entregarle, en persona, unas cartas de los niños de España tras 8000 kms de aventura. Yo le explico que estamos realizando una Vuelta por Europa en Moto con la intención de unir el punto más al Sur con el punto más al Norte de nuestro continente. A Cristina, inmediatamente se le ilumina la mirada.

-¿No me puedo ir con vosotros? Los países del Este no los he visitado - dice entre las risas de todos. Desafortunadamente, llegan más clientes y hay que atenderlos, por lo que Cristina se va de nuestro lado. No sin antes desearnos feliz viaje.



 Damos una vuelta por la Oficina Postal de Joulupukin y nos sentamos a descansar un momento en una salita de sillas enanas, todo decorado con motivos navideñas hasta el extremo. Sin embargo, lo que más nos llama la atención es una pizarra con algunos datos de interés.


Resulta que anualmente se reciben en la Aldea de Santa Claus un total de unos 16 millones de cartas de 198 países del Mundo. Por países, los que se acuerdan más de Santa Claus, por orden, son: los italianos, británicos y los rusos. España no está ni entre los 10 primeros lo que demuestra que es nuestro país somos, quizás, más seguidores de los Reyes Magos. También llama la atención que la propia Finlandia no esté entre los primeros, sea como fuere este es un lugar de ensueño para los chavales y a pesar de la larga distancia que nos separa de nuestro país recomiendo su visita, pero en Navidad, que seguramente estará más bonito con su nieve y todo. En verano, por desgracia, es como si hubiera una guerra no hay casi nadie en sus instalaciones. Aunque visto de otra forma, no me quiero imaginar la cola para ver a Santa en invierno, estoy seguro que cada persona puesta en fila india daría como para llegar al Cabo Norte desde aquí. 

Terminamos la visita con el deseo de ver a los famosos renos de Santa con la clara intención de hacer fotos para nuestro sobrinos. Pero desistimos al comprobar que ir a verlos se hace mediante una excursión por 10€ por cabeza, algo caro para ver algo que se puede ver gratis en cualquier punto de las carreteras de Escandinavia, sobretodo una vez superado la línea del paralelo 66 del Círculo Polar Ártico.


Salimos de la Aldea y oficialmente hemos cruzado la línea del Círculo Polar Ártico, para celebrar nuestra salida del Polo Norte el sol baña nuestras caras y recarga nuestras pilas. A pocos kms se encuentra el Santa Park, un pequeño parque tematico en honor del habitante de Laponia más famoso. A nuestro paso fugaz, lo vemos cerrado, así que decidimos no gastar más tiempo en investigar que le sucede y llegar hasta la ciudad de Rovaniemi a unos 8 kms de allí.




Llegados a la capital de la Laponia finlandesa seguimos por la E-75 con dirección al sur, hacia las costas bañadas por las aguas del Golfo de Botnia, a la altura de Vallintunsaari cambiamos nuestro rumbo sin cambiar la carretera coqueteando con la costa finesa. Tras unos 50 kms de travesía entre vastos bosques nos encontramos de repente con una extraña visión. De pronto la angosta carretera por la que circulábamos entre arboles se abre de tal manera que parece que hemos salido de una cueva. Todo se despeja, el sol nos deslumbra y no deja ver lo que le ha sucedido a nuestra E-75, pasamos de un ancho de carretera de un carril para cada sentido a otro de por lo menos ocho por cada sentido. Algo increíble y digo ocho por cada sentido por decir algo, porque la verdad es que la carretera se han ensanchado tanto que no sabría decir exactamente cuantos vehículos podrían circular en paralelo, lo que si es cierto, es que la carretera se han hecho tan ancha que es imposible divisar alguno de sus extremos.

Como si de un Amazonas de asfalto se tratará nos abrimos paso decidido entre aquel horizontes gris durante unos cuantos kms, absolutamente impresionante encontrar algo así en mitad de la naturaleza. -Pero, ¿Qué demonios es? - me pregunto a la vez que mi navegante. Teorizando un poco y dada la rectitud de la carretera creo que podría tratarse del puesto de peaje de una antigua autopista o un antiguo aeropuerto, ignoro si civil o militar, nada lo indica desde luego. Sin pistas de este descubrimiento en mitad de Finlandia, llegamos a la localidad de Oulu, ciudad importante del noroeste de Finlandia, quinta del país en importancia y población con 190000 habitantes. Precisamente en este lugar será donde repostaremos el Falco Stradale y de paso nos tomaremos el protocolario café, las más barata forma de hacer un break y de paso calentarse en Escandinavia. Debo decir que, por primera vez en mucho tiempo, mientras M Carmen se lo toma yo paso directamente de buscar aceite para mi moto y prefiero quedarme anodadado viendo maquinas tragaperras en una gasolinera, ciertamente increíble. Al volver a la moto veo el mismo charco ingente de aceite, por un momento, parece que el Falco Stradale ha sido herido de muerte y con ello las esperanzas de completar nuestra aventura. La moto, sin embargo, responde bien y nosotros estamos plenos de confianza en nuestras posibilidades, pero no dejo de estar preocupado. 

Tras el repostaje, nos ponemos de nuevo en marcha siguiendo la E-75 rumbo a Kolima. Dejamos atrás Oulu y la costa finesa para adentrarnos de nuevo en el país, aunque en los primeros compases no vemos ningún lago esta claro que los yermos páramos son cosa del pasado. Aquí volvemos a frondosos bosques de verdor impenetrable que se perpetúan en la carretera allá donde alcanza la vista. Esta vez, parece que no vamos a tener problemas en orientarnos, parece que le estoy pillando el truco a las carreteras de Finlandia y sus extraños nombres. Por si acaso mi navegante, sin que me de cuenta, repasa nuestra ruta en el GPS del móvil.


De pronto en un claro que se forma en el camino divisamos el lago Uljuan Teko. El primero que hemos visto libre de cualquier tipo de vegetación que entorpezca nuestra visión un lago pequeño, más que Vikarjarvi, pero igualmente precioso. Una pena tener que continuar, pero desde que pisamos Escandinavia allá por el 30 de Junio, nos hemos acostumbrado al hecho de observar tanta belleza de una manera fugaz. Tan sólo el silencio entre nosotros da fe de nuestra profusa admiración por estos lugares que escapan a nuestra imaginación. 

