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sábado, 13 de septiembre de 2014

CAPÍTULO 13: EL SILENCIO DE LA CASCADA


ETAPA 13: BERGEN-HELLESYT



Distancia total ruta:  346 kms

Tiempo total:   6 horas

Ciudades visitadas:  2

Paradas:  3

Consumo medio:  4,81 l/100


Comienza un nuevo día, aquí en Bergen, y como no podía ser de otra manera, Noruega nos saluda con un manto de lluvia considerable. La verdad es que a estas alturas, casi completadas dos semanas de aventura he perdido la cuenta de los días que hemos tenido libre de precipitaciones en este país, pero la proporción va más o menos a un día de lluvia por otro nublado. Ciertamente, nada halagüeño para comenzar esta etapa, pero no queda más remedio en Euro-Diversion 2013, que seguir avanzando. Mientras nos lo pensamos y nos armamos de moral, desayunamos con el jamón (que todavía nos dura), pan noruego, y un poco de leche. Un desayuno espartano pero energético para afrontar la etapa que se nos viene encima algo más larga de lo habitual en Noruega, lo que se va a traducir en más horas en la moto, y más cansancio. Tras el desayuno, nos disponemos a volver a meter las cosas en las alforjas para partir, pero me doy cuenta de que la bolsa sobredeposito tiene la cremallera rota. Rápidamente, M Carmen se pone manos a la obra y saca un pequeño kit de costura para resolver el entuerto.




Sin duda, ha sido todo un acierto incluir un poco de hilo y aguja de coser por lo que pudiera pasar, además mientras lo hace, estamos haciendo un poco de tiempo a ver si cesa la lluvia. Para cuando ella termina la operación yo ya tengo todo empaquetado en nuestras alforjas, sin embargo, la lluvia se ha recrudecido, así que muy a mi pesar toca plastificarse de nuevo. Plastificados, bajamos nuestras cosas hasta la calle para cargarlas en la moto, afortunadamente nuestro Falco Stradale ha vuelta a dormir a cubierto. Por ahora, creo que únicamente en los dos días de Stavanger nuestra moto ha estado sometida a los elementos sin estar en marcha. El estrecho callejón donde nos encontramos casi no deja que montemos las cosas a la vez  a ambos lados de nuestra montura, pero con la maña de M Carmen, lo conseguimos. Toca montarse, pero para evitar problemas, saco la moto de allí no sin cierta dificultad, dado que el asfalto está muy resbaladizo.



Con los dos montados en nuestra moto, comenzamos la etapa, pero esta vez sin un excursión mañanera por la ciudad de Bergen. Ayer, creo que lo vimos todo, y además entretenerse en este país te puede salir caro. En primer lugar, porque el bajo ritmo de rodada en la carretera (A no más de 90 km/h) hace que el camino se haga eterno, y en segundo lugar porque a partir de cierta hora, sobre las 18:00 o 19:00 no suele haber mucha gente a la que preguntar o pedir ayuda en la calle. Abandonamos Bergen con cierto pesar, durante los primeros kms le cuento a mi novia que he descubierto que Bergen está hermanada con Málaga. Un dato curioso, puramente anecdótico, sino fuera porque personalmente, he sentido algo especial mientras paseaba por su puerto, el barrio de Bryggen, el monte Floyen. Lo que he sentido es que me encontraba en casa, en la ciudad que me acogió durante tantos años, Málaga, capital de la costa del sol. Recuerdos que vienen a mi memoria y me acompañan dentro de mi casco en los primeros compases de nuestra andadura. 

Abandonamos por primera vez, las grandes urbes noruegas y nos volvemos a adentrar de lleno en la Noruega de los fiordos. De hecho nuestro destino es un camping de la localidad de Hellesylt, una de las poblaciones que se encuentran en la orilla del gran fiordo de Geiranger, declarado patrimonio de la humanidad por su belleza, y destino de muchos tours crucerísticos por los fiordos de este país. Pero antes de deleitarnos con Geiranger. Nos percatamos de que los noruegos marcan con un cartel marrón y un logo de una flor los sitios de interés turístico, y los excelsos caminos de la E-39 está repleta de ellos. Nosotros, aunque nos gustaría, no podemos desviarnos en cada cartel que veamos y más si a nuestro maltrecho GPS le da por hacer de las suyas. Por lo tanto, proseguimos con firmeza nuestro camino hacia Hellesyt pasando a los pocos kms por un puente que cruza de Nordvika a la isla de Flatoy. Nuevamente la imágenes se tornan de civilizadas a indómitas y el agua de los fiordos inunda el horizonte de nuestras miradas mientras, en un abrir y cerrar de ojos abandonamos Flatoy para saltar, con la ayuda de otro puente, a la isla de Radoy. Poco a poco, parece que las ciudades  noruegas van quedando en el olvido como si de un sueño se tratara, y vamos adentrándonos en el bosque nórdico. 

