Síguenos en facebook

jueves, 10 de julio de 2014

CAPITULO 9: UN NUEVO AMIGO VIKINGO

HAMBURGO-HIRTSHALS-KRISTIANSAND







Distancia total ruta:  580 kms

Tiempo total:   6 horas 15 minutos     FERRY: 3 horas 30 minutos

Ciudades visitadas: 2

Paradas: 5

Consumo medio:   6,82 l/100 kms 

Gasto de combustible:  65,29€

Peajes:

Ferry:  149€


Por la noche, desde luego, todos los gatos son pardos. Si anoche la habitación nos pareció lúgubre, oscura, e incluso nos dio la impresión de que alguien nos observaba, hoy por la mañana nos hemos despertado con una sensación de normalidad y de que nuestros miedos era infundados. Nadie vino a ocupar las otras camas, ni nos sometieron a ningún interrogatorio o tortura antiguos seguidores de la RDA o del Pacto de Varsovia. Era sólo una habitación normal, en un 29 de Junio normal, en una ciudad alemana, en un hotel por 55€ con un WIFI horroroso y unas camas la mar de incomodas. Nos levantamos con premura antes de las 08:00 de la mañana, mientras M Carmen reorganiza el equipaje y prepara la logística, yo me dispongo a repostar la moto, a llenar de aire los neumáticos, y a tensar y engrasar la cadena, hoy será una jornada agotadora para nuestro Falco Stradale. Eso sin olvidar rellenar el aceite, que desde que iniciamos nuestra aventura se ha convertido en una costumbre demasiado habitual. Afortunadamente, tenemos 4 litros con nosotros y por ahora, a pesar de los años de nuestra montura y de que este modelo tiene el defecto de ser demasiado chupona a altas velocidades creo que está teniendo un consumo contenido. Desde luego, más nos vale, ya que según he podido observar en muchas gasolineras no hay aceite de moto de la graduación 10/40 que llevamos.

A mi llegada al hotel, como no podía ser de otra manera,  ya esta M Carmen esperándome para montar el equipaje en la moto, cosa que hacemos juntos y a gran velocidad, sin duda, ya estamos cogiendo práctica. Después me ayuda a tensar y engrasar la cadena. Tenemos la moto en perfecto estado de revista, me dispongo a montarme y a arrancarla, coloco mi GPS, pero me percato de que falta el lazo naranja que mi novia había ingeniado para que el aparato siguiera cargando en marcha ante la inoperancia de la base cargadora original. Gran problema, el GPS no enciende y solo lo hará si le metemos energía mientras nos movemos. En esos instantes, experimento un nerviosismo que me recorre el cuerpo a través de mis venas como un liquido caliente, nunca antes había tenido una sensación así. Si en Mérida, la pérdida de los forros nos ocasionó un serio contratiempo, ahora en Hamburgo nos encontramos en la obligación de cruzar dos países en un día para llegar a un tercero con un ferry que no espera a nadie, y sin GPS estamos abocados a perder un tiempo precioso intentando encontrar el rumbo correcto.

- ¡Dios mío!¿Donde está el lazo? el GPS no enciende, tenemos que llegar a Hirtshals como sea, joder.......   - Cálmate por Dios, respira hondo, que me estas poniendo nerviosa, odio que te pongas así - me grita mi novia, para hacerme despertar de mi nervioso letargo.

De repente, mi novia lo encuentra en un apartado de la mochila, y me pone una cara de perdonarme la vida de aúpa, evidentemente mi nerviosismo se aplaca a la vez que mi cara de imbécil crece y no me queda más remedio que guardar silencio mientras coloco y cargo mi GPS Tomtom Rider. Es hora de ponerse en marcha sin más dilación.

Con el GPS operativo dejamos Hamburgo atrás con relativa facilidad, cogemos la E45 y ponemos rumbo al claramente al Norte, con destino a Dinamarca. Abandonamos la ciudad con el cielo encapotado y amenazando lluvia, nosotros por precaución ya salimos de Hamburgo plastificados. Ante nosotros se cierne de nuevo una carretera con asfalto perfecto, que nos hace deslizarnos rumbo a la frontera germano-danesa. Verdes prados vuelven a tomar la carretera y de vez en cuando, vemos alguna pequeña granja con sus vacas, paisajes desde luego bucólicos que no nos pueden distraer de nuestro objetivo, llegar a Hirtshals antes de las 16:00, ya que el ferry comienza el embarque una hora antes de la partida. Piloto el Falco Stradale con prestancia y con una celeridad inusitada, hasta entonces entre el patriótico tráfico germano. Más prestancia que velocidad, porque el Falco Stradale, al estar tan cargado no puede superar, ni queriendo, los 120 km/h. Casi sin darnos cuenta pasamos por Neumünster, eso si, sin desviarnos de la E45, comienza a llover como lleva siendo costumbre desde Bélgica y toca remangarse para lograr nuestro objetivo de cruzar Dinamarca. De momento, nosotros ya tenemos puesto el mono de trabajo. Los elementos hacen acto de presencia, aunque tímidamente. 

No he podido dormir en toda la noche, a veces tenía la sensación de que nos observaba alguien. Me comenta mi novia, con cierto miedo. Y aunque yo no se lo quise reconocer, he de decir que algunas fases de la noche, también tuve esa sensación, quizá por unas cortinas transparentes que dejaban la habitación en penumbra antes las luces de un negocio cercano. 

Seguimos por la E45 con paso firme y decidido, sin titubeos a pesar de que la lluvia empieza a hacer acto de presencia a la altura de Neumünster, afortunadamente, tenemos puestos los trajes de agua. Pero empieza a ser un engorro a detenerse por "plastificarse", en fin todo sea por no tener que pasar la jornada siguiente empapados de agua circulando por las carreteras más olvidadas de Europa, ¿no? En los kms venideros lo único que monopoliza nuestros pensamientos y nuestros diálogos son, sin duda, nuestras vivencias en la "peculiar" estancia de Hamburgo. No me equivoco al afirmar que creo que ha sido nuestra peor habitación, y eso que hemos estado en sitios penosos, que incluso han provocado nuestra risa. Pero hubo algo de tétrico la noche anterior, que para nada hacen recomendable el Hotel Eukelurg, ni siquiera para mochileros. En fin, km a km, va quedando ese mal recuerdo atrás, recuerdo que no enturbia para nada la ciudad de Hamburgo. Ciudad que ha tenido poco que ofrecernos que a la que seguro, volveremos seguro que con alguna tonta excusa.

Mientras nos alejamos de la ciudad germana, y como tema de conversación nos echamos unas risas tremendas recordando sitios penosos en los que nos hemos albergado en el pasado. Sitios, que aunque de calidad sonrosante a nosotros siempre nos han sacado una sonrisa, incluso en el mismo sitio. Al contrario de lo que mucha gente hace que es reírse de las cosas a toro pasado. Por ejemplo hablamos de una habitación que alquilamos cerca de Fátima (Portugal) donde TODO parecía sacado de la serie Cuéntame, con esos pomos añejos, esos interruptores de pestaña, esas mantas de pelo, esas cortinas traslucidas, esos vasos marrones y verdes... ¡¡Ufff!! que risa. O aquella habitación en Paris, ¡¡Dios mío, que habitación!!, vistas a un tragaluz, humedades en paredes y ambiente, colchones de esponja, sabanas blancas recias como el esparto, baño compartido, y todo en un distinto de París, el 17 o 18 creo recordar, en lo que menos había eran franceses.

- Te acuerdas Rafa cuando no tenia agua caliente para ducharme- Recuerda M Carmen entre risas.
- Dímelo a mi, que tuve que decirle al dueño que solucionará el problema y acabe haciéndolo yo con una llave inglesa oxidada mientras hablaba con la hija en inglés para que ella se lo dijera al padre en francés. Una escena digna de una comedia de enredo, tan típicas del país galo.

Nos vamos acercando a Flensburg, y va siendo hora de buscar gasolinera, no porque nuestra moto nos exija un repostaje, sino para entrar en Dinamarca con el deposito lleno de carburante alemán, por otro lado más barato, aproximadamente a 1,55 €/ litro. Mientras repostamos, M Carmen señala al horizonte indicando un cielo repleto de frondosas nubes negras como el carbón, movidas por un fuerte viento.

- Mira Rafa, esta a punto de llover y fuerte - Exclama altamente preocupada ante lo que se avecina
- Pues nosotros vamos para allá, nos espera Dinamarca - afirmo con la rotundidad del que va a afrontar un desafío
- ¡Dios mío! - Resopla ella.

Efectivamente, ha llegado la hora de la verdad, ha llegado la hora de entrar en Dinamarca

A los pocos kms de dejar la gasolinera de Flensburg llegamos a la frontera germano-danesa. Las primeras impresiones al cruzar Dinamarca son que las carreteras han descendido un poco en su calidad, y las señales de tráfico han tomado un gracioso matiz propio de la EGB. Por ejemplo, aquí el paso de tres carriles a dos o la existencia de carriles de incorporación se señalan con líneas negras y rojas que se unen en un lazo. Algo ciertamente curioso, que no habíamos visto hasta ahora.  Dinamarca también es un país extraordinariamente plano, allá donde abarca la vista no vemos ningún promontorio en el terreno, parece que estamos en un gigantesco campo de futbol. Nos adentramos por el terreno de juego danes, con el permiso de Odín, donde las vacas pastan a sus anchas y donde los aerogeneradores toman el horizonte desafiantes ante nuestro paso. No es para menos, Dinamarca es potencia mundial en energías renovables, sobre todo en la eólica, superando incluso a España.. Monstruos de acero, que se yerguen como molinos gigantes, y que poco a poco empiezan a girar, a la vez que  nuestras preocupaciones a crecer.