No me cansaré de decirlo, Noruega, Suecia, Finlandia..., -¿Que más da?- la cuestión es que estos tres países son bonitos hasta decir basta, no podría quedarme con ninguno. Tratándose de este tema prefiero ser egoísta y quedarme con lo mejor de los tres, sin duda ha sido todo un acierto volver a casa no por el mismo camino por el que llegamos a Nordkapp sino por otro diferente. De esa forma tendríamos la oportunidad de ver otras cosas a nuestro regreso, y sinceramente perderse Finlandia hubiera sido todo un delito, como supongo que serán otras que nos aguardan.

A pesar de la belleza de los innumerables lagos de Finlandia, apenas han aparecido en el horizonte salvo contadas excepciones y de forma aislada. Quien sabe detrás de cuantos arboles había un lago aguardando nuestro paso. Sin embargo, una vez superada la región de Pihtipudas somos ya conscientes de que estamos en el país de los 1000 lagos, a ambos lados de la E-75 se suceden los lagos, que más que lagos parecen mares, ya que abarcan todo el horizonte a nuestro paso. Tanto es así que parece que estamos viajando a través de las gélidas aguas finesas, una sensación muy parecida a la que tuve al pasar por el Puente Vasco de Gama de Lisboa (17 km), el más largo de Europa y el tercero del mundo. La diferencia es que en aquella ocasión atravesé el puente en coche y por supuesto, se pierde mucho de las emociones del viajar además el puente ejercía una influencia como una especie de sujección entre tanto cable. Ahora en moto, con el único sostén de la naturaleza, sumado a la soledad de estas tierras tengo que reconocer que las sensaciones son más autenticas.

A pocos kms de completar la etapa pienso que desde que conquistamos el Fin del Mundo el tiempo, antes inclemente, ha mejorado bastante. Desde más o menos Dinamarca hemos tenido un día de buen tiempo con otro malo. Sin embargo, aquí en Finlandia una vez cruzada Laponia, y bañados por el sol parece que el traje de agua es cosa del pasado, cosa que sin duda agradecemos. Escapan a mi memoria la de veces que hemos tenido que interrumpir la marcha de nuestra etapa por unas gotitas o unos nubarrones. Pero mi navegante, siempre previsor, me obligaba para no tener problemas de secar la ropa al finalizar la etapa, por ejemplo. Ropa, que por cierto noto, en mi caso, empieza a oler a un desagradable aroma de gasolina quemada, evidentemente el sangrado de mi moto me esta pringando de líquido desde la bota hasta la rodilla. Pero no se puede hacer nada, no tenemos tiempo, para solucionar este problema hay que seguir hacia adelante, confiando en que la moto no este en sus últimos estertores.

Con este y otros muchos pensamientos que circundan mi cabeza como nubes sobre este cielo tan azul llegamos por fin a nuestro destino a Viitasaari. Una pequeña y bella población en el centro de este gran país de unos 7000 habitantes situada practicamente entre dos islas separadas por sendos puentes. 


No obstante no es la única, ya que antes de llegar a Viitasaari vemos varias indicaciones a otras poblaciones cercanas que igualmente se encuentran al abrigo de la inmensidad del lago Keitele. Aunque parezca mentira no estamos circulando entre islas en mitad del mar, sino entre islas en un lago, visto desde aquí se ve tan impresionante que nos olvidamos de que estamos en tierra firme a más de 500 kms de cualquier costa.

Atravesamos un ciudad casi desierta a la hora de nuestra llegada y cruzamos los dos puentes que la dividen en dos, antes de cruzar el segundo, diviso una gasolinera-centro comercial enorme.

- Rafa, mira esa gasolinera, tiene WIFI, podemos usar internet.

- Cuando hagamos el check-in volvemos para repostar y de paso contactar con el mundo exterior.

Pasado el puente, nos volvemos a enfrentar al fantasma de si seremos capaces de encontrar nuestro camping, sin la ayuda de un GPS. Afortunadamente, nuestra dudas se disipan gracias a una buena señalización. Resoplo aliviado mientras me salgo de la carretera principal para tomar un camino.

- Rafa, ten cuidado, acuerdate de Skaulo - me dice mi novia preocupada.

- No te preocupes, el terreno esta seco y sin baches, de todas maneras iré despacio - la tranquilizo. Sin duda no es para menos que me advierta, desde lo que nos pasó en la Laponia sueca cuando nos quedamos tirados en mitad del bosque. Sin embargo, me da a mi en la nariz de que esta vez no vamos a tener problemas a llegar al camping.

A los pocos metros llegamos a la recepción del camping y ambos respiramos aliviados, hemos llegado. Por ahora, seguimos completando las etapas y nos las hemos arreglado para llegar a nuestros destinos, algo harto difícil en países donde no hablan tu idioma y sobretodo en donde el ingles no es un dogma de fé (como en Finlandia). La impresión, al llegar es que el camping es grande, a orillas del Lago Keitele, la recepción es lo primero que se ve,  y luego los diferentes módulos de duchas, lavanderías, etc, se disponen en una pendiente, pero, ¿donde estan las casas?

Hago el check-in como siempre mientras M Carmen espera expectante, con la ayuda de un mapa y las indicaciones del recepcionista llegamos a nuestro hytter. Un hytter dispuesto en mitad de un bosque de altos arboles como si de una aldea ewok de tratara. La verdad es que nuestro alojamiento en poco se parece al anterior de Rovaniemi, pero el hecho que se parezca tanto a los que disfrutamos en Noruega y las increíbles vistas al Lago Keitele hacen que no echemos tanto de menos al país nórdico. Guardamos nuestras cosas a buen recaudo en la cabaña y salimos de nuestro bosque ewok en busca de Viitasaari. Sin embargo, pensando en las veces que nos hemos perdido y en el hecho de no disponer de GPS hace que desistamos de investigar mucho por esas desconocidas tierras. Así que de momento, vamos a ir a la gasolinera a la entrada del pueblo a repostar nuestro Falco Stradale, y después Dios dirá.

