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martes, 21 de octubre de 2014

CAPÍTULO 16: BAILANDO CON RENOS

ETAPA 16: VILHELMINA-GALLIVARE

Distancia total ruta:  519 kms

Tiempo total:   7 horas

Ciudades visitadas:   3  

Paradas:  3

Consumo medio:   5,15 l/100




Desde que empezó esta aventura solemos tener un día de perros seguido de otro estupendo. Esta vez nos tocó el bueno. A pesar del superavit de stress del día de ayer Suecia nos da los buenos días con un sol radiante sin atisbo de nubes en el horizonte. Como en Noruega, se sigue cumpliendo la regla de tener días alternos de buen tiempo. Salimos de nuestra tienda sami (o lapona) con las pilas cargadas y llenos de optimismo para afrontar esta nueva etapa que nos llevará al centro de Suecia y en la que se supone cruzaremos el Círculo Polar Ártico. Me pongo a limpiar y tensar la cadena de mi moto, nuevamente, mientras, M Carmen prepara nuestro desayuno con jamón (que ya nos dura 2 semanas), queso y dos buenos cola-cao calientes. Cuando ella ha terminado juntos preparamos el equipaje para dejarlo ensamblado en nuestra moto. Ayer entre tanta lluvia, dió tiempo a sacar lo imprescindible. Limpiamos nuestra labba, para evitar pagar el extra de 50 SEK  por no hacerlo, y con todo listo nos sentamos a los pies de nuestra tienda lapona para desayunar tranquilamente con vistas al lago Baks, unos minutos sin duda inspiradores para perderse en esta inmensidad, abstraerse de lo sufrido y disfrutar de todo lo que llevamos vivido.




Justo cuando termino de hacer el check-out me doy cuenta de que tenemos nuevos vecinos, madre e hijo que se instalan en la tienda de al lado. Nos despedimos de ellos con la pena de abandonar este lugar tan ídilico en el centro del país y ponemos rumbo a Gallivare, en plena región de Laponia. Dejamos atrás el lago Baks y cogemos la E-45 con decisión y nuevamente volvemos a las rectas indefinidas entre los frondosos bosques suecos. Estas inhóspitas tierras suecas son ricas en agua y bosques, no me extrañaría nada que Suecia fuera una gran potencia mundial en la industria maderera. Por primera vez en mucho tiempo, tenemos una metereología clemente con nosotros, hace un día tan esplendoroso que parece, por momentos, que hayamos vuelto a nuestra casa. Mientras realizamos los primeros kms, voy reflexionando que por ahora hemos tenido mucha suerte en encontrar los campings donde ibamos a pernoctar. De momento, ir de A a B y luego C, esta siendo asequible, mientras pasamos cerca del lago Arons, me pregunto si en Gallivare nos pasará lo mismo.

Al igual que en la recta final de la etapa de ayer, el trayecto hasta Gallivare vuelve a estar pleno de vacío. No hay absolutamente nada ni nadie con quien cruzarnos, tan sólo la E-45 nos acompaña en nuestra aventura. Discurren los kms y los únicos testigos de nuestro paso son los altísimos arboles y el viento que mece nuestro avance. A M Carmen empieza a preocuparle el hecho de que no encontremos gasolinera, pero creo que habiendo repostado al salir de Vilhelmina tenemos al menos 150 kms de tranquilidad. Yo por si acaso, teniendo en cuenta que no conocemos la densidad de gasolineras en la zona y que no tenemos depósito auxiliar aprovecharé para esta atento al llegar a los 100 kms.    




Seguimos avanzando entre la más absoluta soledad, tanto es así que creo que desde que salimos de Vilhelmina no nos hemos cruzado con ningún coche, y de eso hace ya una hora. Setenta kms de soledad, de silencio, que lejos de ser incómodo sirve para disfrutar de la vista que nos ofrece Suecia. Sin embargo, esa soledad que puede parecer amenazante, no me hace padecer miedo alguno. Me siento libre de una forma que nunca me había sentido hasta ahora, al igual que en la Noruega de los fiordos, aquí tengo las sensaciones más puras sobre las dos ruedas. Una manera diferente de encontrarse a uno mismo. En mi mente, el recuerdo de la evocadora canción de Enya para la BSO del Señor de los Anillos, sin duda una canción que refleja a la perfección como nos sentimos al explorar los confines de Europa.





