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miércoles, 6 de agosto de 2014

CAPITULO 10: EL PAÍS DE LOS SILENCIOS


ETAPA 10: KRISTIANSAND-STAVANGER




Distancia total ruta:  211 kms

Tiempo total:   4 horas 15 minutos     

Ciudades visitadas: 2

Paradas: 1

Consumo medio:    3,84 l/100 kms 

Gasto de combustible:    18 €

Ferrys:  63 €


Amanece en Noruega, bueno eso es un decir, ya que debido a que estamos en latitudes próximas al Circulo Polar Artico aqui el sol no llega a ocultarse del todo (Sol de Medianoche), asi que si no atardece, tampoco amanece, ¿no? Es una bonita mañana de 30 Junio, el astro rey luce con una intensidad inusitada, ni en España he visto un sol así. Recogemos nuestras cosas y las dejamos preparadas para salir. M Carmen decide curiosear un poco por el hotel, yo mientras me dispongo a recoger nuestra moto. En ese instante, una nueva sorpresa se cierne sobre mi. Sin saberlo con el precio de la habitación viene incluido el desayuno, cosa que confirmo con el recepcionista mirando mi reserva. Cambio de planes, que mejor manera de comenzar nuestro primer día en Noruega que con un buen desayuno, quizá el primero en condiciones desde que abandonamos nuestro país. Para cuando regreso con mi moto y me dispongo a decirselo a M Carmen, ella ya se encuentra alli. Institivamente y sin saber nada se ha encaminado hacia donde mejor olía. Su cara maravillada ante tal despliegue de comida hace brotar en mi una sonora carcajada.

¿Que esperas para comenzar a desayunar? - le pregunto.
¿Qué dices costará una fortuna? - responde ella con sorpresa.
Carísimo, pero tu coge lo que quieras, ya pensaremos en el precio después - afirmo con risa burlona, sabiendo, algo que ella no sabe, que tenemos vía libre.
¡Anda! ¡Venga! Que lo tenemos incluído en el precio de la habitación, y ni lo sabía.
Ya te vale - me dice mientras coge su primer plato
Creo que este país nos va a gustar, le digo a M Carmen mientras busco acomodo en la amplia sala.

De repente, mientras intercambiamos las primeras impresiones de este país, eschucho por el hilo musical del hotel una canción que me resulta familiar. Resulta ser:  "From now on" de The Features, una canción que sale en la banda sonora de Crepúsculo mientras los protagonistas, en una escena, se van de Luna de Miel a Brasil. Ya quisieramos estar en las cálidas tierras cariocas como Edward y Bella, pero también pienso que a ellos ya les gustaría estar en estas lejanas tierras nórdicas del fin del mundo. Compartiendo un excelso desayuno como premio por haber superado los retos que hemos superado nosotros y los que nos quedan por superar. Dicha melodía convierte un cotidiano desayuno en algo especial lleno de romanticismo, pero sobretodo de entusiasmo ante las nuevas experiencias que nos esperan a partir de ahora.


En el tema del desayuno, los noruegos son como los vascos, no se andan con chiquitas. Aqui todo es a lo grande. Como la mayoría de los visitantes a Noruega son alemanes, daneses, suecos, finlandeses, etc., la comida más importante del día está orientada a sus gustos. A nosotros nos da igual, suele ser comida que te deja bien cargado de calorias y de fuerzas para el resto del día y eso es precisamente lo que buscamos para las duras etapas noruegas. M Carmen prueba con el típico café y unas tostadas de un pan de cereales, inéditos para nosotros, las acompaña con mantequilla y mermelada y unas cuantas lonchas de queso que corta de un bloque. Yo me decanto por el zumo de naranja, chocolate en polvo (aqui el Cola Cao no existe) y unas buenas rebanadas de pan que acompañan a unas salchichas alemanas con huevos. Mi novia, al principio, está un poco reacia a comer en demasía, ya que va a dar la impresión de que estamos desesperados. Yo, sin embargo, pienso que quien sabe cuando podremos volver a desayunar asi, asi que no nos privamos, además sólo las paredes podrían ser testigos de nuestra gula, ya que hemos sido más madrugadores que el resto de huéspedes y estamos solos en el comedor. Después de probar lo mencionado decidimos picotear un poco de cada cosa, probamos distintos tipos de pan, bebidas y salsas, que también las hay para acompañar a las salchichas, filetes, etc.

Entre ida y venida a la mesa con nuevas remesas de provisiones le comento a mi novia, algunas cosas que me han llamado la atención del personal del hotel. En primer lugar, su amabilidad extrema, ayer por ejemplo, uno de los enchufes de nuestra habitación no funcionaba y en menos de 2 minutos el recepcionista subió tan rapido que casi nos pilla cambiandonos de ropa, no dejó de sorprenderme. El asunto del parking o el tema del desayuno, que desconocía y que el recepcionista podía haberse ahorrado, son detalles de amabilidad y atención hacia el cliente que yo al menos no conocía. Aqui todo el mundo es muy amable y educado,  además siempre  responden a tu petición o a tu gratitud con: "You welcome", que significa "Bienvenido", supongo que libremente significará "Sé bienvenido", pero era la primera vez que escuchaba dicha coletilla. Pero sin duda, es otro el detalle que llama nuestra atención, y es el hecho de los que administran el hotel son todos unos niños, no tendra ninguno más de 24 años. Incluso los porteros de una discoteca contigua no son más que unos críos, muy alejados del canon de portero que conocemos. A nosotros, que venimos de un país con un paro juvenil altísimo, no deja de sorprendernos ver a jóvenes, quizá universitarios, tirando con competencia y responsabilidad de un negocio tan complejo como el de la hostelería, algo digno de admirar sin duda.