La gasolinera en la que repostamos nuestra moto es más un centro comercial que una estación de servicio, tiene todo lo necesario para el viajero, menos el aceite que necesito para mi moto: Biblioteca, sala de lectura, restaurante, sala de duchas, sala de juego, tragaperras, sala de internet con WIFI, y por supuesto la gasolinera. Desde luego, aquí en Finlandia todo es a lo grande, aunque para nuestros propositos sólo nos interesa la sala de internet, más bien sus ordenadores. Y no por el hecho de navegar por internet, cosa que podemos hacer con nuestro móviles para dar novedades del progreso de nuestra aventura a través de las redes sociales, sino por la posibilidad de descargar nuestras fotos en el disco duro portatil que llevamos. Aunque el iPad es un dispositivo idóneo para un viaje por el tema del espacio, sin embargo, para verter contenidos de dispositivos externos se antoja inexplicablemente complicado. 

Tras la puesta al día nos tomamos un refresco en el paseo fluvial con vistas al lago Keitele, y es que la caprichosa naturaleza de los lagos glaciares de Finlandia hace que se estrechen tanto que parezcan un río, para a continuación volverse a ensanchar hasta límites insospechados. Por fin, tras largas horas de travesía podemos sentarnos un momento para relajarnos con la agradable sintonía del silencio en nuestros corazones, allí entre el bullicio de los coches esperando su turno para repostar nosotros hemos encontrado nuestra particular paz interior. El paso de las embarcaciones de recreo no nos hace ser conscientes de que estamos en Finlandia, en el país de los 1000 lagos. 

Con el impertérrito sol como testigo, que nos ha acompañado sin ocultarse en el horizonte desde hace más de 10 días, volvemos a nuestro camping para dar una vuelta por sus instalaciones, y es que al parecer, este lago cuenta con numerosas islas cercanas a nuestro camping. Así que nos lanzamos a la exploración del Lago Keitele.

Tanto tiempo pasamos en la isla del Lago que si hubieramos podido nos hubieramos quedado a acampar allí, pero por desgracia nos llega la hora de cenar, y las viandas las tenemos en la cabaña, así que, pasamos andando hasta el camping y abriéndonos paso entre el frondoso bosque llegamos a nuestra estancia. Al abrigo protector de nuestro espantamosquitos particular cenamos en el pequeño portal de nuestra cabaña observando con admiración la belleza más representativa de Finlandia, aún con la emoción reciente de haber conocido a Santa Claus. Ahora con la tranquilidad de la etapa cumplida
Nuestro largo peregrinar por tierras finesas ha tenido su justa recompensa en estos momentos de paz.




















martes, 9 de diciembre de 2014

CAPÍTULO 20: ¿DONDE ESTA JOULUPUKKI?

ETAPA 20: KAUTOKEINO-ROVANIEMI 



Distancia total ruta:  522 kms

Tiempo total:   6 horas 35 minutos

Ciudades visitadas:   3

Paradas:  4

Consumo medio:   3,75 l/100    


Comienza un nuevo día en Euro-Diversion 2013, tras la conquista del día anterior, hoy parece que nos hemos levantado con la resaca de un sueño cumplido. Casi sin creérnoslo hemos llegado al punto más al Norte de Europa, y aunque estamos a más de 300 kms de allí, todavía nos sentimos en la cima del fin del mundo. Por desgracia, es hora de despertar, volver hacer las maletas, recogerlo, montarlo todo, y ponernos en marcha rumbo al Sur, de regreso a nuestro país. Bueno, en realidad ya hicimos el primer viaje al sur ayer, pero al volver a Kautokeino, me quedó la sensación de haber estado dos días sin moverme en esta ciudad y haber tenido un sueño la noche anterior con la llegada a Nordkapp. Sin embargo, todo es real, incluso esa sensación de bajón que me invade mientras desayunamos y me acompaña al guardar nuestras cosas. Aunque seguiremos descubriendo lugares de indudable belleza, poco a poco, km a km, estaremos más cerca de nuestra casa y, por ende, el viaje un poco más cerca de concluir. Aunque no reniegue de nuestro país, lo cierto es que estas tierras de Escandinavia nos ha enamorado. 

Hora ya pues de meternos en materia y descubrir más a fondo el tercer país de Escandinavia: Finlandia, en el que estaremos tres días. Anteriormente, fue testigo del paso fugaz de Suecia a Noruega, en nuestro camino hacia el Cabo Norte, pero ahora nos sumergiremos de lleno en el país de los 1000 lagos, el país de Timo y Jaa, lo cierto es que estoy impaciente.

Tras el desayuno, emprendemos de nuevo la marcha hacia el sur, hacia tierras finesas, desandando el camino que seguimos para llegar a Kautokeino. Es extraño, pero durante los primeros kms de la E-93 siento la familiaridad de un terreno de sobra conocido, una especie de deja vú que hace que estos compases iniciales de la etapa de hoy pasen sin mucho sobresalto. Sin embargo, estos 43 kms últimos por tierras noruegas dejan en mi un profundo sentimiento amargo. Y es que a cada minuto que pasa, a cada curva que trazamos, nos vamos acercando irremisiblemente hacia el final definitivo de nuestro periplo en Noruega. Después de 7 días abandonamos el país que tan gentilmente nos ha acogido, el país que por el momento, más nos ha impresionado, y aunque la aventura continua y todavía nos restan muchas cosas que descubrir, en mi corazón siento que algo de nosotros se queda en este país de belleza indómita en sus paisajes, de los profundos contrastes de sus fiordos, ríos, y bosques. En definitiva, un país en el que durante medio año no se pone el Sol, así como no se pondrá en nuestra memoria el recuerdo de tantos buenos momentos en estos intensos días. 

Con este pensamiento recurrente en mi mente, atravesamos la frontera simbólica entre Finlandia y Noruega, frontera que debería estar activa ya que Noruega no es de la UE. 