Cuando llevamos unos 95 kms de travesía pasamos de la región de Hordaland a Sogn og Fjordane, y yo me pongo en modo búsqueda de gasolinera, los pueblos tan abundantes en etapas anteriores empiezan a espaciarse a los largo de la E-39 aumentando con ello mi preocupación, "¿Habría sido buena idea traerse un déposito auxiliar para la gasolina?"- reflexiono mientras me encamino a Oppedal. Allí cogeremos el único ferry de nuestra etapa hacia Lavik. Bordeamos el fiordo Instef y a la entrada de Oppedal encuentro una gasolinera para repostar.




Por supuesto, seguimos con la rutina de ir al baño o a pagar siempre por turnos, pero poco a poco me voy dando cuenta de que los noruegos son bastantes despreocupados con sus cosas. Intento no contagiarme de esta confianza, porque la pérdida de ciertas cosas puede ocasionar retrasos o contratiempos en nuestra apretada agenda. Tras el repostaje, más o menos a 2€ el litro, nos tomamos un café para paliar un efecto de la lluvia incesante que estamos sufriendo y que parece no darnos tregua. Mientras lo degustamos miro a la sección de aceites lubricantes en busca de alguno con la graduación 10/40 - semisintético. Desde España me traje 3,5 litros de una garrafa grande que tenía. En los primeros kms de nuestra aventura la moto, me lo pedía continuamente. Creía que me iba a quedar sin él, más o menos, en Noruega. Pero desde que hemos pisado este país la moto, quizá por el frío (se refrigera mejor) nos ha dado una tregua y de momento aguanto, con algo más de litro y medio. Sin encontrar el aceite volvemos a la ruta fijada y a los pocos kms volvemos a parar, esta vez para esperar al ferry. La incesante lluvia hace que nos apeemos de nuestra moto y esperemos a cubierto en las instalaciones de la terminal. Aprovecho para pagar el transporte, mientras M Carmen se dedica a sacar alguna instantánea. El ferry, en concreto nos cuesta 11€ (Precio de dos personas y una moto). Completada más o menos, un tercio de nuestra etapa nos disponemos en embarcar, de nuevo en busca de lo desconocido.






La lluvia, antes implacable, decide darnos un descanso, para disfrutar de la corta travesía de 6 kms que nos separa de Lavik. Sin embargo, las nubes amenazantes, nos hacen desistir de quitarnos los impermeables. Al menos aprovechamos para sentarnos en un asiento más confortable y relajarnos con vistas al fiordo. Casi en un abrir y cerrar de ojos llegamos a la pequeña ciudad de Lavik, de la nos marchamos con testimonial paso, hacia el norte. Poco a poco, el puerto va quedando pequeño en el retrovisor y los coches que tras el desembarque formaban procesión, van desperdigandose en la espesura de Noruega. Nosotros continuamos fieles a la E-39, que sin duda nos va a llevar en volandas por todo este gran país, avanzando km a km mientras bordeamos un fiordo llamado Sogne, que significa "Sueños". Sin duda, el nombre le hace justicia, es posible que de todos los fiordos por los que hemos pasado "el de los sueños" sea el más bonito. Debo de reconocer, sin embargo, que es difícil decantarse por uno, sin ánimo de ser injusto. El espectáculo que se brinda delante de nuestros ojos es digno de brindarle toda la atención de nuestros sentidos, sin entrar en estúpidos debates sobre qué es mejor. M Carmen lleva ya un tiempo, bastante callada por el intercomunicador y eso me tiene un poco preocupado, ¿Estará bien? Sólo el sonido de su voz puede sacarme de dudas.

M Carmen, ¿estas bien?
Si, ¿Por? - contesta.
No se, estas muy callada
Estaba mirando el paisaje, es tan bonito, que tienes la sensación de no disfrutarlo si hablas - reflexiona ella en voz alta.