Llevamos poco tiempo en tierra vikinga, pero ya observamos como el tiempo comienza  a cambiar de forma abrupta. Se ve la actividad en los molinos que nos flanquean, señal de inicio del viento racheado, que empezamos a sufrir. De momento, la moto aguanta los envites eólicos, aunque encontramos dificultades en los adelantamientos de camiones y su famoso "efecto de absorción" por la diferencia de presión. A eso hay que sumarle que la carretera por la que circulamos es de doble sentido y nuestros cruces con camiones son bastante comprometidos para nuestra estabilidad, sobretodo por la onda de choque que con fiereza nos sacude en cuanto un camión nos pasa por el carril contrario. No es nada nuevo que no hayamos experimentado ya en la Ruta de los Descubridores, que nos llevo por el Algarve portugués, por ejemplo, pero si es cierto que lo peor, esta por llegar...

De repente, los vientos que eran de suave racheado de componente este, se vuelven cada vez más fuertes soplándonos en ambas direcciones. Por si fuera poco, comienza a llover con fuerza sin previo aviso, la situación se va tornando grave, a la vez que el cielo se va ennegreciendo. Hasta ahora me había enfrentado al fuerte viento de Portugal o a la lluvia torrencial de Sevilla en otoño, pero a las dos cosas a la vez...nunca. Por si fuera poco el despliegue de medios de la naturaleza para la batalla, la luminosidad y la temperatura han bajado de forma drástica, nos adentramos en un infierno de asfalto de oscuro porvenir. Sin percatarme había llegado la hora de la verdad: Estábamos en mitad de las planicies de Dinamarca con el GPS renqueando, la moto cimbreando como una hoja por el viento, calados hasta los huesos y pasando por un frío polar. Por un instante, era como estar dentro de una lavadora a la que hubieran puesto el programa de centrifugado. Un autentico infierno en tierra de Odín.  En esos momentos, me acordé de la primera etapa de nuestra aventura, ni queriendo hubiera salido tan mal, en la que perdimos todos los forros térmicos e impermeables de nuestros equipo, y eso que era el primer día. Hoy sin duda, hubiera venido de fabula esos forros para aislarnos de las inclemencias del tiempo que están empezando a hacer mella en nuestro físico y en nuestro ánimo.

El viaje se complica de forma exponencial, y tenemos sobre nosotros el peso del tiempo que pasa inexorable, al contrario, que el meteorológico que sigue constante km a km por tierras danesas. Tenemos el inexcusable deber de llegar a Hirtshals, en el extremo norte de Dinamarca, lugar donde cogeremos un ferry con destino Kristiansand y que sale a las 18:00, aunque debemos presentarnos en la zona de embarque al menos 1 hora antes. La aventura, aunque parezca mentira, está por primera vez en serio peligro. Si llegamos tarde, a parte de la perdida de dinero, deberemos de coger un ferry al día siguiente como poco. Y ello conllevaría retraso en el resto del viaje, además que provocaría cambios en la reservas de hotel, cambios que podrían alterar el devenir de nuestras etapas. Sin duda esta etapa es en la que tenemos más presión, entre los envites del clima y rodando entre un suelo anegado por la lluvia, no dejo de reflexionar dentro de mi casco: ¿Nos ganará Dinamarca la partida?

Reflexiones todas íntimas y privadas, que intento compartir con mi novia, pero ella se encuentra demasiado ocupada intentando mantenerse agarrada a mi, ante el incesante viento, atenta a los adelantamientos de otros coches o cruces con camiones, que nos "duchan" literalmente. La verdad es que aunque no me lo dice, se que debe estar pasando un frío de perros, a través de mi espalda siento como tiembla intentando extraer de mi algún atisbo de calor. Yo mantengo el tipo gracias a los puños calefactables, los cuales cumplen su cometido, pero no pueden aislarme de la lluvia. Lluvia que empapa mis guantes de goretex hasta el punto de no sentir los dedos, así que no me imagino como debe estar pasándolo ella. 

Adentrados ya 170 kms en tierras vikingas decidimos hacer una parada en una gasolinera de Aarhus a reponer fuerzas y de paso a repostar nuestra moto. M Carmen entra primero para calentarse con un buen café e ir al servicio, mientras yo la espero vigilando nuestra montura. Puede parecer poco practico estos turnos para hacer las cosas, pero no llevamos maletas metálicas que nos den seguridad ante los amigos de lo ajeno. Así que, aunque empapado, decido esperar a que ella regrese. Mientras lo hace, tomo conciencia del precio del combustible en Dinamarca, el cartel reza unos carísimos 1,85 euros/ litro de gasolina, "¡Vaya con Dinamarca! hice bien en repostar en Alemania", después observo que, el tiempo lejos de mejorar está empeorando por momentos, a pesar de que parezca un suicidio hay que continuar para llegar a tiempo al ferry. Ensimismado con mis pensamientos no me doy cuenta de que M Carmen está con un café para mi, un curioso video y la compañia de un nuevo amigo.


Un hombre, aproximadamente de mi edad y que guarda, porque no decirlo, un gran parecido con Wayne Rooney, pero no es inglés, es noruego, su nombre: Eric Paulsen. M Carmen no podía entender lo que decía y lo ha traído para que hable conmigo, ya que se ingles. Hechas las presentaciones, nuestro nuevo amigo vikingo me pregunta a donde vamos

- Vamos a Hirtshals, tenemos que coger un ferry hasta Kristiansand - Le respondo emocionado ante nuestro primer contacto motero, a más de 3000 kms de casa.
- Yo también tengo que coger ese ferry, soy de Bergen y regreso a casa - Me responde
-¿Puedes llevarnos hasta Kristiansand, nuestro GPS no funciona y tenemos que coger un ferry a las 18:00?
- No hay problema, es el mismo que tengo que coger yo, tenemos tiempo de sobra, llegaremos, lo único que hay que hacer es seguir esta carretera sin desviarte hasta que se acabe la E-39 - Afirma con seguridad aplastante.
-¿Con este tiempo?- Sinceramente, tengo serias dudas de que lleguemos a tiempo.
-En Noruega hay un dicho, no hay mal tiempo, hay mala ropa

Cuando esta última frase se la traduzco a mi novia, ambos no podemos evitar emitir un risa nerviosa a la que Eric se une sin saber que tenemos de ropa motera la apariencia, ya que no tenemos forros y todavía nos quedan 180 kms de travesía en un infierno vikingo de viento y lluvia. Ha llegado la hora de demostrar de lo que somos capaces, no hay tiempo para lamentaciones, hay que seguir adelante. A partir de ahora, nuestra misión es seguir a Eric y llegar a tiempo hasta Hirtshals.

Emprendemos la marcha con cierta esperanza de lograr nuestro objetivo, por al menos unos kms el equipo Falco Stradale pasa a tener 3 miembros. A nuestra moto le ha salido una nueva compañera una Triumph Tiger de 800 cc, completamente equipada. Con la moral más elevada sorteamos el viento y su castigo con prestancia, aunque nuestra moto no se mueve con igual agilidad que la de Eric bajo la incesante lluvia, también debido a que nosotros vamos más cargados. Sea como fuere, nuestro amigo noruego empieza a coger distancia con respecto a nosotros alejándose cada vez más. Intento acelerar para ponerme a su altura, pero resulta del todo inalcanzable para mi, Eric hace gestos por rebajar su marcha para acompañarnos, pero pasados unos 20 kms se hace totalmente imposible seguirlo perdiéndose a continuación en la bruma. Definitivamente le he perdido.

- A ver si por seguirlo vamos a tener un accidente, te ha dicho que no te desvíes, sigue la E-39 hasta Hirtshals, ya lo veremos allí" - Ordena mi novia desde la angustia. Y es que ella ve que en mi deseo por alcanzarle puedo dejar de prestar atención a la estabilidad de mi moto. Sin duda está asustada, atravesar Dinamarca en estas condiciones la está superando y, debo admitir que por primera vez siento que mis fuerzas flaquean para continuar nuestra aventura. Atravesar Dinamarca, y eso que es un país plano, se nos está haciendo muy cuesta arriba. Por primera vez, la palabra "abandonar" resuena entre nuestros intercomunicadores, nos quedan algo más de 100 kms y las fuerzas nos abandonan, sin un faro que nos guie estamos perdidos en la tierra inhóspita de Odín, bajo un manto de lluvia, azotados por el viento. Entre la fuerza de los elementos, la tensión surge hasta el punto de llegar a insultarnos y gritarnos mutuamente, la situación es grave, pero no queda más remedio que solucionarla sobre la marcha. Marcha castigada por camiones que nos adelantan, soltando más agua sobre nosotros y nuestra moto. 

- No he llegado hasta aquí para rendirme - pienso. Hemos de completar esta aventura, creo en ella, creo en mi moto, y por supuesto, creo en mi novia. De los comentarios negativos paso a los positivos, intento animarla y de paso animarme yo, no podremos superar esto si no estamos unidos. Ella intenta mitigar sus dolores de piernas, estirándolas en marcha y yo intento relajar un poco la musculatura del cuello y brazos para afrontar lo que nos espera. De repente deja de llover, pero el viento sopla, aún si cabe, con más fuerza sacudiéndonos de tal manera que la moto no sube de los 45 grados de inclinación, a izquierda y derecha nos mueve como un pelele, tanto que en uno de sus envites piso el arcén de la carretera, no dejándome volver a la carretera. Carretera ocupada ahora por un camión.