Pero por los acuerdos de colaboración entre la Unión y el país escandinavo las mismas han sido suprimidas. Sin embargo, mi ingenuidad hace que pare en el puesto fronterizo finlandes, sin un objetivo muy claro de lo que hacer. La policía al verme me pregunta con cierto desdén si tengo algo que declarar, yo le contesto que he realizado recientemente la compra de algunos souvenirs, me pide el ticket y me lo sella. La mujer me advierte con rutinario y monótono timbre que debo parar en la primera tienda que vea de Finlandia para que me sea devuelto el exceso de IVA de Noruega con respecto a Finlandia. A decir verdad, no tenía ni idea que había que realizar este trámite, pero haré caso a la autoridad.

Con esa anécdota en el cruce de nuestra décima frontera entramos en nuestro noveno país, el tercero de esta península escandinava en la que llevamos ya diez días de travesía. El paso de la frontera también se simboliza con otro gesto que no se va a dar mucho en este viaje: El cambio de hora. Efectivamente, a pesar de lo grande de nuestro continente, tan sólo 3 husos horarios lo dominan: Uno sería el que usan las Canarias, Portugal y Reino Unido, otro el nuestro, utilizado por la mayoría de los países centroeuropeos y del norte, y el último por Finlandia, países bálticos y en general todos los del Este de Europa. Este cambio no lo hicimos la primera vez que pisamos Finlandia, ya que iba a ser una travesía de tan sólo unas horas hacia Kautokeino. Sin embargo, a partir de ahora será tan necesario como el hecho de que tenemos que cambiar el chip a partir de ahora, en un instante a nuestra etapa acaba de sumarse una hora más con todo lo que ello acarrea.

Tras pasar por el Lago Geadge volvemos a los terrenos yermos muy similares a los que cruzamos en nuestra primera entrada en Finlandia, siempre con la guía de la E-93. Siguiendo su curso llegamos a la ciudad de Enontekio, donde por fin podemos encontrar una gasolinera para repostar. Obviamente, si hay algo que no echaré de menos de Noruega son los altos precios de la gasolina, aquí son precios más normales, entorno a los 1,65 €/litro. Además abandonamos las coronas noruegas para abrazar al euro hasta, por lo menos, Letonia. En multitud de detalles observo que hemos cambiado de país y de cultura: El idioma ha cambiado tanto que se ha hecho incomprensible, desde luego el finlandés es un idioma rarísimo proveniente de otro mundo. Las estaciones de servicio son verdaderos centros comerciales, con restaurantes, tiendas, WIFI, etc., con la excepción de las francesas, son las mejores estaciones de servicio en la que hemos estado hasta ahora. Los finlandeses vuelven a cobrar hasta los decimales en el pago de la gasolina, al contrario que el redondeo sueco y noruego, pero si hay algo que me ha llamado la atención es la presencia de maquinas tragaperras en la gasolinera, en claro contraste de lo que tenemos aquí en España.

Cuando terminamos de repostar y de tomarnos el siempre reconfortante café me percató de algo que me deja blanco como la nieve. La moto esta soltando aceite y ha formado un charco de considerables dimensiones. Además M Carmen se percata de que existe en el ambiente un fuerte olor a quemado, resulta que proviene de mi pantalón, que se encuentra pringado de aceite hasta la rodilla. Es tanta la profusión de líquido negro en el suelo, que por un momento parece que la moto está sangrando, al igual que yo. Sin embargo, la moto arranca bien y no se enciende el testigo - Que cosa más rara - pienso. Entro dentro de la gasolinera en busca de alguna lata de aceite para reponer el nivel. Los casi 4 litros y medio de aceite con los que comencé el viaje empiezan a agotarse, por desgracia, no encuentro ninguna lata de mi graduación. Lástima de no tener un Ferrari o un 4x4 de gran potencia, porque son los únicos aceites que hay. 

- Pero bueno, ¿Que pasa aquí?¿Nadie usa moto en este país? - pregunto retóricamente. 
- Rafa, no te preocupes nos las arreglaremos - intenta animarme mi novia, en vano.

Repongo con un poco del que tengo yo, y reemprendemos la marcha de inmediato, rumbo a Rovaniemi. A pesar de que la moto va sin problemas, no puedo evitar pensar que llevamos cerca de 7500 kms de aventura y que está próximo el cambio de aceite y del filtro de aire, sin que por el momento, haya podido encontrar un aceite para reponer por completo el nivel de mi moto. Según recomendación de mi mecánico Beni, debería hacerlo a los 8000 kms, y es precisamente a esa cifra a la que llegaré más o menos al terminar esta etapa. Sin embargo, empiezo a sospecha que hasta que no llegue a Helsinki, capital de Finlandia, no podré encontrar allí el aceite que necesito.

Seguimos nuestra ruta por las baldías tierras finesas, la monotonía y el silencio del paisaje ayuda a que me relaje del sobresalto anterior, un inconveniente insignificante, pero supongo que en una aventura como esta todo se magnifica. Aunque no por ello escapo a los curiosos nombres de poblaciones durante nuestra travesía.




Tras el período de relajación y un poco antes de llegar a Palojoensuu hago una parada en una tienda de souvenirs cercana.

- Rafa, ¿Para que paras? - pregunta M Carmen extrañada 
- Voy a ver si me devuelven el IVA, ¿no? - le contesto.




La tienda construida enteramente en madera, tiene un reno enorme disecado "vigilando" la entrada, desde luego a los finlandeses les encanta cazar porque al entrar en la tienda la mayoría de los artículos que se venden están relacionados con ese mundo, por supuesto, no faltan los artículos relacionados con la cultura vikinga, los samis y Papa Noel. Yo sin embargo, me muestro más interesado en comprar una pegatina con la bandera de Finlandia y también otra que he visto con un reno y con el lema "La tierra del Sol de medianoche", mientras tanto, M Carmen entra y aprovecha para calentarse. Con los artículos, me dirijo al mostrador para pagar, donde una chica rubia de interminable estatura me atiende. Es tan alta que me rompo el cuello al mirarla, deberá medir dos metros por los menos. Con cierta incredulidad, le refiero, en ingles, el tema del reintegro del IVA por compras en Noruega, a lo que ella me confirma que es verdad y tras examinar el ticket de mi compra procede a devolverme el dinero correspondiente. No es mucho la verdad, ya que el IVA en Noruega está en el 25% y en Finlandia en el 23%, pero con ese 2% de diferencia me da para pagar la escasa compra que he realizado, así que lo comido por lo servido.