Sin duda, no es para menos, y es que en este país todo impresiona tanto que nombrarlo constituye un sacrilegio. Llevábamos varios días de urbe en Bergen y Stavanger, con la excepción del Preikestolen, y no habíamos vuelto a sumergirnos en la naturaleza noruega. Casi habíamos olvidado que lo más adecuado es guardar un respetuoso silencio, y a lomos del Falco Stradale simplemente dejarse llevar, contemplar, volar y disfrutar de este fiordo de los sueños tan cautivador. Con unas aguas calmas, tan azules y cristalinas que no se sabe muy bien si el agua es espejo del cielo o al contrario.





Continuamos bordeando el fiordo de los sueños, hacia la localidad de Forden sin despegarnos de nuestra estrella polar nordica (La E-39). A los pocos kms ya damos paso a la tierra firme, abandonamos "el fiordo de los sueños" y pasamos entre los lagos Digrenes y Langeland. Estos lagos son los últimos vestigios de un antiguo glaciar que pobló estas tierras hace miles de años, la forma en que esta erosionado el valle, en forma de U, delata su origen. Aunque a los ojos del inexperto puede pasar desapercibido, no se ven cosas  como estas en nuestro país. Noruega es sin duda, un libro abierto de historia natural, a la espera de alguien que sea capaz de descifrar sus secretos. Yo al menos lo intento, cosa difícil esta de transitar el país a golpe de acelerador, entre la agreste belleza del lago Digrenes. Pasamos Forden y llegamos a los lagos Mova y Asvat, también de origen glaciar. Es increíble la cantidad de lagos que estamos viendo, y me pregunto: ¿No era Finlandia el país de los 1000 lagos?. Mientras reflexiono en mi interior, M Carmen interrumpe el eco de mis pensamientos a través del intercomunicador:

Rafa, fijáte en esos descansillos de la carretera, ¿Para que serán?¿Y esos palos naranja fluorescentes?
Lo de los descansillos no lo sé, pero lo de lo palos verticales naranjas son para delimitar la carretera cuando nieve.
¿Hasta ese nivel llega la nieve? - pregunta retóricamente con perplejidad.

A pesar de la precariedad del asfalto de las carreteras del país, por el clima extremo, y la escasa señalización, las carreteras de Noruega tienen algunas cosas buenas, a saber: Gran cantidad de zonas de descanso acondicionadas para caravanas, merenderos de madera cubierto. Todo esto, por un motivo: En Noruega, en ciertas épocas del año se hace de noche muy temprano y las poblaciones están muy espaciadas entre sí, al igual que hoteles o gasolineras. Es muy posible que esos descansos estén, en mi opinión, en el camino para que los despistados turistas pasen la noche al margen de la carretera en zona de seguridad. Desgraciadamente, no hay mucha gente a la que preguntar y los siguientes kms discurren con teorías entre nosotros sobre para que son esas paradas en el camino. Además desde Dinamarca, pero más marcado durante Noruega, me he dado cuenta de que hay una señalización que se va repitiendo con más frecuencia según vamos viajando más hacia el norte. Es una señal que indica, mas o menos, que a partir de las 18:00 los vehículos pesados no pueden adelantar bajo ningún concepto. Buena idea, ya que las carreteras noruegas no invitan a la temeridad precisamente. No es que nos hayamos prodigado durante altas horas de la tarde, pero no hemos visto muchos camiones adelantando en tierras nórdicas, quizá sea por ese motivo.

En mitad del debate que mantenemos M Carmen y yo, llegamos a la localidad de Vasseden. El estomago ya nos va reclamando un alto en el camino, más o menos en el ecuador de nuestra etapa. Entonces nos apeamos en un merendero cercano con vistas al lago Jolstra, en pleno Parque Natural de Naustdal-Gjengedal.






Un lago tan grande y alargado que parece que estamos ante un fiordo, sin importar en averiguar las diferencias, hacemos un par de fotos mientras comemos. Tras el break obligado nos tomamos un café en una cafetería cercana y nos ponemos en marcha a la vez que la lluvia comienza a hacer acto de presencia. Como ya estábamos "plastificados" desde Bergen, no supone retraso alguno en nuestro viaje y volvemos a la ruta bordeando el lago a lo largo de un inmenso valle. Alhus, Ardal y Skei son bellos pueblos. Los noruegos desde luego, saben como entretener al viajero que huye de la monotonía. Si no estas contento con las vistas, puedes contemplar el fiordo desde otro punto, sin problema, desde luego esta gente piensa en todo.