"¡¡¡¡¡Para, para, que no matamos, nos comemos el camión!!!!! - Grita mi novia desesperada. En ese momento, agarro firmemente el manillar de mi moto, acelero al máximo para salir de la aspiración del camión y me pongo delante de el, superándolo por la derecha. La maniobra aunque peligrosa nos ha mantenido a salvo del viento unos valiosos segundos, los suficientes para volver a la carretera, que era lo importante. Mientras M Carmen, mantiene la compostura, dentro del nerviosismo general, está tan quieta atrás que apenas noto su presencia. Sin embargo, se hace notar a través del intercomunicador, entre susurros y algún pequeño sollozo, la oigo rezar un padre nuestro entrecortado. Algo que me deja impactado, nunca la había visto tan asustada, siempre la había considerado una persona dura, incluso más que yo, pero desde luego, esta aventura esta tomando carices de riesgo que no se si mi compañera está dispuesta a aceptar. -
- ¡Rafa ya no aguanto más, estoy congelada, empapada y nos vamos a estrellar, para, que me quiero volver a casa! - Grita mi novia con desesperación.
- M Carmen aguanta, yo también lo estoy pasando mal, nos queda poco para llegar a Hirtshals -
Le respondo, sin saber realmente lo que nos queda para nuestro destino. En mi mente solo se alberga un pensamiento: Nos estamos jugando la vida ¿merece realmente la pena? Entre toda esa vorágine de emociones, siento que mis fuerzas flaquean, empieza a dolerme el cuello y los brazos no los siento desde la punta de los dedos hasta los hombros. Tan preocupado estaba del estado de mi novia y de no caerme, y soy yo el que empieza a notar los síntomas de la hipotermia, al engarrotarse todo mi tren superior. Sin embargo, hay algo dentro de mi que empuja a continuar. No sabría describir lo que es pero entre todo ese infierno de viento y agua que apenas me deja oír mis propios pensamientos, saco fuerzas de flaqueza para seguir adelante. No me he tirado el último año de mi vida planeando esta aventura para abandonar ahora, nunca me he rendido en la vida y desde luego no va a ser ahora - me digo a mi mismo con tesón, a pesar de que cada vez estoy más débil.

Instantes después algo más se añade al coctel de sufrimiento: nuestros intercomunicadores se apagan y se hace el silencio entre nosotros. Lo que antes era un dialogo inerte por el exceso de ruido que hacía que apenas nos oyéramos entre nosotros se convierta en un silencio sepulcral. Ante tanto infortunio, decido parar en una gasolinera cercana para intentar calmar las aguas y cargar los intercomunicadores. Sorprendentemente veo a mi novia bastante entera, pero cabreada a tope. Si bien a partir de Paris ella empezó a creer en la consecución de esta aventura, ahora tiene serias dudas, tiene que recuperar la confianza, ambos lo necesitamos. Almorzamos con un poco de jamón y queso, entre tanta lucha se nos ha olvidado comer y ya va siendo hora. 

-¿Rafa, todo el viaje va a ser así?, Yo así no continuo - Reflexiona mi novia en voz alta ante mi descontento. 
Siempre he sido yo el negativo, según ella, pero en este viaje de momento las tornas se han cambiado. Tengo confianza en que lo podemos conseguir, pero ante la dificultad, no logro transmitirle ese entusiasmo. Hay que venirse arriba, nos queda poco le espeto, le recalco que yo también lo estoy pasando mal y que esto sabíamos que no iba a ser fácil, es nuestra prueba de fuego para demostrar si somos realmente capaces de completar Euro-Diversion 2013. Con los intercomunicadores cargados levemente, y alguna reticencia se monta en la moto para continuar con nuestra travesía, tengo que decir que era conocedor de que en Dinamarca habría fuertes vientos, pero esto se está pasando de castaño oscuro, incluso para mi. 

- No vayas tan deprisa que llegar, llegamos seguro-, con su rotunda afirmación abandonamos la gasolinera, pero yo no las tengo todas conmigo ante las malas condiciones climatológicas y la poca prestancia de nuestra moto de superar los 120 km/h puede que nos suponga un retraso. Nuevamente me autoimpongo la presión de llegar a Hirtshals antes de las 17:00, aproximadamente nos queda una hora y menos de 60 kms, pero nos orientaremos fácilmente en la ciudad danesa? Ciertamente me tiene preocupado.

Reemprendemos la marcha y nuevamente nos saluda el viento con sus golpes de timón, intento mantener la moto recta, lucho por no caerme y atravesar el frente del viento, primero con mi casco y luego volcando mi peso hacia delante. Cuando creo haberlo conseguido, el viento vuelve golpearme con fiereza en la dirección contraria. Si alguna vez hubo un infierno para los moteros, sin duda es este. Todas las condiciones, excepto nieve, juntas para propiciar el desastre. Bueno, falta la niebla ¿no?, no la niebla también aparece. Bueno, al menos es buena noticia debemos de estar cerca del litoral danés. En ese momento de autocomplacencia y con el viento empujándome hacia el carril izquierdo, la moto se cruza en el camino de un coche que estaba adelantando, M Carmen se percata y me avisa con un grito que me ensordece y de paso enfada. Lo había visto, pero era el viento el que no me dejaba corregir la trayectoria. Entre gritos, sucede lo inevitable, nos quedamos sin batería en los intercomunicadores, siendo ahora si, el silencio irremediable hasta nuestra llegada a Hirtshals. Silencio, que de pronto me hizo estar a kms de mi novia, a pesar de que podía notar su presencia a través de mi espalda. Durante esa media hora de puro silencio, pude concentrarme en mi tarea de llegar al ferry a tiempo, pero ya no tenía contacto con mi novia, y eso me inquietaba. De pronto, se encontraba sola en mitad de ese averno sin poder comunicarse, y eso la hacía por unos instantes en la persona más solitaria del mundo. Me abrazaba buscando mi complicidad y yo le respondía tocando su rodilla, una manera tacita de decirle que todo iba bien.

Finalmente, llegamos a Hirtshals, un pequeño pueblo danés en el mar del norte, con agreste clima y fuerte oleaje, que castiga una inhóspita playa, que nos saluda. 







Bueno, pues lo hemos conseguido, enseñamos nuestros tickets y esperamos nuestro turno en el embarcadero, pero ¿Donde está Eric?¿Habría llegado tarde? Antes de poder responder a estas preguntas se presenta detrás nuestra nuestro amigo con una sonrisa en la cara. Su llegada nos relaja, lo hemos conseguido, ahora podemos respirar tranquilos, superamos el reto de Dinamarca. Por primera vez, la veo sonreír y eso me llena de alegría, a pesar de las dificultades aquí seguimos, vivos y con nuestro Falco Stradale en perfecto estado. 





Llega el momento de embarcar en el ferry, pero ¿Cómo se amarran las motos? pienso mientras M Carmen se pone manos a la obra para intentar averiguarlo. Como parece no dar con la tecla, aparece Eric para explicárselo. Con su explicación ella se apaña y casi sin ayuda lo hace sola, sin duda no salgo de mi asombro. Eric nos dice que podemos dejar nuestras chaquetas en la moto, que nadie roba en la bodega. Nosotros no nos fiamos y también por el frío que padece M Carmen, nos las llevamos. 




Como podeis ver en estas fotos, los noruegos son amantes de los clásicos de cuatro ruedas norteamericanos.


Subimos juntos a cubierta, nosotros con lo justo, y el muy preparado, cargador de movil, GPS, unas patatas, coca-cola, y nosotros sin nada para matar el tiempo de la travesía hasta tierras noruegas. No importa, decido charlar relajadamente con él de lo que nos ha pasado, mientras, por supuesto, ejerzo de traductor de mi novia. Mientras Eric se pone más cómodo nos pregunta: 

-¿Donde estabais? Os perdí cerca Aarhus
- No podía seguirte, tenemos mucho peso
- No pasa nada, ya estáis aquí que es lo importante - responde mientras mira a M Carmen
Ella resopla de alivio y Eric se ríe mientras degusta una Coca-Cola, como nuestro amigo nos ve un poco desvalidos decide invitarnos y comparte sus patatas con nosotros. Snacks que a nosotros nos saben a gloria teniendo en cuenta lo vivido.
- Vamos a salir con retraso, el mar está muy picado, tardaremos una hora más - nos advirtió, en ese momento tomo la iniciativa de la conversación.
- Bueno, es la primera vez que visitamos Noruega, ¿Qué consejos nos das para descubrir tu país? - pregunto con inquietud.
- Revisad la información del tiempo en cada etapa, el tiempo cambia mucho - Nos ofreció el nombre dos aplicaciones de iPhone del servicio meteorológico de su país que iban muy bien y que me descargue gracias al WIFI del ferry - Tened cuidado con los renos, seguid siempre la E-39, que atraviesa Noruega y sobretodo, tened mucho cuidado con la velocidad, la velocidad máxima en Noruega es de 90 km/h y si la superáis os pueden multar con 3000 euros. Por cierto ¿A donde vais?

- A Nordkapp - le respondo con la ilusión del aventurero audaz.
-¿A Nordkapp? yo nunca he ido, tengo pendiente ese viaje, yo vengo de los Alpes de estar con unos amigos", "¿de donde venís?"

- Mi novia y yo somos de Córdoba y Badajoz, vivimos en Sevilla y desde Tarifa venimos para completar la vuelta a Europa en moto uniendo el punto más al sur con el punto más al norte del continente - aproveche entonces para contarle todos los detalles de Euro-Diversion 2013, las distancia, días de viaje, países que veremos, donde estaremos hospedados, etc. Sin duda el tema dio para una amplia charla, entre tres moteros ávidos de sensaciones en las dos ruedas. 