De repente, sin previo aviso, a la altura de Storuman, volvemos a la realidad y despertamos de nuestro sueño. Diviso algo grande al borde de la carretera de color blanco llama mi atención, parece que está esperando nuestra llegada. Al principio, parece un coche, pero poco a poco va redondeando sus formas, tomando cuerpo y reduciendo su tamaño, incluso acompaña el compás de nuestra marcha. Tras muchos intentos acabamos divisar nuestro primer reno. 




Nos habían dicho que eran muy comunes en Escandinavia y que podían verse en los márgenes de la carretera, no obstante, no habíamos divisado ninguno hasta ahora. Menos mal que M Carmen estaba prevenida y llevaba la cámara para reflejar nuestro primer encuentro con este bello animal. De un blanco impoluto, me da la impresión de que es albino, y si ya es raro encontrar un reno que no huya ante nuestra presencia, más raro aún es encontrarlo albino. Otros tantos le acompañan más adelante, a los que damos alcance para hacer alguna foto más. 




El grupo esta formado por una pareja que viaja con su cría, que de forma tímida nos acompañan durante unos metros en nuestro viaje. M Carmen, ante estos peluches andantes, no puede evitar un exclamar un dulce y maternal: "Miraaaaa" mientras paramos nuestra moto con la esperanza de poder acercarnos a acariciar los renos. Desgraciadamente, no lo conseguimos, huyen de nosotros en cuanto paro la motocicleta. Con algo de tristeza nos montamos en el Falco Stradale.

- Has visto la cosa tan rara que llevan todos en el cuello - Me pregunta M Carmen
- Debe ser algún dispositivo para geolocalizarlos y tenerlos controlados - Le respondo
- Pues que nos pongan a cada uno uno en el cuello y así no nos perdemos - dice con gran sentido del humor.



Lo del control de estos animales no es de extrañar ya que no conozco las cifras, pero es muy probable que haya en este país y en los vecinos, más renos que personas. Del fugaz encuentro también saco una curiosidad: Parece que estos animales tienen pelaje en los cuernos. Algo que desconozco que tengan ciervos y alces en nuestras tierras. Con la alegría de este primer hallazgo, reemprendemos el camino hacia Gallivare, con el curioso encuentro aún fresco en nuestras mentes, y con la esperanza de que no sea el último. Tras la visión de los renos, empezamos a ver vehículos que comparten nuestra senda por la E-45, de una forma velada, volvemos a la civilización entre la agreste Suecia. 

Gracias a la generosidad de los límites de velocidad en Suecia estamos atravesando el país como un cuchillo en la mantequilla. Esto hace que los kms cundan de una manera que teníamos olvidada desde Dinamarca. Las poblaciones se van haciendo cada vez más pequeñas y espaciadas según vamos viajando hacia el norte, pasando ante nuestro ojos a modo de carrusel. Pasamos de la región de Vasterbottens a Norrbottens bañadas por las vastas aguas del lago Led. Cercano a Arvidsjaur cruzamos por un puente el bello lago Byskeäl que nos recuerda, por un momento, los bellos fiordos noruegos. Casi sin darnos cuenta, entre la inmensidad de los bosques suecos, pasamos por Moskosel y llegamos a la ciudad de Jokkmokk. 





Un nombre, que ciertamente, me recuerda un poco a mesa de Ikea, una bonita ciudad de largas avenidas y abundantes parques. Nada más entrar en esta ciudad y sin saber muy bien como, nos vemos inmersos en un convoy de más de diez coches clásicos seguidos, todos el mismo modelo: Ford Mustang Cobra. Los hay de todas las épocas, antiguos y modernos, de todos los colores. Todos circulando por las calles de Jokkmokk en un simpático desfile, que nos deja maravillados. Sin duda, tiene que haber algún tipo de festival o concentración de este modelo en Jokkmokk, porque sino no se explica la existencia de tantos juntos. Desde luego a estos suecos, al igual que los noruegos, les encantan los coches clásicos y caros. Supongo que todos tenemos sueños caros.