A ello nos dedicamos con pasión, entre curva y curva, cuando el viento o la lluvia te dan un descanso, es el momento para dar fe sobre la marcha de la siempre versátil belleza de los paisajes noruegos, mientras pasamos por Olde y Loen, hasta llegar a la ciudad de Stryn. La primera ciudad importante de nuestra etapa, la que nos saluda, que sirve de parada, para descansar un poco las piernas. La que por ahora es la etapa más larga de nuestro periplo nórdico se está haciendo tan interminable como surcar las autopistas francesas, con la diferencia de que allí el tiempo y los kms pasan volando, y aquí todo se enlentece tanto que parece que llevamos dos días consecutivos viajando en lugar de uno. Nuestro cuerpo empieza a notar achaques y dolencias que suelen aparecer alrededor de los 400 kms o más, pero aquí llevamos 300 aproximadamente y nos sentimos como si lleváramos 800 kms consecutivos. Mi novia se queja bastante de las rodillas y del intenso frío aderezado con una lluvia implacable, a mi sin embargo, los kms de esta etapa y los acumulados en Euro-Diversion 2013,  me están empezando a hacer mella en la espalda, cuello y brazos. Seguramente, achaques provocados por la tensión de llegar, de no mantener la moto recta ante las embestidas del viento, etc. Tan sólo nos quedan 50 kms hasta la localidad de Hellesylt y parecen que nos restan 50 años. Es hora de enfundarse de nuevo en el mono impermeable, montarse en el Falco Stradale y ponerse "kms a la obra" en busca del archiconocido fiordo Geiranger. A nuestro paso vuelve a abrirse los paisajes para mostrarnos la Noruega profunda en toda su belleza, ante lo cual es mejor ser parco en palabras, ya que la mejor manera de describirla es con imágenes. Nuevamente, el silencio vuelve a apoderarse de nuestros corazones, tan sólo roto por el rugir del motor del Falco Stradale. 




A los pocos kms de nuestro destino en Hellesylt, pasamos la frontera de la región Sogne og Fjordane a More og Romsdal, dicha frontera administrativa queda marcada por una señal con el escudo de la región. Son tres cruces sobre fondo azul. La naturaleza, sin embargo, no impone fronteras, allá a donde miramos todo son bosques de frondosidad infinita. Tan profundo como los fiordos, el verde de los bosques noruegos hipnotiza a nuestro paso y eso que está lloviendo a mares, desluciendo las vistas ostensiblemente. Por momentos, tengo la impresión de que la naturaleza nos ha dado un salvoconducto para pasar por sus dominios, y que la única representación de la civilización somos nosotros, esta carretera sobre la que rodamos, y los escasos coches con los que nos cruzamos.



Tras terminar de bordear el fiordo Innvik y de dejar a nuestra izquierda el ingente lago Hornindals, llegamos, por fin a Hellesylt. Una pequeña población de tan sólo 200 habitantes, a orillas del fiordo Geiranger. Dicho fiordo, que es un de los más largos y profundos de Noruega, es famoso por ser junto con el de Naeroy Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Cada año visitan estas tierras unas 600000 personas, y debo decir que recién llegados a Hellesylt nos damos cuenta de la magnitud de estas cifras y de que la belleza del fiordo Geiranger no es injustificada. Mientras, el GPS hace de las suyas de nuevo, llevándonos por un lugar incorrecto. Al menos, dicha equivocación nos permite, mientras encontramos el camino hacia el camping, de reseñar la visita del Queen Victoria, tercer buque en tamaño de la Cunard, trasatlántico habitual de otros puertos y urbes, que pese a sus enormes dimensiones, se queda pequeño en tierras vikingas.






Tras las anecdóticos fotos, con algo de maña y suerte, consigo que el GPS nos lleve hasta el Camping. Un camping alejado del mundanal ruido de Hellesylt y sus legiones de cruceristas. Tras unos 10 kms de búsqueda, llegamos a un paradisíaco recinto a los márgenes de un río embravecido entre bosques silvestres, todo muy ídilico.






Sin embargo, la incesante lluvia no nos hace estar para romanticismos, aparcamos y esperamos resguardados hasta que llegue el recepcionista. Mientras hace acto de presencia ayudo a M Carmen a descargar nuestras cosas, al menos lo más básico para instalarse. Una tarea rutinaria pero harto difícil, bajo la implacable lluvia. Justo al terminar, hace acto de presencia nuestra recepcionista, una chica bastante joven, no tendrá más de 20 años. No obstante, en este caso, su juventud no la hace ser más espabilada, tiene bastante "pavo" y parece bastante pérdida, como si estuviera recién levantada, y eso que son las 18:00 horas. Además chapurrea el ingles como yo chapurreo el noruego, así que os podeis imaginar que la comunicación fue de todo menos fácil. Tras unos momentos de lucha con ella, consigo hacer el check-in y alquilar la ropa de cama. Asimismo, debo comprar por adelantado algunos servicios como ducha o lavandería. Me parece que este camping funciona bastante diferente al de Stavanger, todo parece más improvisado. Por si fuera poco, para nuestro asombro, la chica tras hacernos la entrada, se marcha a su casa dejando el camping sólo. M Carmen y yo nos miramos no comprendiendo nada. En medio de nuestra perplejidad, me percato de la existencia de un cartel que dice más o menos esto:

"Si tiene cabaña reservada y la recepción está cerrada, por favor instalese en las cabinas libres con la llave en la puerta y pague al día siguiente".