Debo decir que gracias a Eric, no hubo tiempo de hacer nada más en el barco, pero el ferry de la Fjordline no tiene que envidiar absolutamente en nada a un crucero de lujo. Cuenta con todos los lujos e instalaciones, restaurantes, tiendas, guardería, etc. Y todo para una trayecto de unos 100 kms creo. Tenía razón nuestro amigo, el mar estaba picadísimo y la embarcación daba unos botes que la hacían parecer prácticamente una moto de agua. Aún así los compatriotas de Eric no se cortan y en cuanto llegan a aguas internacionales en avalancha acuden a la tienda de licores para comprar un bien preciado y carísimo en Noruega, de paso se ponen morados a perritos calientes y demás viandas, mientras nosotros empezamos a sentir leves síntomas de mareo. Menos mal que la conversación con Eric hace amenos estos momentos.

                            

- Bueno, ¿en que trabajas Eric?, háblanos de ti
- Trabajo para una empresa petrolífera noruega, en nuestro país es raro el que no se dedica a esto.
No en vano Noruega es el tercer productor mundial de petróleo del mundo y la segunda economía en cuanto a renta per cápita del planeta.
- Y, ¿Por qué la gasolina está tan cara? - le pregunto con ahínco.
- En nuestro país los políticos han decidido vender nuestras reservas al extranjero y a nosotros nos cobran la gasolina también más cara para alimentar un fondo común que sirva para pagar las pensiones de los noruegos del futuro.
M Carmen y yo nos miramos incrédulos, ¿Políticos pensando en el futuro de sus ciudadanos?, bueno he de puntualizar que Eric nos dijo que no todo es perfecto. Los impuestos son altísimos, las carreteras están con un mantenimiento deficiente la sanidad no es gratuita, pero además deberían destinarle más recursos y el país se ha gastado mucho dinero en hacerlo comunicable con las poblaciones del interior del país. Cuando los fiordos se congelan, se pueden dar vueltas de 300 kms para llegar a una población que esta a menos de 30 de otra. Aún así, como siempre le digo a mi novia:

- M Carmen, nos sacan años de ventaja - en claro y jocoso homenaje a un episodio de los Simpson en el viajan a Japón.

Entre risas de camadería Eric nos asegura que si nunca hemos visto Noruega vamos a alucinar con su naturaleza indómita. Después de la travesía por el agreste mar del Norte, llegamos a otro de los dominios de Odin: Noruega. Un país que nos saluda desde sus cabos, su faro y sus verdes poblaciones, todas bañadas con un sol radiante que hace que olvidemos el pasado infierno danés. Parece mentira, son casi las 21:00 de la noche, pero sol brilla como si fueran las 10:00, - Es el sol de medianoche - exclama Eric, mientras nos encaminamos hacia la bodega del barca en busca de nuestras motos. 

                         




- Seguidme, no os perdáis - ironiza Eric, menos mal que el tiempo en Noruega ha cambiado absolutamente para mejor, haciendo que nuestro trayecto por Dinamarca fuera de pronto, un acontecimiento de un pasado muy lejano.

                          

Tras la salida del ferry de la Fjordline le seguimos con un sol cegador. Este fenómeno no deja de impresionarme en nuestros primeros kms por Noruega. Un sentimiento de entusiasmo nos embarga, por fin, tras 10 días ponemos pie en Noruega, un país que de antaño M Carmen y yo anhelábamos visitar. Sin GPS, pero con la asistencia de Eric, llegamos al First Hotel en Kristiansand en menos de 10 minutos. Allí nos espera el personal del hotel para llevar nuestras cosas a la habitación, pero antes una foto para dejar constancia de la consecución de nuestra etapa, todo un desafío. Después de la foto, llega la desagradable hora de las despedidas. Nuestro amigo continua su ruta hacía Bergen.






Después de cruzar 3 países y de soportar nuestro particular valhalla (el inframundo en la mitología vikinga) danés es hora de disfrutar de lo conseguido, así que decidimos dar una vuelta pequeña por Kristiansand. Nuestra aventura apenas dura un par de manzanas a pie, pero tampoco hay prisa ni ansia por ver nada en particular, simplemente buscamos estirar un poco las piernas. No es para menos, esta etapa de lejos ha sido la más dura y peligrosa del viaje, así que nos tomamos este paseo como de reflexión. Esta claro que cuando iniciamos esta aventura, sabíamos que no iba a ser fácil, pero quizá hoy nos hemos encontrado con los elementos como principales enemigos, además del tiempo. Afortunadamente, hemos superado con nota la prueba, y al margen de momentos tensos entre los dos, creo que la moral de mi compañera y la mía propia están bien. Estamos contentos, juntos lo hemos conseguido, hemos atravesado nuestra sexta frontera. Estamos en nuestro séptimo país, al fin, y ya podemos empezar a creérnoslo, estamos en Noruega

Al regresar al hotel nos encontramos con la sorpresa de que tenemos un parking cubierto gratuito incluido en la estancia, miro mi reserva y ponía que se pagaba a parte (12 euros diarios). Se lo comunico al recepcionista, el cual en un perfecto ingles, me responde que nuestro amigo de la carretera, Eric ha hablado con ellos, para que hiciera el favor de hacer una excepción con nosotros. Quizá Eric habló con ellos y les contó nuestra aventura, que veníamos desde España, etc. sea como fuera, seguimos con la buena suerte en cuanto de dejar nuestra moto aparcada en sitio cubierto. Con la sorpresa latente, me subo a mi montura y aparco el Falco Stradale hasta la mañana siguiente en un patio cubierto trasero del hotel, mientras M Carmen sube a su habitación para descansar y hacer esta instantánea a horas cercanas a la medianoche. Mañana será otro día, día en el que nos lanzaremos al descubrimiento de este gran país que es Noruega y que nuestro Eric no duda que nos encantará. A pesar de que hace ya bastante que se marchó no dejo de pensar en él, y en lo mucho que nos ha ayudado a llegar hasta aquí. Quizá sin su ayuda lo habríamos conseguido también, pero estoy seguro de que hubiera sido mucho más difícil. Allá donde estés te deseo buen viaje.


Muchas Gracias Eric Paulsen










miércoles, 9 de julio de 2014

CAPITULO 8: DURMIENDO CON LA GESTAPO

AMSTERDAM-LEEUWARDEN-BREMEN-HAMBURGO




Distancia total ruta:  503 kms

Tiempo total:   5 horas 25 minutos

Ciudades visitadas: 3

Paradas: 3

Consumo medio:  5 l/100 kms 

Gasto de combustible:  33,78€

Peajes:


El día de ayer estuvo pleno de emociones y experiencias, la verdad es que Amsterdam es una ciudad maravillosa que merece la pena ver una y otra vez. Por desgracia, debemos avanzar hacia la siguiente frontera, el siguiente país. ¿Que nos deparará Alemania? Como es ya habitual en esta aventura nos despertamos temprano para coger carretera lo antes posible. M Carmen llevaba varios días quejándose del frío, anoche tras la vuelta nocturna y lluviosa al hotel, se convenció de que necesitaba más capas de ropa para afrontar la parte escandinava de Euro-Diversión. Yo ya le había prestado mi ropa térmica, pero no era suficiente. Así que no nos quedó más remedio que retrasar nuestra partida hasta que las tiendas abrieran. Supongo que en ese lapso de tiempo la ropa pudo secarse mejor, los dispositivos cargarse más, y nosotros organizar las cosas de las alforjas con más calma. Por desgracia, no pudimos descargar fotos en el disco duro. El uso de PC en este Ibis costaba dinero, al contrario que en Brujas, así que decidimos que probaríamos suerte en el siguiente hotel. A mi me dio tiempo a hacerle una revisión general a la moto. Limpie, engrase y tensé mi cadena, comprobé la presión de los neumáticos, las fijaciones, amortiguador, y el nivel de aceite, que estaba un poco bajo. Tras reponerlo, volví a la habitación para desayunar de nuestras provisiones. Con el estomago lleno y una vez hechos los deberes, partimos hacia Amsterdam de nuevo, con la misión de encontrar algo más de ropa de abrigo para mi sufrida pasajera. Es increíble, con el nivel de stress que hemos tenido en otras etapas, y aquí estamos sin ganas de querer irnos de Holanda, definitivamente, nos ha encantado este país. Dejamos atrás el hotel, cuyo parking está invadido de motos, se nota que el MotoGP de Assen es hoy, y tras él, el Aeropuerto de Schipol, el construido a más baja altura del mundo (a 3 metros) para desandar el camino y volver a ver la ciudad que vimos ayer.  Para comprar la ropa, y teniendo en cuenta que era Sábado, decidí que lo mejor, más rápido y seguro era ir a un Decathlon, metimos en el GPS el primero que nos salió y pusimos, prestos, rumbo a él. Cuando llegamos no pude salir de mi asombro. Habíamos llegado al Amsterdam Arena, uno de los estadios de fútbol, más modernos y bonitos del mundo, sede del Ajax de Amsterdam y de la selección de fútbol de Holanda. Mi novia, al principio, no le dio mucha importancia, aunque le di varias nociones de nuestro más reciente descubrimiento. 








Resulta que el Amsterdam Arena tiene una autopista que circula por debajo, uno de los mayores centros comerciales de Europa en su estructura y por si fuera poco, es de los pocos estadios completamente cubierto que hay en el mundo. Bueno, parece que se quedó un poco más impresionada. Aunque, más emocionada se quedó al ver el Decathlon abierto, casi no me deja aparcar la moto de los saltos que daba. Por fin entramos, y aunque estamos en verano, podemos  encontrar, no sin una ardua búsqueda, ropa de invierno. Lo malo, es que al estar fuera de temporada la variedad es poca, y claro no sólo tiene que abrigar, sino encima ser bonito, estar bien y barato. Compró un forro polar bastante competente, pero no era barato y el color.... ¿naranja? Ni en sueños M Carmen se habría comprado un algo tan chillón, pero de lo que había era lo que más abrigaba, según nos contó la amable dependienta. En fin, debajo de la chaqueta no se va a ver ¿no? Pagamos y nos vamos, poco a poco vamos dejando el majestuoso Amsterdam Arena atrás y vamos rumbo al norte del país, por fin, tras este receso necesario, da comienzo la octava etapa de Euro-Diversion 2013.