Tras dejar la tienda y pasar por Palojoensuu cambiamos de rumbo dejando la E-93 para coger la E-8 con rumbo sudeste, en el que coqueteamos con la frontera de Suecia. Poco a poco vamos observando como el paisaje va cambiando y se va haciendo más boscoso a medida que avanzamos. Siguiendo el curso del río Muonio fielmente escoltado por arboles en su ribera hasta la ciudad de Kolari, y sin la asistencia de un GPS, me equivoco en una señalización y tomo por la E-80 en dirección a Kittila, por error. Aunque del error solo me percato cuando mi navegante, comprueba el rumbo mediante el movil. Lo cierto, es que es bastante difícil orientarse con las señales viales en este país ya que se encuentran en dos idiomas: sueco y finlandés, sueco no se y el finlandés es ilegible. Desde que se estropeo el GPS en Hegra, siempre hemos tenido suerte a la hora de encontrar nuestro alojamiento, dada la escasez de poblaciones en la laponia noruega y la eficiente señalización (lástima que el asfalto no sea igual). Por desgracia, me temo que a partir de ahora y según vayamos viajando hacia zonas más pobladas, poco a poco, iremos experimentando muchos problemas de orientación en la carretera. Sin duda buenos temas de los que debatir mientras busco un sitio para almorzar, la hora de comer se nos ha echado encima implacablemente y ante la ausencia de merenderos por la zona, encontramos una parada de bus de madera cercana a Sodankyla.





Tras el almuerzo, en el que apuramos las pocas existencias de jamón, volvemos a la carretera con decisión, hacía Sodankyla. Desde que conquistamos el Cabo Norte sigo mosqueado con mi Falco Stradale, lo cierto es que no se lo que le pasa a esta moto, pero con cada parada encuentro siempre un charco de aceite enorme, aunque el testigo no salte (sigo sin encontrar aceite de mi graduación). Para colmo de males, el manillar de mi moto, vibra sobremanera, creía que era por una mera cuestión de exceso de peso, pero el caso es que esto no me había ocurrido hasta que tuvimos el incidente de Alta. ¿Habrá tenido que ver el choque de la gasolinera? - pienso.


- Rafa, ¿Qué haces?, aceleras y frenas, ¿Ocurre algo? - pregunta M Carmen.

- Estoy comprobando la moto, el manillar vibra mucho - le respondo.

- Será el exceso de peso y te habrás dado cuenta - teoriza ella de forma retórica.

M Carmen llevamos dos semanas en moto y esta es la primera vez que la moto vibra tanto estoy preocupado.

- Tan sólo ten cuidado, no te despistes - me aconseja con cierta preocupación, pero con plena confianza en mí y mis dotes como piloto

La moto va ganando velocidad y esa extraña sensación de inseguridad va desapareciendo a la vez que aumenta el régimen del cuentarevoluciones del Falco Stradale. Sin embargo, a partir de ahora, aumentaré la guardia ya que sigo receloso por este comportamiento de la moto. Pasamos el lago Vaala, flanqueado por arboles imponentes, y a los pocos kms llegamos a Sodankyla con la clara intención de repostar nuestra moto, ya que hace poco que hemos entrado en reserva, o al menos eso creo, ante la carencia de nivel y testigo luminoso.

Tras el repostaje y el avituallamiento de café caliente, tan sólo nos restan 100 kms hasta nuestro destino, en Rovaniemi. En Sodankyla cambiamos de la E-80 a E-75 y vamos viajando dirección sur, al fin. Después de la pérdida, parece que con la ayuda de M Carmen, he encontrado de nuevo el rumbo. Viendo el lado positivo de esta pérdida de dirección, al menos puedo decir que desde que pasamos por Palojoensuu viajar por Finlandia, se está convirtiendo en una maravilla. A este país la fama le precede, y los lagos se suceden ante nosotros de forma intermitente como la luz del sol asoma por entre las copas de los arboles. Por desgracia, poco claros hay en el bosque para hacer una foto clara desde la carretera sin parar nuestra moto, tal y como nos advirtió nuestra amiga madrileña Ana en Nordkapp. Seguimos el curso del río Välisuvannontie durante algunos kms, sin embargo, no podemos evitar sucumbir ante la tentación de parar al margen de la carretera para tomar con más calma el detalle más distintivo de este país: Los lagos. 



Un país que empieza a embrujarnos, con sus frondoso bosques, testigo mudos de nuestro paso en esta solitaria tierra, al igual que en Suecia, donde el tráfico rodado es bastante escaso. La parada, en los márgenes del lago Vuo se hace más corta de lo esperado, por desgracia, debido al ataque feroz de los mosquitos, (única cosa que no echaré de menos de Escandinavia), que nos acompañan desde nuestra entrada en Laponia y que no han dejando de incordiarnos con sus picaduras.




Después del lago Vuo se suceden otros de gran belleza plástica como los lagos Kayramon, Yli-Nampa, Ala-Nampa pequeña porción, sin duda, de la belleza hidrográfica de este país. Y es que resulta que Finlandia, el llamado País de los 1000 Lagos, es en realidad el país de los 188000 lagos, todos ellos de origen glacial. Lagos de vasta extensión que con la incidencia de la luz del Sol parecen espejos de fina plata. Si Noruega, tenía la belleza indómita de sus fiordos, Suecia la fortaleza de sus bosques, Finlandia, tiene a sus lagos de agua plateada como su mayor valuarte. Tres países muy distintos, pero que forman un conjunto de tal magnificencia que es difícil decantarse por uno. Quizá lo mejor sea no hacerlo, y atesorar esta belleza, una belleza que nunca debería tener fronteras. 