Tras reponer fuerzas, llega la hora de marchar, lástima no poder llevarnos el contenido del comedor con nosotros. Al menos, hoy comenzamos con buen pie, no se observan nubarrones en el cielo ni en el camino hacia nuestro próximo destino: Stavanger.
 


















Pero antes de partir vamos a ver un poco de la ciudad que nos ha recibido de tan buenas maneras: Kristiansand. La primera impresión al salir del hotel con nuestra moto por las calles de Kristiansand es de que nunca habíamos visto un cielo tan azul como aqui, parece pintado con acuarela. Kristiansand es una población de 80000 habitantes eminente pesquera y volcada al Mar Báltico que baña sus costas. Nuestra primera visita es a la Catedral de la ciudad. Desgraciadamente, es demasiado temprano y no podemos entrar al recinto, al menos nos deleitamos con su bella estampa. Proseguimos por Kristiansand y nos adentramos en la zona comercial de la ciudad, unas amplias y desérticas avenidas, en las que solo el sonido del motor del Falco Stradale, rompe el silencio sepulcral de la ciudad. En esta zona encontramos algo que llama poderosamente la atención, y es que McDonalds sabe muy bien escoger las ubicaciones para sus restaurantes, y también su estilo.



Tras el calentamiento de nuestro breve turismo por Kristiansand partimos hacia Stavanger con la ilusión de adentrarnos en un país largamente anhelado. Resulta que tenemos un amigo llamado Toni, que lleva algo más de dos años saliendo con Emilia, una chica polaca que trabaja en la isla de Fitjar y siempre nos ha hablado maravillas de este lugar. Es hora ya de ser los escritores de nuestra propia historia, recorriendo y saboreando los 211 kms que separan Kristiansand de Stavanger. A primera vista podrían parecer pocos kilometros, pero tal y como nos advirtió Toni, en Noruega se va muy lento por sus carreteras, debido al pobre estado de las mismas y a que el límite de velocidad máxima esta fijado en 90 km/h. Tal y como nos aconsejó también Eric, es mejor no pasar ese límite ya que las multas por exceso de velocidad aqui no bajan de 3000 euros. Entre tanta noticia mala al menos hay una buena, aunque las principales carreteras noruegas son de pago, para nosotros, los moteros, son gratis. Con estas premisas en nuestra mente, repostamos la moto y salimos de la ciudad portuaria de Kristiansand, con un GPS que, aunque renqueante, sigue mostrando el rumbo correctamente. Según mis estimaciones haremos 211 kms en casi cuatro horas, el doble que en España, por ejemplo, asi que no queda otra que relajarse y disfrutar de lo que Noruega puede ofrecernos, que espero sea mucho.


Al principio reconozco que me parece un atraso que un país tan avanzado como Noruega tenga unas carreteras tan pésimas, de lejos, las peores de lo que llevamos nuestra aventura, pero hay que darles a nuestros amigos nórdicos un voto de comprensión. Y es que en este país las bajas temperaturas del crudo invierno hacen mella año tras año en un más que maltrecho asfalto, el cual habría que renovar prácticamente cada año. A eso hay que sumarle el desgaste diario del tráfico de vehículos. Quizá la única manera de contener el gasto viario sea contener las ganas de pisar el acelerador de los conductores. A nosotros, visitantes de tierra de vikingos, nos parecen perfectas estas restricciones, porque así podemos observar con más detenimiento el espectáculo que la naturaleza nos muestra a nuestro paso. Estas imágenes intentan reflejar de alguna manera esa belleza paisajística que nos ha dejado fascinados y que ha obligado a pararnos prácticamente cada kilometro de los instantes iniciales de nuestra etapa. 



Sin duda, no es para menos, allá a donde alcanza la vista, divisamos verdes valles bañados por los fiordos, cascadas que brotan de la roca como lágrimas de la madre tierra, casas que se funden con la lejanía del pensamiento, todo aqui parece sacado de un relato de los juglares. Naturaleza en estado puro, bucólica, salvaje, pero también silenciosa, silencio solo roto por el furor de nuestra moto. Un silencio que te envuelve y que te hace soñar despierto con épocas antiguas, silencio que te permite escuchar hasta el murmullo del agua al discurrir de entre la tierra.

La magneficencia de Noruega nos ha conquistado desde los primeros kilometros de nuestra aventura de casi dos semanas por tierras nórdicas. Empiezo a comprender porque se tarda tanta de un punto a otro de este país, el límite de velocidad debe ser la excusa oficial, pero yo se otra, se tarda tanta porque hay que parar cada km para dar testimonio de tan espectacular obra de arte de la naturaleza. Saltarse esta premisa para el visitante si sería digna de multa.


Serpenteamos con nuestra moto siguiendo el curso del fiordo casi a ras de agua. Un agua, que al contrario que en la turbulenta Holanda o Dinamarca, aqui refleja el cielo como si tratara de un espejo. No hay viento, ni llueve y brilla el sol, coronando un cielo díficil de describir. Un cielo que, no me cansaré de repetir, tiene un azul especial, inedito para nosotros que venimos desde las lejanas tierras del sur de Europa. La E-39 que empezó en Dinamarca continua en este país, asi que creo que hasta yo seré capaz de mantener el rumbo. Pasada la localidad de Sogne, observamos un fiordo, de nombre impronunciable, pero desde el que podemos sacar alguna bella instantanea, sin duda este país no deja de sorprendernos. Espero que M Carmen, cámara oficial de Euro-Diversion 2013 tenga megas suficientes en su tarjeta de memoria, porque creo que los va a necesitar, y mucho.