Cogemos la A-7 rumbo norte, la autovía nos brinda las últimas imágenes de moteros en ruta. Toman la carretera un sin fin de aerogeneradores a ambos lados de la misma, afortunadamente el viento sopla con suavidad y apenas se deja sentir en nosotros. M Carmen, ya esta probando su forro polar y se la ve más cómoda en el Falco Stradale, y con menos frío. Sin embargo, sigue con sus molestias en la rodilla, las cuales alivia de vez en cuando estirando la pierna. Menos mal que, siempre avisa, porque ese movimiento desequilibra un poco la moto, aunque sólo sea por unos instantes. 

- Menos mal que no me opere, si no, no hubiéramos podido realizar esta aventura - me comenta aliviada, mientras realiza su rutinario movimiento de estiramiento de las articulaciones.

Seguimos progresando, con el tráfico algo más fluído, por el norte del país hacia el mar de Frisia. A parte de los aerogeneradores, nos rodean un reguero de cuadriculados canales de riego que bañan los campos. Nos paramos a reflexionar a través de los intercomunicadores que es muy probable  que el terreno firme que pisamos pueda ser perfectamente ganado al mar. Según me pude enterar esa superficie ganada tiene la extensión de la provincia de Málaga, algo ciertamente increíble, no es de extrañar que los ingenieros holandeses estén entre los mejores del mundo por robar a la naturaleza su espacio y mantenerlo lejos de sus garras. A lo mejor deberían coger buena nota de ello los venecianos, siempre con problemas de inundaciones en cuanto caen dos gotas. El bullicio de la capital holandesa ha dejado paso a verdes y planos prados, silenciados únicamente por el murmullo de nuestros pensamientos, intentando asimilar ambos las intensas vivencias de estos días de increíble aventura. Nos separan ya unos 70 kms de Amsterdam y parece que, abandonada la urbe, hemos pasado a otro país, sin embargo, seguimos en Holanda, pero quizá en una Holanda más inhóspita y agreste. El viento, hace leves apariciones acompañadas por lluvia cada vez más incesante, por lo tanto, como precaución, no nos queda más remedio que parar, y ponernos los dichosos monos de agua. Todavía hoy, a más de 3000 kms de casa, maldigo mi suerte por la perdida de nuestros forros interiores (térmicos e impermeables). Pero no queda más remedio que claudicar y seguir a pesar de la dificultad. Aprovechamos el repostaje en una gasolinera para hacer la puesta de ropa, y matar dos pajaros de un tiro. Así que, comprobamos presiones, y tras saludar a un extrañado soldado holandés, nos ponemos en marcha de nuevo, rumbo a Leeuwarden, para llegar a esta ciudad de 96000 habitantes tendremos que atravesar el Gran Canal, el desafío se va cerniendo poco a poco sobre nosotros.

En un principio, cuando planifique la ruta de Euro-Diversion 2013 pensé en hacerla de tal forma que fuera posible llegar del punto más al sur del continente al que está más al norte usando únicamente la carretera como medio para conseguirlo, sin ferrys, ni mar que franquear. Tal fin, es posible desde hace bien poco, en concreto desde el 2000, fecha en la que Dinamarca y Suecia construyeron el puente de Oresund que une las localidades de Copenhague y Malmo. Este puente ha cambiado el mapa de Europa, tal y como lo conocemos, ya que los 16 kms que separan Dinamarca de Suecia, dividían además en dos a la Unión Europea, estando Suecia y Finlandia incomunicadas por tren y carretera con el resto de la UE. Desde este punto de visto, su impacto en la conexión de ambos países es muy superior al logrado por el Eurotunnel entre Francia e Inglaterra. Prueba de ello es que las líneas de ferry que hacían el servicio dentro del estrecho de Drogden han desaparecido, cosa que no ha sucedido ni en tierras británica ni francesas. El puente de Oresund es un puente mixto de 16 kms, aunque como puente tiene únicamente ocho, el resto lo conforma un túnel que va bajo el lecho marino y emerge en una isla artificial, donde la carretera "toma el relevo" conformando un puente. Lo cierto, es que dicho así, tiene que ser una pasada cruzar esta obra de la ingeniería del siglo XXI atravesando un estrecho, muy parecido al Canal de la Mancha pero con mejores vistas. El coste de 20€ como peaje por cruzar en moto, era un bajo precio por disfrutar de unas sensaciones. Sin embargo, tenía una pega: cruzar el puente, implicaría subir al Cabo Norte por Suecia, perdiéndonos toda la magnificencia de los fiordos noruegos. Pasar de Copenhague a Malmo y enlazar a Noruega supondría un kilometraje adicional de cerca de 1500 kms, con el consecuente incremento del presupuesto destinado a gasolina y alojamiento. Fue una pena, pero tuve que renunciar a este hito para poder conseguir llegar al Cabo Norte y volver en un número razonable de días.

Pero conmigo, siempre hay algo más, y claro está en esta ocasión tenía un as en la manga. No era como cruzar el puente de Oresund, pero esperaba que el Gran Canal de Frisia, llamado realmente Afsluitdijk, cumpliera mis expectativas de "caminar sobre las aguas". No era para menos, 30 kms de canal, que más bien deberíamos llamar dique. De hecho, el más largo de Holanda, el cual sirve para controlar el nivel de las aguas que rodean el país y protegerlo de temidas inundaciones. Ahora que nos separan pocos kms para llegar al lugar, debo admitir que estoy ciertamente emocionado, por lo desconocido que nos aguarda. M Carmen ya sabe a lo que nos enfrentaremos y está ciertamente preocupada, le preocupa, obviamente las condiciones climáticas que nos encontraremos, sigue lloviendo y el cielo no invita al optimismo, la verdad. Pero antes de que nos podamos lamentar o preocupar en exceso, el Falco Stradale nos emboca, entre  un escuadrón de motos, al principio del Canal. Contenemos la respiración, mientras se para el tiempo a nuestro alrededor.

Con un viento cada vez más bravo entramos en el canal. De repente, se abre ante nosotros una recta interminable que nos desafía más allá de lo que abarca nuestra vista, a nuestra derecha observamos un mosaico de islas artificiales, algunas incluso con casas y numerosos pequeños diques. A nuestra izquierda un muro de unos cinco metros nos parapeta del viento imperante de componente norte y de las olas. Aunque algunas consiguen superar el dique y salpicar con su espuma, sin importancia para los vehículos que transitan como nosotros, pero nos da una idea del infierno que se debe de estar desatando tras esos muros. No es para menos, estamos a nivel del mar (0 metros) y somos un plato muy apetecible para las fauces del Dios Poseidón. Nosotros continuamos con nuestra marcha firme hacia Leeuwarden, la localidad que nos espera tras este cruce entre aguas. A pesar de ser 30 kms en recta eterna y de no ofrecer nada motociclisticamente hablando de adrenalina, M Carmen y yo estamos disfrutando mucho de este espectáculo de la naturaleza y de como el hombre puede desafiar a la furia de los elementos. El viento, solo nos acaricia, la lluvia ha cesado, por un momento, parece que todo se ha puesto de cara para que disfrutemos de la belleza de este salvaje lugar, perdido en los confines de los Países Bajos. A medio camino de nuestra "travesía por alta mar" encontramos a un grupo de moteros que se han apeado a un lado de la carretera para hacer fotos, a nosotros no nos parece muy segura esta parada y decidimos seguir hasta llegar a un sitio más optimo para detenerse y fotografiar esta mastodontica obra de la ingeniería tulipán. Seguimos serpenteando insolentes entre el escaso tráfico sabiendo que, a escasos metros, el mar está deseando engullirnos. M Carmen aunque, algo asustada, se muestra emocionada, seguramente por el influjo de la adrenalina y ese miedo a lo desconocido que tanto engancha a los amantes de las dos ruedas. 

Tras nuestro juego, por el asfalto como testigo, llegamos al fin del gran dique con la sensación de haber subido a la montaña rusa, volando sobre las aguas sin apenas habernos separado apenas unos metros sobre el nivel del mar. Ha sido como circular por encima de una presa, pero a lo bestia.¡señores!¡que presa!, nada menos, que la que contiene el ímpetu del Mar del Norte. Aprovechamos la ocasión, para hacer una parada técnica y echar fotos como fiel testimonio de nuestra gesta.






Reemprendemos la marcha y cruzamos como una exhalación por Leeuwarden, el dique a nuestra izquierda y las islas artificiales a nuestra derecha han desaparecido y volvemos al rutinario asfalto, cogiendo la A-31, a la espera de cruzar la frontera alemana, ya va quedando menos para rodar por otro país. Al poco de coger esta carretera volvemos a observar ingentes escuadrones de motos, que se dirigen hacia el MotoGP Assen, no es para menos ya que estamos verdaderamente cerca. Sin embargo, aunque es tentador ver un espectáculo así fuera de nuestro país, la ausencia de entrada, y sobretodo de tiempo, hacen que tengamos que dejar atrás una vez más nuestros deseos y cumplir con la obligación de la consecución de nuestro objetivo, la vuelta a Europa en moto. Con gran pesar sobrepasamos Groningen, y casi sin darnos cuenta completamos los casi 70 kms que nos separan de Leeuwarden. A pesar de la distancia, tenemos todavía el recuerdo de nuestro paso por el dique bien fresco. Incluso M Carmen esta entusiasmada, aunque recelosa por el tiempo, sobretodo pensando en la carretera del Atlántico en Noruega. Es lógico pensar que por aquellos lares, no tendremos la protección de un dique que nos parapete del viento y de las olas, y eso la tiene algo preocupada. Pero todavía queda mucho para eso. Pasada la capital de la región, es decir, Groningen, nos quedan aproximadamente 55 kms para llegar a la frontera alemana, nos pasa que el Falco Stradale (sin indicador de nivel de gasolina, ni reserva) nos va pidiendo un repostaje.