Con el fulgor de los destellos del agua en nuestras caras retomamos el camino. Los destellos que lejos de molestarnos, nos acompañan e inspiran, y que por un momento, nos hacen olvidar los problemas acaecidos hasta ahora en nuestro viaje. También nos ayudan a superar la soledad inquietante de la laponia finlandesa. Soledad unicamente rota por algunos renos vuelven a aventurarse en los márgenes de la carretera, para acompañarnos en los últimos kms de nuestra etapa.

- Rafa, esto es precioso, que pena no poder pararse a hacer más fotografías - se lamenta mi novia.

Una lástima, la verdad, pero nos quedamos con el premio de disfrutar de una travesía por estas inexploradas tierras cercanas al paralelo 66.  Dicho paralelo marca la línea divisoria imaginaria del Círculo Polar Ártico al cual nos acercamos inexorablemente. Tras unos minutos de marcha recta y firme por el mejorado asfalto finés, llegamos a nuestro camping milagrosamente. Una vez más las señales viales nos han informado de la situación del camping sin problemas. Bueno, eso, y las indicaciones de mi navegante, que tomó en la etapa anterior las anotaciones necesarias, han ayudado a ello.

Siguiendo las flechas de lo que parece ser la recepción del camping llegamos a una casa. Una casa solitaria en madera blanca, que parece de todo menos la recepción de algo. Con algo de prudencia toco la puerta, me recibe una mujer joven muy amable con un lindo bebe en su regazo, que se encuentra con una nueva criatura en camino, ya que esta embarazada. De lejos, se escuchan las voces de otros niños montando algarabía. Le cuento, es ingles, que estoy buscando el camping Ahosen Lomamökit.

- Si, efectivamente aquí es, soy la dueña y recepcionista del camping, ¿A qué nombre tienes la reserva? - pregunta ella

-Rafael Campos Cubero, venimos desde España - le respondo

-Si déjame ver, es verdad, ¿Teníais reservada una noche verdad?

-Si -  le respondo algo titubeante.

-Bueno, en realidad la estancia mínima son dos noches, pero consulté con mi marido y con vosotros voy a hacer una excepción dadas las circunstancias de vuestro viaje, que me explicaste en el mail.

-Muchas gracias

-Pasa, rellenamos tu ficha y me pagas todo, ¿vale?, tu novia, si quiere que pase también, estais en vuestra casa. - me dice nuestra anfitriona.                                                        
Miro a M Carmen y le hago gestos para que me acompañe adentro. Sin embargo, ella está un poco recelosa, y desiste de ello. Supongo que querrá descargar el equipaje y descansar, aunque lo primero es localizar nuestra estancia, en las inmediaciones no se ve nada, excepto la casa de la recepcionista. -¿Donde estará? - me pregunto.  Al pasar descubro una casa enorme de amplio salón, hecha enteramente en madera de distintos colores, con tarima flotante de color roble, y el resto de la casa en blanco.        Todo se encuentra excelentemente decorado y armonioso con el entorno que rodea a la casa, no está sobrecargada ni con excesos de minimalismo, sin embargo, lo que más me llama la atención es lo limpio y ordenado que está todo y eso que la mujer tiene a dos diablillos más correteando por la casa despreocupadamente. Ella aprovecha y me los presenta mientras busca unos papeles en su escritorio.

- Yo me llamo Helena, y estos son mis hijos: Sirkka, y Matti (él), este pequeñín de aquí se llama Erkki, y dentro de pocos meses nacerá Eeva, mi nueva hija - dice mientras se acaricia la barriga. Indudablemente, está en un avanzado estado de gestación a juzgar por el tamaño de su tripa.

- Por fin, encontré la ficha, por favor rellénala con tus datos y los de ella - me dice mientras busca algo más en su escritorio.

- Aquí te dejo un mapa con la ubicación de las casas del camping. Todas encuentran al otro lado de la carretera en el margen del lago Vikajarvi. Tienes que salir de aquí, girar, con cuidado, a la izquierda y en la primera señal que te encuentres con una letra B giras a la derecha, irás por un pequeño sendero hasta llegar a tu casa. Más o menos estás a 1 km de aquí.

- ¿Como es el sendero de largo?¿Se puede ir en moto? - le pregunto a Helena, con la lección muy aprendida de nuestra pérdida y caída en los bosques de Skaulo.

- Tranquilo, son sólo 500 metros de camino, cualquier vehículo puede acceder al recinto. La casa cuenta con todo lo necesario para vuestra estancia.

- ¿Tiene WIFI? - le pregunto, aunque mientras la hago me doy cuenta de que a lo mejor mi demanda debió ser más inteligente o al menos, debí priorizar otras cosas como estado de la habitación, camas, confort etc.

- Si, y también TV por satélite, estoy seguro de que te gustará. Aquí te dejo un mapa turístico de la zona y la previsión del tiempo.

- ¿Para ir a la aldea de Santa Claus? - le pregunto a Helena.

- ¡Ah si! bueno aquí nosotros le llamamos Joulupukki en la lengua de los samis. La tienes a 3 kms de aquí, tan sólo sigue esta carretera haciendo derecha al salir de aquí. Ya te encontrarás las indicaciones.

- Gracias - le digo

- ¡Que tengáis buena estancia! - se despide de mi con la misma sonrisa con la que se despidió y salgo para encontrarme con mi novia, la cual tiene una cara que es un poema, que no es precisamente de amor.


- ¿Se puede saber donde estabas? ya creía que no salías - me dice algo enfadada por la larga espera

- Ya tengo las llaves de nuestro alojamiento, vamos a una casa que esta al otro lado de la carretera - le respondo con la sensación de que esta estancia nos va a gustar.

Nos ponemos en marcha y a los pocos metros, veo la señal con la B - que fácil es esto - pienso - ojalá todos los camping fueran así de fáciles de encontrar. Tras sortear algunas molestas piedras llegamos a nuestro destino y debo decir que Helena no se equivocaba al vaticinar que nos gustaría nuestra estancia. Más que una cabaña, nuestro alojamiento es una casa enorme de madera pintada de rojo y blanco. Una casa situada en una finca enorme, con porche, balcón, columpios, barbacoa cubierta, caseta para herramientas, etc. Una de las cosas que más me asombra de este lugar es que estamos a apenas a 100 metros de la carretera y aquí no se oye ni un alma, la frondosa vegetación nos parapeta de cualquier ruido molesto.