Tras la breve parada, continuamos viajando hacia el noroeste del país, aunque la E-39 es una carretera caprichosa y sin querer nos encontramos viajando hacia el sur de Noruega. Después de 45 kms de ruta llegamos a la pequeña localidad de Mandal, que es el punto más al Sur de Noruega. Desde luego, de "sures y nortes" va a ir la cosa. Ahora solo nos resta llegar al punto más al Norte de Noruega y por ende de Europa.

Tras este hito en nuestra aventura, nuestro rumbo va autocorrigiendose, y desde Mandal ya vamos rumbo al norte de forma descarada. El viaje, aunque muy interrumpido para hacer fotos, está siendo más pausado y carente de tensión. A M Carmen se la nota más relajada y disfrutando, como yo. de la naturaleza salvaje de Noruega. Sin lugar a dudas, un paraíso para los amantes de las escapadas al campo, caravanistas, campistas, y demás.                    


También los amantes de la ciencia tienen su hueco en Noruega, como geologos y biologos, por gran biodiversidad y por los abundantes accidentes geológicos que sólo aqui pueden verse, siendo la estrella de todos ellos los fiordos. Que son, basicamente, una angosta entrada de mar formada por la inundación de un valle excavado o parcialmente tallado por acción de un glaciar, muy similar a una ría por ejemplo, pero en este caso, el valle está excavado por un río. Un definición muy fría para lo que te evoca cuando ves uno por primera vez. El sentimiento de quietud me embarga, como nunca antes lo había, de forma que, aunque nos desplazamos en moto, tengo la sensación de que floto o de que simplemente no nos movemos.

Los siguientes kilometros discurren con un curioso fenomeno. Al principio de nuestra etapa todo eran exclamaciones y llamadas de atención por los intercomunicadores para fotografiar o grabar cualquier cosas. Ahora se ha hecho el silencio entre nosotros, no porque estemos enfadados ante tanta parada. Empiezo a comprender que nuestro silencio es un silencio de admiración, admiración y reverencia ante tanta belleza.

Llegamos al ecuador de nuestra etapa y proseguimos con nuestro relajado viaje, sin la presión del tiempo, en otrora tan presente. Estamos disfrutando tanto de esta etapa, que no estamos notando en demasía lo poco kms que llevamos recorridos, para el tiempo que llevamos sobre la moto. Además de eso, lo vivido hoy, nos está haciendo olvidar por completo el infierno vivido al cruzar Dinamarca, y eso que sucedió ayer. Pasamos por Feda y nos adentramos en otro fiordo más de los muchos que nos esperan, que se llama Flekke. Sin embargo, si en otras ocasiones habiamos visto los fiordos de lado o por encima, subidos a una loma del terreno, esta vez vamos a verlos por debajo. Efectivamente, si Noruega es el país de los fiordos, debo añadir que debería ser llamado también el país de los túneles, ya que esta plagado de ellos. Algo lógico de pensar, teniendo en cuenta que la orografía del país, sobretodo en su costa, aparece fragmentada como un cristal roto. Nos adentramos en las entrañas de la tierra durante unos 1000 metros, en una suave pendiente. No ha tenido mucha historia este túnel salvo el caso de que la temperatura dentro de él, extrañamente, es más baja de lo que cabría esperar.

Con la misma solvencia que pasamos el túnel llegamos a Stavanger a eso del mediodía, tras nuestro efímero paso por Moi, Sandnes y Sola. Sin embargo, no nos adentramos lo más mínimo en la urbe, la rodeamos con la intención de llegar al camping Volstadskogen situado en las afueras, más cerca de Sandnes que de Stavanger. Nuestros cuerpos apenas han sentido el castigo de los kms de aventura, asi que tenemos muchas ganas de reponer fuerzas y ver en que podemos ocupar la tarde. Gracias a nuestro GPS, llegamos al camping, menos mal que tenía su ubicación en su base de datos, porque las indicaciones viales son algo precarias. Finalmente, enfilamos un camino de tierra y con precaución avanzamos hasta llegar a lo que parecee la recepción donde una flamante bandera noruega nos saluda.


 

M Carmen, esta vez, entra conmigo a hacer el check-in, dentro de los dominios del camping estamos un poco a salvo de amigos de lo ajeno, no obtante tenemos la moto a menos de 5 metros de nosotros. Supongo que le apetece ver el interior de esta peculiar cabaña, confortable y excelentemente decorada. Sale a recibirnos una chica muy joven de claras facciones nórdicas y amabilidad sin igual, que nos habla (en ingles) de las condiciones generales del camping, de la posibilidad de contratar WIFI, duchas o servicio de lavandería. Asimismo nos indica en un mapa la ubicación de nuestra cabaña o hytter como lo llaman aqui. Finalmente, nos cobra 500 Krons (Coronas Noruegas) unos 55 euros al cambio, por nuestra estancia. En total unos 110 euros por dos días de estancia, que no esta nada mal, teniendo en cuenta que en Noruega el precio medio de una habitación de hotel es de unos 120 euros por día. De hecho nuestra habitación en Kristiansand costó 102 euros, y gracias a Eric tuvimos el parking gratis (12 euros). Antes de marcharnos debatimos sobre si coger los servicios extras que nos han ofrecido. Tras la deliberación finalmente accedemos y pagando un poco más contratamos WIFI las duchas y la lavanderia. En total unos 70 KR (10 Euros) adicionales. Cogemos las llaves y nos dirigimos a nuestro alojamiento, la verdad es que es muy fácil llegar, solo hay que ir todo recto por la misma senda en la que estamos. Incluso yo con mi nulo sentido de la orientación sería capaz de llegar, al menos eso espero.