- Rafa, ¿no nos toca ya repostar? - Me pregunta mi novia.
- Si, pero vamos a esperar a cruzar la frontera alemana, la gasolina está más barata - Le respondo mientras sorteamos un coche.
- ¿Seguro que llegamos? - Insiste con un tono más preocupado.
- Tranquila la moto aguantará - Le respondo con seguridad.

Estos pequeños detalles económicos son interesantes tenerlos en cuenta, sobre todo cuando la autonomía de tu moto te lo permite y tienes que atravesar varias fronteras, ahorrarse unos euros en repostar puede ser importante. Cuando estuvimos haciendo el presupuesto, me acuerdo que era importante conocer el precio de la gasolina allá donde vayamos. El ranking de los que recorreremos lo encabeza: Noruega, le sigue Italia, Dinamarca y Holanda. Así que, ya que vamos a estar 2 días en Alemania, lo mejor será esperar, para pasar de pagar 1,65 €/litro a 1,5€/litro. Proseguimos nuestro camino hasta la frontera alemana, la expectación va creciendo. Vamos a cruzar nuestra cuarta frontera y nuestro quinto país. Como siempre, lo malo de la supresión de fronteras es que no acabamos de ver el final de Holanda y el principio de Alemania. Finalmente, conseguimos llegar al país teutón y hacer la foto con cierta seguridad para nosotros. Kilómetros antes de la frontera tenemos la oportunidad de fotografiar la última curiosidad de Holanda, un país que sin duda nos ha maravillado.





Una vez en Alemania, una emergencia se hace necesaria. Hay que repostar lo antes posible, el Falco Stradale llega exiguo de combustible y ya no se puede jugar por más tiempo a la ruleta rusa, o mejor dicho alemana. Llegamos a una pequeña localidad Bunde. Pequeña villa alemana, pero con encanto. Aprovechamos nuestra parada para ir al servicio. Dar de beber a la moto es la prioridad. Por supuesto, mi novia me asiste a todo y juntos repostamos, a continuación me encargo de pagar repostaje y la bebida caliente.

- Ya estaba deseando tomar algo caliente, que gusto da un buen café -  Me dice mi novia aliviada.
- Eres la prima de Juan Valdés -  Le digo de manera burlona, mientras me bebo otro.

La verdad es que, aunque no lo quiera reconocer, hacer un alto en el camino viene estupendamente para recuperar fuerzas, estirar piernas y prepararse para los kms venideros. Todavía nos queda atravesar media Alemania hasta Hamburgo, unos 300 kms aproximadamente. Así deberemos repetir este repostaje, pero antes de marchar, observamos una casa cercana a la gasolinera con una orgullosa bandera alemana en un mástil. A mi novia le parece interesante reflejar nuestro cambio de país de esta manera. 

                        

Reemprendemos el rumbo hacia Hamburgo, pero antes de llegar, a medio camino, y coincidiendo con nuestro nuevo repostaje, queremos hacer una parada en Bremen. Ciudad famosa por ser la ciudad natal de los autores de los trotamúsicos, los hermanos Grimm ¿Os acordáis de la famosa serie del burro, perro, gato y el gallo?Nuevamente, volvemos a improvisar y con el permiso que da la hora de entrada en el hotel, vamos en busca de algo que podría ser interesante y nos pilla de camino en nuestra ruta. Próximo destino: Bremen.

Cogemos la carretera E-22. De momento, ni rastro de las famosas autobahn alemanas, pero si es cierto que desde que hemos pisado tierras germanas he observado un cambio curioso en el entorno. Si bien hasta llegar aquí, el parque automovilístico era variado, por ejemplo, en Francia se veían muchos Renault, Peugeot, o Citroën alternandose con japoneses y coreanos, muy parecido a nuestro país. Lo mismo se daba en el Benelux, pero lo que sucede en Alemania es increíble, llevo más de una hora circulando por este gran país y no he visto ningún coche que no sea alemán. Pero las motos también son germanas. Parece que aquí nadie conoce otras marcas que no sean Audi, BMW, Opel, Mercedes, etc. es increíble. Me cuesta bastante adivinar entre el tráfico un coche que no sea germano, en el horizonte veo un Toyota blanco, ciertamente ha sido como buscar un unicornio. En definitiva, los alemanes quieren a sus marcas más que un hijo y sin duda, les produce extrañeza el que una moto negra irrumpa en sus dominios,¿es japonesa?¿italiana?¿alemana?¿que demonios es?. Entre estas preguntas y reflexiones, seguimos avanzando en el Falco Stradale rumbo a Bremen. Desde luego, la calidad de las carreteras alemanas nos hace avanzar con diligencia, nada tienen que envidiar nuestras carreteras a estas, la verdad, pero ciertamente son mejores y tienen un mejor mantenimiento, al menos aparentemente. De momento, nuestra marcha se desarrolla con el beneplácito del tiempo, lo cual ya es una novedad. A donde quiera que miramos no observamos muchas diferencias en el paisaje si lo comparamos con el norte de Holanda, muchos prados, vacas, pequeñas poblaciones, que invitan a perderse en ellas y aerogeneradores allá a donde la vista no alcanza. Desde luego, no hemos sido los únicos que se han puesto las pilas con las renovables. La perfección de las carreteras germanas hace que cubramos los 200 kms que nos restan hasta Bremen, con una facilidad inusitada, tanto que parece insultante al desafío que estamos emprendiendo. Al fin llegamos al esperado Bremen, pero, ¿donde están los trotamúsicos?

De momento, decidimos que nuestro GPS, nos guíe hasta el centro de la ciudad y luego ya iremos viendo, mientras disfrutaremos de lo que esta urbe tiene que ofrecernos. Es curioso, pero desde unas etapas hasta aquí, hemos visto algunos fallos intermitentes en nuestro GPS Tomtom Rider, problemas relacionados con la carga del dispositivo. Menos mal que tengo una toma de corriente delantera y con una maña de mi novia, el GPS sigue funcionando a trompicones, la verdad. Con la esperanza de que no sea nada, seguimos circulando por esta ciudad, que al igual que Brujas parece sacada de un cuento de hadas, con cierto aire medieval, mezclado con la modernidad algo vetusta de los cables del tranvía. Según vamos acercándonos al centro, vamos viendo como el tranvía y trolebus ganan terreno a coches o bicicletas, no tan numerosas como en Holanda. Yo mientras, me enfrento al desafío de circular por Bremen sin caerme por acción de los resbaladizos raíles del tranvía. Tras unos 20 minutos de lucha contra el tráfico llegamos a una zona del centro de Bremen que es peatonal y que nos impide el paso. 

- Rafa, para, es una zona peatonal, no podemos pasar - Me advierte mi novia 
- No hemos llegado hasta aquí, para quedarnos a las puertas de ver el centro histórico de Bremen y quedarnos sin ver los trotamúsicos - Le respondo rotundo, tozudamente.  
- Bueno, nos hemos colado otras veces y no nos han dicho nada, probemos suerte - Me dice un poco resignada a la aventura que se avecina.

Con la cara que nos ha caracterizado hasta ahora en nuestro viaje, decidimos arriesgarnos y cruzar a lomos de nuestro Falco Stradale, obviamente a velocidad no superior a 20 km/h. Nos desplazamos con cierta torpeza, y aunque lo intento, no podemos escapar a las miradas de cientos de curiosos que ven como una moto sobrecargada se abre paso entre el gentío con destino desconocido. Sorteando gente llegamos a una gran plaza que resulta ser la:  Martkplatz 
Justo en este punto nuestro GPS nos indica que estamos en el Centro de Bremen. Bueno, es el momento de remangarse y ponerse a buscar la famosa estatua de los músicos de Bremen. Mientras intento encontrar una ayuda que se me resiste porque nadie habla ingles y yo no hablo alemán, M Carmen toma reseña de esta bellísima ciudad, íbamos buscando a los músicos, pero por casualidad y sin querer, en el camino hemos encontrado un Bremen medieval digno de un cuento, al estilo de Brujas. Ante nosotros se erige, sobre un machacón suelo de adoquines, la grandiosidad de la catedral de Bremen, sinceramente, por unos segundos, nos quedamos sin palabras. 






                         

                              

                         
En dicha plaza, además de la catedral, podemos disfrutar del Rathaus (ayuntamiento) de la ciudad y de la sede de la Cámara de Comercio. Decidimos hacer un alto en nuestra búsqueda e invertir un poco de tiempo en hacernos fotos de este singular lugar. 

                             

                           

Aunque he de decir, que las hacemos con cierta cautela, nos hemos saltado la prohibición de circular con vehículo a motor por estas calles peatonales y nos estropearía bastante la aventura un encontronazo con el brazo de la ley. Mientas estamos ojo avizor una persona se para a charlar con nosotros.