Nosotros con nuestra humilde moto, decidimos hacer un alto en el camino para descansar y de paso almorzar. Como de costumbre el menu se compone de noodles con algo de queso en barra. Mientras M Carmen los prepara, decido dejarla sola por un instante e ir a la entrada de Jokkmokk para repostar. En el camino voy pensando que a estas alturas deberíamos estar ya dentro del Círculo Polar Ártico, sin embargo, sin GPS ni brújula no podemos corroborarlo. Para colmo de males, tampoco caigo en la cuenta de preguntárselo a la dependiente de la gasolinera, me apremia más reunirme con mi novia. No es que tema que le vaya a pasar nada, pero en estos momentos estamos sin saber el uno del otro y eso en otro país puede ser un verdadero problema, ante cualquier contratiempo. Cuando me reencuentro con ella me percato de que hemos parado en un parque dedicado a la Declaración Universal de los Derechos Humanos, firmada por la ONU en 1948 y justo enfrente de la redacción en español, del artículo 1:  "Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros."




Con este curioso detalle comenzamos a comer, pero no puedo abstraerme del pensamiento que tenía en la gasolinera: ¿Habremos llegado ya al Círculo Polar Ártico?

- No se M Carmen, pero me da la impresión de que hemos cruzado la línea del Círculo Polar Ártico.
- Pero ¿Donde? yo no he visto nada - me explica circunspecta.
- Yo tampoco, pero tenía entendido que tenía que haber algún tipo de señalización, raya en el suelo o algo que indique que ya estas en el Círculo Polar, al igual que lo hay para señala el paso del Ecuador. 
- Después de comer preguntamos en la Oficina de Turismo, sin duda allí tienen que saber algo. - sentencia ella.



Tras comer, decido que ya va siendo hora de resolver la duda de cuan alto hemos subido en el mapa y si estamos, finalmente, cerca de cruzar esta famosa frontera imaginaria en nuestro camino al "fin del mundo". Bajo una curiosa estatua que parece el escudo de la ciudad, encontramos un edificio bastante moderno que resulta ser la oficina turística. 




Lo cierto, es que hemos tenido mucha suerte al encontrarla, porque tal y como anuncia en la entrada es la única oficina de turismo en 100 kms a la redonda. La próxima estaría en Gallivare, nuestro destino. Un suspiro de alivio sirve de preludio a nuestra entrada en la estancia, donde se encuentra una chica atendiendo a unos turistas. Tras su turno, nos acercamos y le contamos nuestra problemática. Con la amabilidad típica de estos lares, y con la sonrisa (tímida) por bandera, la chica nos cuenta que ya hemos cruzado la línea del Círculo Polar Ártico. Según ella, dicho lugar se encuentra a unos 15 kms al sur de Jokkmokk. Tras esta revelación, aprovechamos para pedir algunos mapas de carreteras de Suecia, sin embargo, lo único que nos puede facilitar la muchacha son mapas turísticos del Parque Nacional de Muddus, que se encuentra de camino a nuestro destino en Gallivare. Mapas que, por desgracia, son de poca ayuda para la consecución de nuestra etapa.

Después de unos minutos de incredulidad ante la noticia y sin más preguntas que hacer, salimos de la oficina.

- Lo sabía, sabía que habíamos cruzado el Círculo Polar Ártico, hay que volver como sea - . - Le digo a mi novia, a la vez que me monto en el Falco Stradale de un salto.
- Esta vez vamos a ir más tranquilos a ver si vemos alguna indicación - asevera ella.