Tras unos quinientos metros de incertidumbre llegamos a nuestra cabaña que parece un conjunto de tres apartamentos adosados, el nuestro es el 2B. Un lugar sin duda muy bucólico y familiar con sus bancos de madera en el exterior, la fachada de madera blanca, pero los techos son verdes, no me extraña.... ¡Los techos estan recubiertos de césped!, nunca vi nada igual. Abrimos la puerta y vemos una estancia de unos 16 metros cuadrados, forrada en madera (al igual que la recepción), con una cocinita, y frigorifico a nuestra derecha. una mesita a nuestra izquierda y dos cama de 90 cm al fondo.


Nuestra estancia cuenta con todo lo necesario, ventanas de climalit, menaje, utensilios de cocina, productos de limpieza, etc, a la cabaña no le falta detalle. Sin duda reservar los típicos hytter noruegos en el Vølstadskogen camping ha sido todo un acierto. Contamos con un híbrido de comodidades de hotel con las ventajas de estar en un entorno natural y tranquilo. Descargamos la moto y nos acomodamos en el nuevo recinto, muy alejado de los standares de otros campings, sin duda, que conocemos en donde te facilitan una parcelita de terreno y ahi plantas tu tienda. Nosotros nos hemos ahorrado el engorro de llevarla y ganamos en comodidad, comodidad sin duda necesaria para afrontar con energia cada una de las etapas de Euro-Diversion 2013.

Bueno, y ¿donde está aqui el fregadero?¿y el baño? - Pregunta de forma retórica M Carmen

Ante mi silencio, ella decide investigar un poco para que sirven otras llaves de que disponemos. Resulta que anexo a nuestro hytter tenemos una estancia comun, en donde podemos encontrar una fregadero y tendedero común, asi como un WC común, como de momento, estamos solos creo que los vamos a disfrutar en exclusiva. Es curioso observar los útiles de limpieza vikingos, para empezar parecer diseñados por enanos. El recogedor no tiene palo, solo tiene una cuña con un mango para asirlo, la escoba es de cerdas bastante gruesas y de palo también corto. Parece todo sacado de siglo XX o anteriores, ni rastro de fregona o similar. Luego en el fregadero disponemos de algo parecido a nuestro Fairy y de un ¡cepillo! del tipo de escobilla de vater, pero más pequeña.

Cielos, espero que no haya confusiones - Le digo a mi novia comicamente, mientras ambos reimos.

Sin embargo, hay que tomarse en serio lo de la limpieza aqui en Noruega. En la mesilla, observo un papel con un mensaje en noruego, ingles y aleman. Lo leo para mi, lo traduzco y le digo a mi novia lo que significa: Resulta que los precios, al menos de este hytter, son más reducidos porque la recepción cuenta con que se deje la estancia en perfecto estado de revista. De lo contrario, habría que abonar otras 50 KR (unos 7 euros). Bueno, sabemos a que atenernos, asi que seremos diligentes y responsables inquilinos de nuestro hytter y lo cuidaremos como si fuera nuestro. Con gran alegría, vamos a comer en nuestro destino, en condiciones y sin prisas, desde que empezamos nuestro viaje allá por el 16 de Junio, en nuestro prólogo de Tarifa.


Mi novia saca nuestras provisiones de jamón y queso, que acompañamos con agua y un poco de pan. En este punto he de decir que Noruega es un país extremadamente caro, casi multiplicad por cuatro los precios españoles y tendreis los precios noruegos. A nosotros el pan, por ejemplo, nos ha salido por 7 euros, pero a cambio tenemos una barra de pan de cereales sabrosisimo de 1 kg que se conserva muy bien la verdad.

En fin, una vez comidos toca planificar lo que haremos en los dos días que estaremos en Stavanger. Tenemos la tarde libre y el 1 Julio entero para descubrir lo que este lugar tiene para ofrecernos. Afortunadamente, mi amigo Toni, me dio varias indicaciones de sitios que visitar por estos lares. Noruega es naturaleza en estado vivo, por lo tanto, la tarde de hoy la emplearemos en viajar el famoso Preikestolen. O como otros lo llaman el Púlpito, es un mirador natural de 25 x 25 metros, situado a 604 metros de altura sobre las turquesas aguas del fiordo Lyse. La caminata es de aproximadamente 5 horas (ida y vuelta), y es apta para todos los públicos con un mínimo de forma física, para disfrutar de sus vistas. El problema es que la fascinación puede jugarnos una mala pasada si no actuamos con la debida prudencia. En esa gigantesca plataforma pétrea no hay vallas que nos separen del abismo, y es habitual ver a los turistas sentados o tumbados en el borde para captar las imágenes más espectaculares. No cuento con referencias de lo que me encontraré al subir al Preikestolen, mejor, podré vivir mis propias experiencias en estado puro. Mi amigo Toni no fue a este lugar, el fue a la Roca Kjerag situada también por los alrededores, e igualmente espectacular, pero eso lo dejaremos para el día siguiente.