- ¿De que país sois? - Me pregunta un viandante desconocido que nos aborda en plena sesión de fotos.
- De España - Le respondo, obviamente en ingles.
- De España, estuve en Madrid el verano pasado, ¡oh! ¡qué alegría! - exclama - "Deberíais quedaros está noche en la ciudad, la iluminación del lugar es muy bonita, os encantará" - Me asegura con rotundidad el hombre
- "Por desgracia, no podemos, debemos continuar con nuestro viaje. Estamos dando la vuelta a Europa en moto y nuestra etapa de hoy termina en Hamburgo" - Le respondo, con cierto pesar y curiosidad por confirmar lo que nos dice.
- "Bremen, es más bonita que Hamburgo" - Se despide de nosotros con una sonrisa y con el deseo de que cambiemos de opinión y nos quedemos en su ciudad.

Aunque, no es nuestra intención contradecirle, la cuestión es que cambiar de planes a esta hora supondrá 100 kms más para la dura etapa del día de mañana con destino Hirtshals. Eso sin contar con la penalización por cancelar la reserva, por supuesto.

En fin, es hora de ponerse a buscar la famosa estatua de los músicos de Bremen, sabemos que esta aquí, pero no sabemos donde. Nos ponemos manos a la obra, y nos vamos recorriendo la plaza, con extremo cuidado de los raíles, preguntando a los transeúntes. Tras unos minutos de ardua búsqueda, conseguimos localizar a dos señoras que corrigen nuestro rumbo y nos dicen que la estatua es muy pequeña y que no es para tanto, aun así decidimos verla por nosotros mismos. Ponemos nuevo rumbo hacia una de la alas de la catedral de Bremen donde se supone que encontraremos nuestros a los trotamúsicos. Cinco minutos después llegamos a nuestro destino, por fin, encontramos la mencionada estatua. Ante nosotros, una estatua de bronce de los famosos cuatro animales. Inmediatamente viene a mi mente la historia que se narra en el cuento de los Hermanos Grimm: 

Un burro, un perro, un gato y un gallo, que vivían en el poblado de Dibbsersen, en la Baja Sajonia de Alemania, cuyos dueños habían decidido sacríficarles, porque consideraban que, por su vejez, éstos solo consumían comida y ya no les eran útiles para el servicio doméstico. Los animales se encontraban después de que cada uno, en forma independiente, hubieran huido de la casa de sus respectivos dueños. Al conocerse, deciden iniciar un viaje con destino a la ciudad de Bremen, conocida por su simpatía hacia los extranjeros (doy fe de ello). En su camino hacia Bremen, estos exiliados llegan a anochecer a una choza en la están pernoctando unos bandidos. Con el objetivo de amedrentarlos para ocupar ellos la vivienda, forman una figura con sus cuerpos, uno encima del otro, lo que hace huir a los bandidos. Figura que ha quedado inmortalizada en esta estatua. 



Cuenta la leyenda que si de un salto eres capaz de tocar el pico del gallo, tu deseo se hará realidad. Hago, por supuesto, el intento de saber hasta donde puedo llegar de un salto y lo único que logro es tocarle las patas al gato, desde luego no es nada fácil, ya que además de la consabida altura de la estatua hay que sumarle la altura del pedestal de la misma de un metro y medio aproximadamente. Quizá por esta dificultad ocurre que el morro del burro tiene una tonalidad dorada por el desgaste del bronce, de la cantidad de viajeros que no se han dado la oportunidad de conseguir el reto. En fin, supongo que mi deseo de un viaje bienaventurado no se verá afectado por no haber llegado al gallo. Tras hacernos unas fotos ante el sorprendido gentío, cogemos nuestro Falco Stradale y ponemos rumbo a las afueras de la ciudad para el último repostaje de la jornada. Tras él solo nos restan unos 100 kms para llegar a nuestro destino, nuestra etapa, que se alarga por momentos, nos ha reportado momentos inolvidables. Mientras reflexionamos y comentamos la jornada, mi novia y yo nos vemos sorprendidos por un potentísimo flash que nos ciega por completo durante unos segundos.

- ¡Que ha sido eso! casi me quedo ciega - Exclama mi novia.
- Habrá sido un radar de velocidad - Intuyo.
- Pero, por delante, ¿no son por detrás?,¿a que velocidad ibas? - pregunta con una perplejidad compartida.
- A no más de 60 km/h, no se que ha podido pasar. A lo mejor la zona era de 40, no recuerdo. Bueno es posible, que en Alemania, los radares hagan la foto por delante - Contesto intentando explicar la situación a M Carmen.
- Jajajajajja, pues entonces se van a quedar con las ganas, las motos no tienen matrícula delantera - Exclama con sorna ante la hipotética sanción.

Nos vamos de allí, sin saber muy bien que o quien nos ha flasheado, si ha sido un radar, un coche o un OVNI. Continuamos con cierto miedo en el cuerpo por una hipotética sanción, pero si el flash ha sido por delante y por ende la foto, lo único que tendrán las autoridades será una bonita instantánea del Falco Stradale cruzando su país en busca de completar la vuelta a Europa en moto, honestamente, espero que la guarden de recuerdo. Superado el susto nos dirigimos a una gasolinera para el trámite del repostaje, tras el cual nos preparamos psicológicamente para los últimos 100 kms de esta larga etapa, para ello cogemos la A-1. Son casi, las 18:00 y tenemos ganas de llegar a nuestro destino, cuanto antes para descansar.

Durante el último periplo de nuestra etapa, interrumpo el silencio de nuestros intercomunicadores para decir:

-¡¡¡M Carmen llevamos 3000 kms de aventura!!!!- Grito con estruendo.

De repente, como dos tontos empezamos a gritar de júbilo, sin saber que nos quedaran muchos momentos como ese, en concreto, trece o catorce más, si todo sale bien. Pero nos da igual, la ilusión guía nuestros espíritus aventureros y continuamos avanzando siendo cada vez más conscientes que, a cada km que nos alejamos de España, veremos más y más diferencias con nuestro país, pero de eso se trata este viaje, ¿no?. Digamos en cierta forma que vamos creyendo poco a poco, en que podemos completar esta gesta de dar la vuelta a Europa en moto. Desconozco si son las ganas de llegar, las buenas carreteras, el hipnótico movimiento del tráfico alemán con su defensa a ultranza de sus marcas, lo cierto es que llegamos a Hamburgo, la segunda ciudad en importancia de Alemania en un abrir y cerrar de acelerador. 



Esa importancia, viene dada porque el puerto marítimo de Hamburgo es uno de los de mayor tráfico de contenedores del mundo, fue fundado en 1189 y en sus aguas desemboca el rio Elba. A nuestra llegada a Hamburgo, cercana a las 19:30 se abre ante nosotros una ciudad un poco oscura, con ciertos cortes de clasismo en su arquitectura, con cierto sabor añejo. Menos mal que nuestro GPS mantiene nuestro rumbo estable en esta jungla de cristal, nosotros mientras vamos observando lo que esta ciudad nos ofrece. Vamos viendo como el tráfico aumenta ostensiblemente y es más difícil moverse entre carriles, nuevamente nos enfrentamos a los depredadores de cuatro ruedas. A pesar de lo que está frase pueda insinuar, en Hamburgo vivimos, entre semáforo y semáforo alguna que otra anécdota curiosa. Por ejemplo, muchos coches nos pitan y nos saludan para que los grabe con mi GoPro montada en mi casco, supongo que eso combinado con la bandera de España que adorna nuestra moto, hace que la gente saque a relucir su desparpajo. Algunos incluso a nuestro paso gritan "Ole", me parece ciertamente estereotipado, pero gracioso que en estas latitudes llegue el calor de nuestro país a estas gentes.

- Imaginaba a los alemanes mas fríos la verdad, cuanta hospitalidad, pero con esa cámara, no me extraña, eres un semáforo andante y todo el mundo quiere salir en la TV  - Dice con risa entrecortada.
- Pues para que veas que nos tienen más aprecio a nosotros que nosotros (los españoles) a ellos"  - Le contesto con rigor. 

Tras el paso por la zona más urbana o céntrica de la ciudad, peatonal, y en la que volvemos a colarnos, el GPS nos va llevando a una zona más industrial. Un lugar sombrío, donde abundan los polígonos y donde desaparece cualquier signo de vida o jolgorio. De pronto, la ciudad ha cambiado por completo, nos sentimos como Hansel y Gretel adentrándose en el oscuro bosque.

-¿Donde esta el hotel?¿Seguro que es por aquí?, donde nos estamos metiendo...  - Empieza a murmurar M Carmen con cierta preocupación.

- Si es por aquí, de momento el GPS nos esta guiando bien, para variar, la verdad, no sabía que el hotel estaba tan apartado - respondo mientras intento orientarme entre las grises calle.

De repente, a nuestra derecha, surge un edificio con aspecto de antigua nave, que resulta ser el ansiado y esperado hotel: Eulenkrug. Al fin hemos llegado. Encima para nuestra alegría, el edificio tiene soportales y podemos parapetar nuestra montura de los elementos. Si no me falla la memoria, hasta ahora hemos tenido mucha suerte en este aspecto y el Falco Stradale ha dormido siempre cubierto. Paramos nuestra moto y ante unas amenazantes nubes, nos ponemos a descargar nuestro equipaje por enésima vez. Después de hacerlo, cojo unas pocas cosas para aligerar la carga de mi novia y me dispongo a hacer el check-in en la pequeña recepción que me saluda.