Rafa,¿Te das cuenta de que significa esto? - Me pregunta mi novia.
Significa que si esto fuera España se le meterían en el camping unos okupas y ahora echálos de la cabaña
No, quiero decir que podríamos no haber reservado, meternos en una cabaña y luego...
¡¡Cualquiera se arriesga, tras 6 horas de etapa y esta incesante lluvia!! - exclamo - Seguramente la chica ha permanecido aquí hasta que ha completado las entradas del día. Mañana volverá a primera hora




Tras la marcha de nuestra anfitriona nos dedicamos a indagar un poco por el lugar. Las instalaciones no son tan vastas como las anteriores, aquí apenas hay espacio para los famosos hytter dispuestos en líneas, y los módulos de vestuarios, duchas, y lavandería. Apenas habría espacio para nuestra caravana o tienda de campaña, en contrapartida, el camping es pequeño pero coqueto. Igual que nuestro hytter que, cosas de la suerte, tiene vistas del río y de la gran cascada que lo alimenta.




Tras dejar nuestras cosas, poner la ropa a seca y poner nuestra moto lo más resguardada posible de la lluvia, está cesa, casi como si de una broma se tratara. Nosotros aprovechamos para hacer la colada y mientras se lava observar la impresionante cascada que nos saluda como justo premio a esta larga y extenuante etapa. Contemplar cosas como esta te hacen sentir que un viaje de estas características, con las dificultades que implican, merece la pena.









Sin mucho que ver en Hellesylt, y teniendo la localidad de Geiranger al otro extremo del fiordo, decidimos tomarnos el resto de la jornada de descanso, que bien merecido lo tenemos. Sin hacer muchos alardes, y con ánimo de descubrir, nos damos una vuelta por los alrededores en busca de una pizca de sentimiento de aventura lejos de la moto. 




A nuestro paso se abre un paraíso fluvial de salvajes saltos de río, cascadas, remolinos bañando a una naturaleza en estado vivo. Próximos a estas aguas revueltas, como bien dice el refrán, nos encontramos con algunos puestos de pesca y algún que otro pequeño banco de metal que se dispone como un improvisado mirador ante el río.







Tras la cascada nos adentramos en el bosque siguiendo un sendero bastante decente, tanto que podrían ponerlo de carretera nacional en este país. Tras apenas unos pasos la cascada, a pesar de su fuerza, se silencia dejándonos "abandonados" en mitad del salvaje bosque en el más absoluto de los silencios. Un silencio, como todos los de este país, mágico, que invita a volar con la imaginación a abstraerse de todas esas cosas que nos enturbian la vida. De repente, entre esos arboles la vida vuelve a su origen, nada salvo la respiración y el latir del corazón interrumpe nuestros pensamientos. En ese verde incomparable nos sentimos tan pequeños como debió "sentirse" el Queen Victoria entre las especulares y vastas aguas del fiordo Geiranger. Aquí se pierde la noción del tiempo y de la razón, no existe nada salvo nosotros. No hay cabida para hipotecas, prestamos, problemas con el jefe... La paz que se respira, te da una extraña sensación de libertad, ya casi olvidada. Libertad de todo esas cosas que te atan restando brillantez al rayo de luz que es la vida.









Tras estas profundas reflexiones respirando un aire impoluto decidimos emprender el camino de vuelta a nuestro hytter, para comer y descansar para mañana. No es cuestión, ahora, de perderse en mitad del bosque tras tantos infortunios "tomtom". Mientras caminamos por un sendero que parece infinito, no podemos evitar pensar que a cada paso que damos vamos escribiendo la historia de este viaje, nuestra historia. Me quedo corto al describir la escena y creo que las imágenes tampoco me ayudaran, pero lo que si es cierto es que, en la inmensidad de este bosque hemos encontrado el verdadero sentido de las aventuras en moto, la sensación de libertad.


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