Tras impacto que para bien nos ha causado nuestro alojamiento, descargamos la moto en tiempo record ya que los mosquitos no nos dejan en paz con sus incesantes picaduras. Entramos a una minúscula habitación de 1 metro cuadrado que hace las veces de entrada, allí un nos invita a descalzarnos y dejar los zapateros en un zapatero cercano. Algo me dice que no hemos entrado por la puerta principal, pero el incesante ataque "La Fuerza Aérea Finlandesa" nos ha obligado a ser poco selectivos a la hora de por donde entrar. La casa por dentro nos deja todavía más maravillados que por fuera: Toda en madera, con suelo laminado en roble, suelo radiante, que calienta nuestro primeros pasos en nuestra exploración de la casa. Dos plantas, en la inferior salón con TV y WIFI, cocina conjunta, con todo el menaje e incluso algo de comida y una grandiosa chimenea presidiendo el lugar. M Carmen insiste en encenderla, pero le pido que espere a que regresemos de la aldea de Santa Claus. En la planta baja también tenemos cuarto de baño con sauna incorporada, la cual espero estrenemos y un armario con varios salvavidas, de los cuales ignoro su utilidad. En la planta superior hay 6 camas (dos de matrimonio y cuatro de 105 cms) y cuatro habitaciones, todas ellas con toda la ropa puesta, hasta tienen una cuna, una trona y un tacatá. En definitiva, la casa esta para entrar a vivir, y mucho me temo que la estancia de un día se nos va a antojar escasa para poder disfrutar en su plenitud de ella, al menos lo intentaremos.



Pero lo primero es lo primero, y antes de nada debemos de ir a la Aldea, para entregar las misivas de nuestros sobrinos y la de los niños de Aldeas Infantiles de Madrid. Salimos perfectamente equipados de casa, incluso con el casco puesto, y nos subimos al Falco Stradale para evitar a nuestro pequeños amigos alados. Ponemos rumbo a Rovaniemi en pos de encontrar la aldea de Santa Claus, y efectivamente, tal y como dijo nuestra anfitriona estaba muy cerca de nuestra casa. Una aldea que más que una aldea parece el titánico centro comercial de una gran ciudad, un parque temático en torno al famoso personaje navideño que nos deja boquiabiertos.

Sin embargo, observo poca actividad en el lugar, apenas hay coches, ni personas andando por el recinto. -¿Que ocurre?- me pregunto. Paramos nuestra moto, y allí se hace el silencio más absoluto. No hay absolutamente nadie, ni siquiera en una gasolinera que hay enfrente de nosotros, ni tampoco en un restaurante al final de la Aldea. 

- Rafa, ¿A ver si esto abre sólo en Navidad? - me dice M Carmen extrañada.

- No, estoy seguro que esto está abierto todo el año - le digo con falsa seguridad, dado que yo tampoco tengo ni idea. Para colmo de males ni siquiera hay nadie para preguntarle. Son las 18:45 hora de Finlandia, y sinceramente no me parece una hora tan tardía para acudir a una atracción como esta. 

Dejamos el Falco Stradale atrás y nos aventuramos por las instalaciones desiertas. Podemos observar algún detalle curioso como por ejemplo: Una recreación de un asentamiento minero del lugar y de como vivían sus gentes. Por lo que puedo leer en ingles, la zona a principios del siglo XX fue rica en oro y otros minerales importantes, los cuales fueron extraídos por los samis. También hay lo que parece un corralillo donde se pueden ver renos, igualmente vacío. Cerca del restaurante hay algunas tiendas de souvenirs cerradas e incluso la famosa Oficina Postal también lo está. En la puerta de la misma observo un cartel que dice que el recinto en verano permanece abierto hasta las 18:00.







-¡Maldición! hemos llegado tarde por apenas unos minutos, tendremos que volver mañana para conocer a Santa Claus - le digo a M Carmen malhumorado - Como es posible que una atracción como está cierre a las 18:00, pero bueno, ¿Tu te imaginas cerrando el Corte Ingles a las 18:00?


- Ya, pero estamos en verano y la temporada alta es en Navidad, seguro que entonces esto está abierto casi las 24 horas del día - reflexiona M Carmen en un intento por encontrar una explicación a este horario de apertura tan raro - Bueno Rafa no pasa nada, somos los dueños de la Aldea de Santa Claus, demos una vuelta por aquí sin agobios para relajarnos y ver cosas. Mañana volveremos.


Resignado acepto la propuesta a pesar del nulo desafío o interés que tiene para mi un puñado de calles vacías alrededor de una gran plaza, presidida por la casa de Santa Claus. No obstante, a su altura encuentro una línea blanca en el suelo que parece ser el límite del Círculo Polar Ártico. En ese instante, como por arte de magia, me activo sobremanera y me acuerdo de que casi nos perdemos nuestra entrada en el Polo Norte a la altura de Jokkmokk, así que no dejo escapar la oportunidad de hacer una divertida videocrónica de esta "aventura" por la ciudad fantasma de Santa Claus.







Tras el video nos hacemos alguna foto más con carteles y cosas significativas de la aldea, como por ejemplo el hito kilométrico que marca la dirección y distancia a España, bueno a Madrid para ser más concreto. 








Tras las divertidas fotos, y sin ocultar cierta decepción volvemos a nuestra casa para pasar el resto del día. No sin antes hacer algunas compras en la gasolinera a unos precios bastante asequibles. 



Como siempre compramos lo imprescindible, además contamos con todo lo necesario para cocinar. Tras casi dos semanas de aventura, nuestro jamón está en las últimas y a partir de ahora, se une a nuestro presupuesto con más presencia el gasto en comida. De todas formas, no hay motivo para quejarse, la comida que nos hemos traído de España ha durado más o menos dos semanas en buenas condiciones, cosa que creo esta muy bien. Además, la idea de M Carmen de envasar al vacío ese manjar ha sido excelente para ayudar con los gastos ingentes de este viaje.