Al entrar, observo un hotel bastante vetusto, con cierto olor a rancio, o mejor dicho a tabaco y a sudor. Más que un hotel, parece una fabrica que acababa de terminar el turno. Hay un trasiego de gente increíble, por los estrechos pasillos, a pesar de que no se vea gran actividad en el exterior. Me pongo a hablar con el recepcionista, que resultar ser un germano-turco que no habla muy bien ingles la verdad. A pesar de todo, consigo comunicarme con él y consigo que me de la llave de la habitación, no sin dificultad. Por si fuera poco, el WIFI hay que contratarlo aparte y cuesta 8 € más. A pesar de la clavada, decido aceptar, para poder hacer alguna crónica, mandar fotos, y contestar mensajes. Bueno, pues allá voy, cargado con lo que he podido portar del equipaje y las llaves. Me toca subir a un segundo, por pasillos estrechos y laberínticos, tanto es así que me pierdo y cambio de ala del edificio, o al menos eso creo, porque el orden de las habitaciones no guarda lógica ninguna, y tampoco ayuda el que la forma de la planta del edificio se parezca más a un venganza del Tetris que a otra cosa, con multitud de entreplantas y descansillos que no llevan a ninguna parte. Finalmente llego a la habitación y abro la puerta.

Sinceramente, estoy tan cansado de portar tanto peso en la busqueda de "la habitación perdida" que ni siquiera reparo en su aspecto, solo dejo la cosas, reposo mis huesos fatigados durante un breve instante, y acudo raudo a ayudar a mi novia con el resto de nuestras pertenencias. La pobre, que se ha quedado esperando bajo los soportales del hotel, a estas horas ya debe de hablar turco por lo menos.

- ¿Donde estabas?¿Porque has tardado tanto? Seguro que has estado enrollandote a hablar con la recepcionista. - Me pregunta, ciertamente airada.
- Si claro, toda una belleza, ahora la veras, jejeje - Le contesto burlón. Me he perdido en el hotel, espero recordar el camino de vuelta a la habitación, he dejado ya alguna de nuestras cosas.
- ¡Madre mía!la que nos espera - Exclama mientras me carga con una última remesa de cosas y emboca la entrada de nuestro hotel.

Desconozco como pero fui capaz de llegar y guiar a mi novia hasta la habitación a la primera, cosa rara en mi, la verdad. Va a resultar que no era tan difícil llegar después de todo, a nuestra llegada ya si me da tiempo a observar nuestra habitación y tengo que reconocer que ninguno de los dos pudo salir del estado de shock en el que nos sumergimos en los primeros minutos de estancia. En primer lugar, había un gran espacio destinado a un escritorio con sillas y un gran armario, lo extraño de todo, era que había cuatro camas de matrimonio. M Carmen y yo nos miramos sin saber muy bien que decir. Ya estabamos acostumbrados a habitaciones cutres pero esta se llevaba la palma. 
- ¿Para que cuatro camas de matrimonio?, si sólo somos dos - Pensé inquieto. 

La habitación tenia cierto aire años 80, pero no el de la movida madrileña, años 80 de la antigua RDA. Todo era antiguo y estaba algo sucio, las camas tenían un colchón malísimo, las paredes decoradas con papel pintado y las vistas, las vistas daban a un matadero. Por un momento, en nosotros, se instaló el pensamiento de que esta habitación fue, en el pasado, una sala de interrogatorio de la GESTAPO, donde torturaban a la gente en la época de la Guerra Fría. Por esa regla de tres, creo que también dedujimos que el matadero sería la excusa perfecta para deshacerse de los cadáveres. Mientras pensábamos eso, no dejábamos de mirar a esas cuatro camas, que seguían inquietándonos.  "¿Para que cuatro camas?¿Estamos solos?" - cierto aire de misterio se coló en nuestra mente y mientras nos hacíamos estas preguntas, atormentando nuestra alma, al igual que el increíble silencio de la estancia.

- Bueno, a ver si luego va a venir más gente - Pregunto retóricamente al aire en busca de una lógica explicación.
- Bueno, yo me voy a llevar la llave y como aparezca alguien en mi habitación se va a enterar - Dice M Carmen para romper la tensión y el silencio del momento. Nos echamos unas risas y nos preparamos para salir a ver un poco de Hamburgo, que, por extraño que parezca es otra de las ciudades apodadas como "La Venecia del Norte", junto con Brujas, Amsterdam y Estocolmo, esta última, por desgracia, no podremos visitarla en esta aventura. 

Emprendemos la marcha con decisión, son ya las 20:00 y la verdad es que tenemos un hambre atroz tras una larga jornada sobre la moto. Así que tomamos doble ración de moto y nos embarcamos en la aventura de descubrir Hamburgo. La ciudad germana va poco a poco mostradose ante nosotros, con cierto aires góticos que se mezcla con la modernidad de la segunda ciudad en importancia de este país. Rascacielos se funden en el entorno con catedrales de corte clásico y viviendas de clase media de diseño estándar. Mi primera sensación sobre Hamburgo es que es una ciudad algo oscura, a lo que sin duda ayuda el creciente ocaso que se cierne sobre nosotros. 

- Esta ciudad me recuerda a Gothan - Afirmo con rotundidad mientras me deleito con el paisaje adornado por las farolas que va tornándose en nocturno.
- ¿A qué? - Pregunta sorprendida.
- A la ciudad que sale en Batman - Le contesto.
- Estas como una cabra, ¿eh?, vamos a buscar algún restaurante, ¿no? - Solicita mi novia con la urgencia del hambre.
- Es verdad, me apetece probar las famosas bratwurst
- Y a mi la cerveza, jejeje - Me dice M Carmen.

Buscamos en el movil un lugar donde sirvan las famosas salchichas alemanas y ponemos su dirección en el GPS. Mientras el aparato se posiciona y me va cantando la ruta, grabo algunas escenas del tráfico de la urbe y M Carmen aprovecha para hacer algunas fotos. Algo que, evidentemente llama la atención de los transeuntes, que curiosos nos miran desde la acera, desde sus coches, etc. Es precisamente, desde uno de ellos, un señor mayor se pica con nosotros y nos reta a echar una carrerita con su viejo carro de por lo menos 30 años de antiguedad, desconozco la marca, contra mi Falco Stradale, desde un semáforo a semáforo. 



Por desgracia, pierdo la competencia, pero por lo menos le arranco una sonrisa, no es el único, ya que mi novia hace tiempo que esta partiéndose la caja con estos momentos, tan propios de Mr. Bean. Momentos, en los que no se cruza ninguna palabra, pero el lenguaje gestual es lo suficientemente rico como para comprender la realidad del momento. Además se muestra sorprendida ante la hospitalidad alemana.

Con esta divertida anécdota, llegamos hasta el restaurante, que se encuentra dentro del distrito financiero de Hamburgo, pero nos sorprende verlo carente de actividad y con casi todos los establecimientos cerrados, aún siendo no más de las 21:00. Llegamos al restaurante y vacío. ¿A donde se han ido los alemanes?, no hay nadie - Pienso. Con cierta timidez, entramos en el local y hablamos con el camarero, adivinad, es turco también. Le preguntamos si podemos pedir y nos dice que si, a pesar de que estaban a punto de cerrar, así que no perdemos ni un momento, nos acomodamos, tenemos todo el restaurante para nosotros y nos disponemos a disfrutar de primera cena en el extranjero. Es posible que, esta no sea la mejor y más saludable manera de cenar que haya, pero después de todo lo que hemos pasado, no esta de más darnos algún homenaje para subir la moral del equipo. Aquí os dejamos algunas fotos del momento, que creo que hablarán mejor que yo de lo acontecido.
El tema de conversación, a parte de la carrera tipo "Fast and Furious" con el coche de 30 años, fue la excesiva cutrez de la habitación. Yo me defendí diciendo que era la más económica (55€) y que tenía un 6,2 según la web de reservas hoteleras: booking.com. Mi novia, no le dió mucha importancia, conmigo esta a salvo de cualquier espanto. Durante la cena y entre risas recordamos otras habitaciones infames como esa de Paris, con humedades, colchones de esponja, agua fría, vistas a un muro, en un distrito más parecido a Tanger que a la ciudad de la luz, con un 6,5 de nota en la misma página, he de decir. O por ejemplo, esa habitación del Hotel Santa Rosalia, nunca olvidaremos ese nombre, con calificación de 7, de la misma época que narra "Cuentame", con esas cortinas, esos visillos, esos interruptores, ese espejo... ¡madre mía! menudas risas nos echamos recordando aquello. Aunque la reserva de habitaciones, fue iniciativa mía, siempre conté con el consenso de M Carmen, que me hacía huir de lo excesivamente barato y todo lo que tuviera baño compartido, lo verdad es que con Hamburgo me equivocado de pleno. Pero no importa, estos detalles aunque jocosos siempre nos han parecido nimios. En nuestros viajes siempre hemos preferido descubrir el lugar que visitamos a encerrarnos en cuatro paredes con un todo incluido. No todo el mundo viaja de la misma manera y en las mismas circunstancias, pero al menos puedo decir que mi novia y yo coincidimos en nuestra manera de entender los viajes y la aventura. 





Tras la merecida cena, que concluimos algo apresuradamente, por culpa del insistente camarero, ponemos rumbo a nuestro hotel con cierto sabor agridulce, y no por la comida, que le vamos a hacer!. Momento dulce, sin duda, el de la cena, merecida recompensa para una etapa que quizá debió terminar en Bremen, tal y como nos dijo aquel amable desconocido. Momento agrio, el hecho de que apenas hemos visto nada de, "Gothan" quiero decir, de Hamburgo, salvo calles desiertas y camareros ansiosos, pero especialmente hoy necesitamos descansar bien para mañana. Porque mañana tenemos que cruzar el norte de Alemania y Dinamarca entera para llegar a tiempo de coger el ferry con destino a Kristiansand (Noruega) ya en la península escandinava, siguiente fase de nuestra aventura. No sabemos lo que nos deparará el mañana, nosotros de momento, dormiremos con la GESTAPO.