Con la moto descargada la adecuamos para el viaje, la ascensión al Preikestolen son 4 kms y habrá que hacerlos de la manera más cómoda. En aras de eso, la cargamos con la mochila, la camara, agua, y nos vestimos, sin nuestra ropa motera, con lo necesario para hacer senderismo. El sol reina por ahora en Noruega, asi que un forro polar no estará del todo mal. Una vez preparados para iniciar nuestra particular aventura vemos como llegan a nuestros dominios un par de moteros holandeses a lomos de dos BMW GS 1200 Adventure, ya tenemos vecinos. Sin tiempo, para más, les saludamos y emprendemos la marcha hacia Jorpeland, la zona donde está el famoso púlpito, 50 kms de trayecto, que estoy seguro que merecerá la pena. Salimos de las afueras de Stavanger, más bien de Sandnes, y ponemos rumbo al oeste por la E-13, hasta que al final de la carretera para coger nuestro primer ferry interior de nuestra aventura. Sin duda el primero de muchos.


Mientras esperamos para embarcar, previa compra de nuestro ticket que cuesta por persona 86 KR (11 euros), podemos comprobar el despliegue de medios noruego. En el área de descanso hay cafeterias hasta con WIFI y sala de espera. La verdad es que está dotada de todas las comodidades, al ferry le quedan unos 15 minutos, asi que me quedo esperando en mi carril con el Falco Stradale, mientras M Carmen decide esperar la llegada de nuestro transporte saboreando un buen café. Café algo aguado me cuenta, pero bueno igualmente.




 


La llegada del ferry la pilla bebiendose el cafe todavia, pero le da tiempo a grabar mi entrada en la embarcación. Embarcación por cierto, enorme, con plazas hasta para camiones. En nuestra ignorancia, creiamos que el ferry iba a ser tan cutre como la barcaza que cruza a ambos lados del Guadalquivir en Coria del Río, nada más lejos. Dentro cuentan con todo lujo de detalles, cafeteria, restaurante, guarderia, licorería, sala de juegos, y hasta sala de cine. En definitiva, nada que envidiar a un crucero de lujo. Un despliegue un poco exagerado teniendo en cuenta que el viaje durante apenas 20 minutos. Pero los noruegos saben sacarle partido a las instalaciones, para ellos nunca es mal momento para un perrito caliente, aderezado con una especie de salsa de cebolla. Navegar debe de abrirles el apetito a los locales, porque las colas son ingentes tanto en el restaurante como en la cafeteria y todo para un trayecto tan corto que se acaba en una conversación. Asi que los últimos instantes de nuestra travesia los empleamos en prepararnos para salir.

Llegados a Oanes, empezamos nuestra marcha hasta el Preikestolen y comienza con ello la ascensión, con todos los viajeros del ferry formando cola. Una procesión de vehículos que se sucede entre curvas suaves, en asfalto realmente deficiente, pero que nos permite disfrutar del paisaje. Nos adentramos en la densidad del bosque entre la calma más absoluta y las preciosas cabañas que lindan la carretera como sacadas de un cuento, unos 10 kms de ascensión que nos llevan como un suspiro hasta el "campo base".



Que curiosamente es un camping con centro de visitantes, restaurante, cafetería, etc. El camping Preikestolen nos hubiera ahorrado estos kms en moto, pero no el ferry, ya que para llegar hasta aqui no queda más remedio que usarlo. De todas formas, estoy contento con nuestra elección porque el camping nos deja a mitad de camino de algunos sitios interesantes del lugar. Nosotros estamos a punto de iniciar la conquista de uno, pero antes, es hora de aparcar nuestra moto en un recinto que es de pago y que cuesta 30 KR (4,5 euros). El precio nos parece caro, pero, por lo que pueda pasar, es mejor pagar y de paso intentar borrar un poco la imagen picaresca que suele caracterizar a muchos turistas españoles. Precisamente en el parking nos topamos con un grupo que va en visita guiada, son del Pais Vasco, al menos es lo que alcanzo a adivinar al escuchar su acento. Sin embargo, al saludarles me devuelven un frío gesto y cambian sorprendentemente de idioma hacia el Euskera.

- Agur, ikusi arte!!!, Ikusten duzu Preikestolen goialdean (Adios, hasta la vista!!, nos veremos en la cima del Preikestolen) me despido con cierta ironia ante la perplejidad de los ocupantes del autobus, que nos salen de su asombro ante mis conocimientos de euskera. Mientras, M Carmen parece no comprender lo que ocurre. 

-¿Que has dicho?, ¿Para que hablas en Euskera, aqui, en Noruega?
- Nada, nada, que me ha cabreado mucho que esa gente del autobus, han cambiado de idioma en cuanto nos han escuchado hablar. Como para diferenciarse de nosotros, cuando les he respondido en Euskera no sabian donde meterse.
- Bien hecho, zanja taxativamente M Carmen, comprendiendo todo lo ocurrido.

Y es que desde que hemos comenzado esta aventura, apenas hemos tenido contacto con compatriotas, a excepción de un camionero en Burdeos. Cuando los escuché me ilusioné y más sabiendo que eran vascos y que yo me críe por esas tierras. Desgraciadamente, incluso aqui, en el paralelo 58 del mundo, hay que gente que le gusta marcar la distancia. Sin duda una desagradable experiencia, que queda en el olvido al contemplar el reto que estamos a punto de hacer: Subir el Preikestolen.