Está noche para cenar nos daremos un capricho y nos comeremos un perrito cada uno. Con una gran bratwurst alemana, aderezado con una salsa alioli tan particular de los escandinavos. Particular y barata a la vez, la cual nos ha dado tan buen servicio como el jamón patrio. Mientras cenamos a la luz de la lumbre de la chimenea no podemos evitar comentar los aspectos de la casa.




- Rafa, debo felicitarte, de todos los lugares que has reservado, este sin duda es el mejor - me dice mi novia extasiada.

- Pues, ¿A que no sabes lo que nos ha costado? - le pregunto.

- No

- 90€

- 90€, ¿nada más? - pregunta extrañada

- Si, lo que pasa es que en esta casa la reserva mínima son dos noches. Menos mal que le mandé a la propietaria un email explicando nuestro viaje y pidiéndole que nos dejará estar una noche tan sólo. Afortunadamente para nosotros ha salido bien.

- ¡Vaya piquito de oro que tiene mi niño! me acuerdo que me comentaste ese problema, pero vamos que si nos obliga a quedarnos dos días aquí acepto encantada - contesta entrerisas

- A mi me parece un precio excelente por lo que da, ¿No te parece?

- Ya te digo - contesta ella-  es que estamos sólos en una casa perfectamente equipada y pensada para 10 personas. Si hubiéramos venido en grupo, pagar 9€ por persona y por noche, me parece un precio excelente.

- Bueno, pues estuve mirando y de este sitio la temporada alta es en Navidad, esta misma casa sale por 270€ el día - le digo esperando en ella una reacción de sorpresa.

- Aún así viniendo en grupo me parece un precio excelente. La pena son los mosquitos que te amargan y no te dejan salir. - se queja ella amargamente.

- Bueno, no pienses en ello, vamos a disfrutar de esta casa.



A la luz de la chimenea, y sin el concurso de la TV (todos los programas están en ruso) nos quedamos hablando, una vez más, sobre la particular y confiada hospitalidad escandinava. Aunque damos también, cabida al manido tema de intentar arreglar el país.




- M Carmen, ¿Te has dado cuenta que antes he entrado en una casa con una mujer embarazada y tres niños allí y la mujer estaba completamente sola, sin nadie alrededor en por lo menos 3 kms a la redonda? Podía haberle hecho cualquier cosa y nadie se hubiera enterado y sin embargo, ella me ha invitado a entrar confiada, vamos que un poco más y me enseña o vende la casa. No dejo de asombrarme por la hospitalidad de esta gente, digno de admirar. Seguro que ahora vamos a su casa y tiene la puerta abierta de par en par. 

En ese instante M Carmen reflexiona - Eso en España ya se ha perdido, una pena - se lamenta- Ahora vivimos, el que puede, en cárceles con altos muros, verjas, rejas. Todo para evitar que un día te despiertes y descubras que han entrado a robarte y tienen a toda tu familia amordazada. 

- Si es verdad, seguro que aquí en Finlandia a los amigos de lo ajeno se les da bien. - le replico.

- Bueno y otra cosa que me ha llamado la atención: Aquí en Finlandia, Suecia y Noruega, es raro ver a la mujer que no tenga al menos tres hijos. - me cuenta con asombro

- Es cierto, igualito que en España, que la gente se anima a tener dos por la ansiada parejita, y eso con suerte y dos trabajos. 

- Luego nos quejamos del país tan viejo que tenemos, si no hay buenos sueldos o ayudas para conciliar vida laboral y familiar, pues tu me dirás - dice, indignada mi novia. 

En ese instante recordamos lo que nos dijo un día nuestro amigo Toni (que está saliendo con Emilia, una chica polaca que vive en Noruega): Que el permiso de maternidad al menos en Noruega dura 13 meses, a parte de los meses de embarazo, y que el de paternidad dura 4 meses. Detalles, sin duda, que desde nuestro punto de vista español nos parecen de ciencia-ficción. Como no somos políticos, ni creo que vayamos a arreglar el país en una noche, nos vamos a ir a la cama. No sin antes, dar un paseo por nuestros dominios para admirar las vistas, ciertamente impresionantes. Sin duda, este alojamiento vale cada euro invertido. 







Tras el paseo nos relajamos estrenando la sauna y a continuación nos vamos a la cama para descansar antes de afrontar la siguiente etapa de Euro-Diversion 2013. Ciertamente, estoy nervioso e intranquilo ante lo que nos espera mañana. Bajo el sol impertérrito de la medianoche intento convencer a mi novia, a modo de broma por supuesto, para que echemos raíces en este país.

- ¿Que te parece este sitio para vivir?, bonito ¿no? - le pregunto

- Es muy bonito, precioso, pero yo aquí no me quedo, todo muy bonito, pero en verano los mosquitos, en invierno el frío, esto acaba conmigo.


Mañana llevaremos ya 3 semanas de aventura, y nuestro objetivo será llegar a la ciudad de Viitasaari, la cual se encuentra a orillas de un lago de nombre impronunciable. Sin embargo, antes de partir iremos a la Aldea de Santa Claus con la esperanza de poder entregar, por fin, las cartas de los niños que tan fielmente hemos portado desde España. Momentos de ilusión que espero compartir con ellos a través de las líneas de este blog. Particularmente pienso que la ilusión es el principal combustible en viajes de este tipo. Podrás tener mejor o peores medios, mucho o poco tiempo y dinero, pero lo que si es seguro es que si la ilusión te falla te darás la vuelta a la primera. Pocas cosas son imposibles para un niño y con esa fuerza nosotros, hemos podido hacer frente, hasta ahora, a los más exigentes retos.

Mañana será, sin duda, un gran día, un día especial para muchos chavales, y también para nosotros, ya que vamos a conocer al más insigne personaje que habita en el Polo Norte: Joulupukki, como lo conocen ellos o Santa Claus (Papa Noel) como lo conocemos nosotros.