Salimos del campo base, y al llegar al cartel que anuncia que estamos en el Preikestolen tenemos un cartel que nos avisa que es lo que nos espera:


Nada más y nada menos que algo más de 3,8 kms de subida con un desnivel de 334 metros, comenzamos a 270 metros sobre el nivel del mar para concluir 604 metros. Nos esperan, según estimación dos horas de subida y otras dos de bajada, de un trayecto que, sinceramente, no parece tener mucho desnivel. Por supuesto, una cosa es la teoría y otra la práctica, cosa que estamos a punto de descubrir . Sabía que ascender hasta el pulpito tenía una dificultad moderada, pero desde luego los 500 primeros metros te ponen a prueba. Esto no va a ser fácil desde luego. Se suceden una serie de escalones de piedra del tamaño, casi, de una persona, poniéndote a prueba desde el minuto 1. M Carmen y yo los superamos no sin dificultad, en ese momento, nos miramos como diciendo: Como el resto del camino sea como este....Una leve sonrisa de apuro nos invade mientras proseguimos nuestro camino. De vez en cuando y como no tenemos excesiva prisa, descansamos en estos duros primeros compases y aprovechando hacemos fotos de las vista que la naturaleza nos brinda.



Tras las fotos y tomar algo de agua, volvemos a mirar de cara a nuestro reto, ahora parece que la ascensión nos da un respiro y podemos disfrutar casi de un paseo, flanqueados por frondosos bosques y abundamente vegetación. De repente, otra vez llegamos a las cuestas, tras superar los bloques de piedra, ahora nos toca serpentear entre rocas de gran tamaño y camino normal

Sin duda son los restos de la erosión de un glaciar, fijate las piedras, no solo estan redondeadas sino hechas pedazos -- le digo a mi novia para que se fije en el detalle.



Rafa, cuidado donde pisas -- me advierte mi novia. No es para menos, torcerse el tobillo aqui, no es que sea de vida o muerte, pero si compromete muchísimo el resto de la aventura. Sería una lástima haber sobrevivido a Dinamarca y ahora en lo más bonito y sencillo caer fatalmente. Noruega es un país que se nos presenta como un libro abierto de geología, se pueden apreciar cosas más evidentes, como los valles en forma de U, de repente, las clases de ciencias naturales empiezan a cobrar sentido. Cada metro que recorremos nos descubre algo nuevo, y aunque el camino es un poco exigente merece la pena haber llegado hasta aqui para contemplar esto. Tras 40 kms de viaje, y más de 5000 de aventura, nuestro viaje empieza a cobrar sentido. Cuando planeaba Euro-Diversion 2013 me imaginaba viviendo experiencias como esta junto con M Carmen. Con algunas cuestas más suaves, y con la cuenta perdida de las fotos realizadas llegamos al ecuador de nuestra ascensión casi sin darnos cuenta. A medida que ibamos ascendiendo hemos ido perdiendo el contacto con la civilización, si al principio podía observarse el campamento base y alguna población ribereña del fiordo, ahora todo es naturaleza indomita a nuestro paso. Fundidos en el ambiente observamos algún refugio de madera, y eso me hace transportarme al pasado y pensar  por un momento: ¿qué sentirían los antiguos vikingos al descubrir tanta majestuosidad? En fin, nos queda la segunda mitad del recorrido para averiguarlo.

Parece que ya hemos pasado lo peor -- suspiro, mientras mi novia aliviado mientras ella insiste en no dormirse en los laureles. De momento, llevamos buen ritmo, no hemos llegado ni a la hora de camino. El grueso de la gente que ascendió con nosotros se ha ido diseminando y ahora ya solo nos encontramos con gente que desciende. Algunos de ellos españoles:  ¡Animo! que solo queda la mitad -- nos alientan en nuestra subida, que se va tornando dura de nuevo. Nosotros respondemos con una ligera sonrisa, el cansancio nos impide ser algo más entusiastas. Las rocas nos rodean y hay que poner mil ojos en donde se pisa. Empiezo a pensar que o los noruegos son muy respetuosos con el medio ambiente o les da igual lo que les pase a los turistas. En fin, volvemos a los escalones de piedra que parecen hechos por gigantes, y a las fuertes pendientes muchas de ellas resbaladizas, nuestra ascensión va convirtiendose poco a poco en una pesadilla. Sin embargo, dicha dificultad al menos brinda la posibilidad de parar, descansar, y reflejar tanta belleza natural, allá donde la roca se funde con la tierra con el agua como elemento fusionador.








Ya estamos en el 3/4 de nuestra ascensión y al igual que los partidos de baloncesto ahora son los metros decisivos del camino, las cuestas se van haciendo cada vez más empinada, pero ahora si contamos con algo de ayuda de las infraestructuras noruegas. Para sortear los bloques gigantescos de granito y morrenas glaciares (restos de sedimentos) han dispuesto unas escaleras de madera algo espartanas la verdad, parece mentira que esto aguante las inclemencias del tiempo y de paso, el ingente paso de turistas. Nosotros ascendemos con desición, poco a poco el fiordo Lyse se deja ver, señal, sin duda, de que queda estamos apunto de llegar al Preikestolen.






El fiordo vuelve a ocultarse y nos encontramos caminando en una plataforma enorme de piedra sembrada de grietas. ¿Habremos llegado al Preikestolen?

Animo, os quedan unos 500 metros -- nos dice una señora con acento mejicano. Nuestras fuerzas, hasta ahora maltrechas, se ven subitamente aumentadas y nos encaminamos con algo más de entusiasmo al final de nuestra etapa (en moto y a pie). De repente, se hace un claro y tenemos el Preikestolen en la lejanía. Majestuoso, mirándonos desafiante y elevandose sobre el fiordo Lyse de aguas turquesas. Como del descubrimiento de un tesoro se tratara M Carmen acelera el paso, me adelanta y se encamina a uno de los salientes del púlpito. Tras hora y media aproximada de ascensión, sobran las palabras para describir lo que sentimos al llegar, por fin, al Preikestolen.















Tras la satisfacción por el reto conseguido, uno más que añadir a nuestra aventura, llega la hora de la bajada. Bajada en la que habrá que extremar las precauciones para no encallar el pie entre las innumerables piedras que nos rodean. Sin embargo, como llevados por algún tipo de fuerza sobrenatural, la estamos realizando con mucha solvencia y rapidez. Mucho tiene que ver que un grupo de amigos rusos que se encuentran haciendo el indio, a pocos metros de nosotros, nos estan haciendo acelerar el paso para que no nos relacionen con ellos. Tanto es asi, que en unos lagos glaciares, cercanos al púlpito, estas personas algo ebrias casi protagonizan la jugada tonta de la semana al intentar zambullirse en ellos de cabeza, menos mal que no lo hicieron. Nosotros ponemos tierra de por medio aprovechando las grandes piedras. Y es que hay que tener la cabeza en su sitio para bajar por ellas, o eso, o unas novias sobrias que te salven de tu propia inconsciencia.

Acuciados por los rusos, los metros de bajada del Preikestolen fueron tan rápidos que parecía que bajabamos en una moto trail. No obstante, hubo tiempo para hacer alguna foto y sobretodo, alentar a otros audaces aventureros que subian en busca del objetivo que recientemente habíamos conquistado. Sin embargo, no hay que bajar la guardia, ya que el terreno es bastante impracticable y en cualquier momento se puede tropezar con estas enormes piedras que nos rodean, otrora restos de la erosión que labró este valle durante las glaciaciones. Finalmente llegamos a nuestro campamento base sin incidencias, afortunadamente, y en tiempo record. Hemos empleado un tiempo de una hora y media en el viaje de vuelta, en total algo más de 3 horas en realizar los dos viajes, lo cual no está nada mal teniendo en cuenta todo lo que hemos parado para hacer fotos y retomar fuerzas. No es que estuvieramos compitiendo para las olimpiadas, ni teniamos tiempo, pero nos ha parecido un tiempo bastante respetable. Nos hemos pegado una buena paliza de andar, tanto como una etapa del camino de Santiago, por ejemplo. Pero al igual que la perigrinación en tierras, terminas con la sensación de que cada paso ha merecido la pena. Sientes una satisfacción que compensa todas las penurias sufridas y en ese mismo instante cuando comprendes el sentido de lo que has hecho. También nos quedamos con la demostración de que los noruegos están hechos de otra pasta, y es que nos cruzamos con varios que subían y bajaban corriendo, como el que sale a hacer footing por el parque del barrio.













Con la sensación de haber vivido un sueño y de despertar a la hora de llegar al parking, nos disponemos a prepararnos para el viaje de vuelta a Stavanger. Parking por cierto, totalmente desolado, solo estamos nosotros, no hay ningún vehículo en el lugar. En un principio, teniamos pensado tomar algo en el restaurante del complejo, pero la horda implacable de mosquitos que nos asaltan vorazmente nos hace desistir. Son pequeños, pero molestos, tanto que sus constantes picaduras no nos dejan vestirnos, ni tampoco atender a unos turistas suecos que se interesaron por nuestra moto y por nuestra aventura. Desgraciadamente, el ambiente no era el más propicio para entablar una conversación, asi que nos despedimos apresuradamente, y con gran pesar, nos marchamos del lugar deshaciendo el camino en busca del ferry en Oanes.

Yo particularmente, me encuentro algo preocupado, por aventurarnos en tierra extranjera sin saber cual es el horario de los ferrys. ¿Nos quedaremos tirados en Oanes? -- me pregunto mientras sorteo las curvas, con la misma delicadeza que bajamos del Preikestolen, ya que el asfalto se encuentra humedecido por el descenso de la temperaturas, a pesar del sol radiante. Llegamos al terminal para embarcar de regreso, y de pronto, M Carmen empieza a quejarse del frío que tiene, y aunque eso no es nuevo, lo peor es que empiezo a tener frío yo también. Y si yo tengo frío, es que hace frío de verdad. Desgraciadamente, cuando iniciamos esta excursión primamos la comodidad de la subida al Preikestolen al confort de nuestra ropa motera, de todas formas no tenemos forros térmicos, asi que... Bueno pues ahora esa decisión nos está pasando factura, pero no quedaba más remedio, dadas las limitaciones de equipaje y espacio. Afortunadamente, el ferry ofrece todas las comodidades para rehacerse, calentarse, tomarnos un chocolate caliente y pensar en lo vivido hasta ahora, que ha sido mucho, mientras ojeamos la excelsa reseña de fotos que hemos sacado de un lugar de ensueño. Una autentica obra de arte de la naturaleza, que no sabemos cuanto durará, puede que mañana se caiga por las numerosas grietas que lo atraviesan, o dentro de 5000 años, pero ¿quien sabe realmente lo que pasará en el futuro? A pesar del frío decidimos salir a cubierta y tomar una foto de lo que nos ha parecido el colofón perfecto para un día sencillamente perfecto.





Tras el receso del ferry llega la hora de enfrentarnos al frío perfecto de Noruega, apenas con la protección de un forro polar. No queda, por tanto, más remedio que apretar los dientes y aguantar algo más de 40 minutos de travesia hasta llegar al camping. Los kms se suceden con el sonido de rechinar de nuestros dientes como fondo en nuestros intercomunicadores, pero en nuestros corazones no hay hueco para el desanimo. Para distraer la mente hablamos entre nosotros


-¿Que te ha parecido el Preikestolen M Carmen?
- Lo más bonito que he visto en mi vida, ¿te fijaste en las cascadas del fondo? -- Me pregunta M Carmen.
- Si, pero que miedo pasé alli arriba - Aunque me cuesta reconocerlo tengo miedo a las alturas y he tenido que viajar hasta Noruega para descubrirlo. Ese pensamiento me tiene un poco bajo de moral, porque me ha impedido disfrutar del paisaje como quería. Además me ha dado miedo que a mi novia le pasara algo.

- No te preocupes, mucha gente tiene miedo a las alturas, pero pocos se han asomado al Preikestolen para grabarlo, a pesar de tu miedo le has echado valor para superarlo, eso tiene mucho mérito.

Tras la conversación no pudimos evitar coincidir en que seguimos bajo el velo de un cielo perfectamente azul, pero el azul turquesas del fiordo Lyse no tienen nada que envidiarle. Por otro lado, los dos estamos bastantes contentos porque hemos realizado una etapa con los tempos bien definidos, ha dado tiempo a todo: a comer, a viajar, a fotografiar, a grabar, etc., y vamos a terminar la jornada cenando a una hora normal y con relativo poco cansancio. Aunque todo ello conlleve la ligera hipotermia que empezamos a sentir a mitad de camino de nuestro destino de descanso. Finalmente con el sol rayando el horizonte en un impertérrito atardecer dorado llegamos al camping, con la misma paz que dejamos atrás cuando iniciamos nuestra excursión al Preikestolen. De camino del camping me encuentro con dos Yamaha Diversion como la mía, pasado y futuro de este modelo en una foto.


Es hora de cenar, pero antes una ducha y mientras nos duchamos lavaremos nuestras prendas. M Carmen procede primero, pero ante su tardanza voy a la caseta para ver que pasa. Efectivamente ducharse, ha conseguido ducharse, pero no ha conseguido poner en marcha la lavadora. Es hora de hablar con el responsable de lo ocurrido, en este campo me muevo con más soltura que en las alturas, así que hablo con el hombre, además también le refiero que en toda nuestra estancia no hemos conseguido conectarnos a la red WIFI del parque.

- No se preocupe, le devuelvo el dinero que ha pagado - Me contesta amablemente el recepcionista.
- En cuanto a la lavadora, tiene que cargarla, poner el programa NORMAL, seleccionar tiempo y darle al botón START - explicación sencilla, pero que resulta algo difícil con la serigrafía del electrodoméstico y las instrucciones en noruego.
- ¿Puede venir conmigo?, no entiendo noruego y ahi demasiadas opciones, además la maquina no nos devuelve la ficha y no podemos usar la lavadora más veces.
- Vaya para allá, en dos minutos estoy alli 

Me marcho a la lavandería-ducha sin mucho convencimiento de que me solucionen el problema y le comento a M Carmen que tenemos que esperar. En ese momento, ella, que todavía tiene el pelo mojado, me mira perpleja, el recepcionista ha llegado tal y como prometió. En un santiamén, soluciona el problema y se despide con una sonrisa y el manido You Welcome. Ciertamente, ninguno de los dos sale de nuestro asombro, y es que en España estamos acostumbrados a un trato un poco más dejado de los responsables de hoteles. Aqui, para nuestra alegría, la gente se toma muy en serio que sus huéspedes estén a gusto. No quiero decir con ello que en España se trate mal a los turistas, pero la diligencia y eficiencia conque se atiende a los clientes supera, para bien, nuestras expectativas. Además si algo no funciona, no se entra en debates estériles, se devuelve el dinero y punto. Una seriedad fuera de toda duda, que nos brinda un interesante tema de conversación para la cena, cena, de jamón y queso con pan, que transcurre dentro de nuestra cabaña a la luz de las velas. Aunque, las velas son puramente ornamentales, ya que el sol no piensa abandonarnos en toda la noche.

- Menos mal que me he traído el antifaz, sino ¿como iba a dormir? - Me comenta mi novia mientras deducimos que las excelencias de nuestro hytter tienen como única pega la inexistencia completa de cortinas para filtrar la luz del sol.





Al terminar la comida, decidimos dar un paseo para bajarla y de paso investigar como son las instalaciones del camping, casi nos perdemos de lo grande que es, con zonas de juegos, hytters con capacidad para 10 personas, etc. En el camino de vuelta, recogemos nuestra ropa que esta perfectamente limpia y la secamos en nuestra cabaña. Los hytter están muy bien aislados térmicamente, haciendo la estancia coja y mantenga temperatura sin problema. Asi que no tendremos ningún problema en tener la ropa lista para mañana. Todavía nos queda la roca Kjerag, un peñasco encajonado entre paredes y con vistas, también, al majestuoso Lysefjorden. La roca se encuentra a 1.000 metros sobre el fiordo, y saltar hacia ella para hacerse una instantánea es casi un acto de fe que sube las pulsaciones al nivel de una taquicardia. Pero esa será otra historia.












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