Pongo el odometro a cero y deshago el camino andado en dirección sur, como si fuéramos hacia Vilhelmina de nuevo. Sinceramente, espero que haya alguna indicación que nos advierta, y que no nos volvamos a perder en la inmensidad de Laponia. Sin GPS, sin mapas en concreto de Suecia, y poquísima gente a la que preguntar, sería una tragedia perder el rumbo de nuestra etapa. Según la chica, está a unos 15 kms, y no nos ha dicho que haya que desviarse. En teoría deberíamos verlo, ya que, supongo que debe ser una atracción turística interesante. Tras 15 minutos de travesía en la que el suspense reina en el ambiente llegamos al punto kilométrico 15 desde Jokkmokk sin novedades a la vista. Decido ir un poco más al sur, por aquello de que la chica se haya equivocado al estimar en la distancia. Sin embargo, nada, nada que anuncie la entrada en el Círculo Polar Ártico. Tras cinco minutos de camino, y a punto de dar la vuelta, dando por infructuosa la búsqueda, observo a mi izquierda un claro en el bosque. En mi paso fugaz, sólo alcanzo a ver que tiene una especie de restaurante con un área de descanso. A pesar de que no parece nada del otro mundo, decido investigar a ver de que se trata, además esta área de descanso se encuentra  a orillas de un lago. Sin duda, una vista bonita para fotografiar. 



Al llegar al lugar y desmontar de la moto, no me lo puedo creer, M Carmen tampoco sale de su asombro: Hemos llegado al cartel que marca la frontera del Círculo Polar Ártico. No puedo disimular la alegría, ¡Lo hemos conseguido!





La alegría y el nerviosismo casi no me da para pedirle a una pareja que se encontraba en el lugar que nos hiciera una foto para reseñar la consecución de este hito en nuestro viaje. Ahora si, por fin, ya estamos a todos los efectos en Laponia y podemos cruzar de pleno derecho hacia Jokkmokk y luego a Gallivare. 

- ¿Sabes, M Carmen? Me alegro de haber vuelto en busca de este sitio. Hubiera sido una verdadera pena perdernos este momento: El cruce del Círculo Polar Ártico. Ya nos queda menos para Nordkapp.



Con esta seguridad, reemprendemos el viaje, esta vez, sin parar en Jokkmokk para atravesar los densos bosques del Parque Nacional de Muddus, cercano a Porjus. Una región singular, con grandes lagos de nombre tan impronunciable como su belleza. El reflejo de la luz en ellos nos tiñe de un sutil dorado, un cálido e intermitente reflejo. Un reflejo que es intermitente, por las cepas de los arboles que nos dan cobijo entre el batir del viento y que por un momento, nos da la impresión de que estamos jugamos al escondite con el Dios Sol Sin duda, estamos disfrutando de uno de los mejores momentos en moto desde que arribamos a Escandinavia hará cosa de una semana. No obstante, ahora que hemos llegado a B desde A, queda la premisa de encontrar el camino hacia C.



A nuestra llegada a Gallivare, tomo la decisión de ir hasta el centro de la ciudad con la esperanza de encontrar una Oficina de Turismo al igual de Jokkmokk. ¡Bingo! la señales nos indican que hay una en el centro de la ciudad. Ponemos rumbo entre numerosas obras, que serpenteamos con soltura. Sin embargo, al llegar a la sede del ayuntamiento, no encontramos ninguna oficina para viajeros perdidos como nosotros. Tan sólo la estación de trenes y una parada de autobus. Desconcertado, busco hasta encontrar un hotel en la zona para preguntar como llegar al nuestro. M Carmen espera intrigada mi regreso, mientras me sumergo en las entrañas del edificio en busca de alguien que nos ayude a encontrar nuestra estancia. ¿Quien sabe? a lo mejor es este y lo hemos encontrado por casualidad. Después de unos minutos, de pasillos y puertas sin fin, aparezco en la recepción del hotel. Por lo que se ve, he entrado por la puerta de las mercancías, espero que nadie se moleste por ello. Le enseñó al recepcionista la hoja de reserva del hotel y, desgraciadamente, tiene que darme malas noticias: No estamos en el hotel correcto, y para colmo de males, que el hotel no se encuentra en Gallivare, sino en la ciudad de Skaulo dentro de la región de Gallivare. Craso, error el mío que nos condena a otros 45 kms de búsqueda. Afortunadamente el recepcionista, muy amablemente, accede a ayudarme para encontrar dicho hotel, con ayuda de algunos mapas turísticos y el google maps, me hace un croquis de como llegar a nuestro destino en Skaulo.

- M Carmen, que este no es el hotel, está en Skaulo, nos toca 45 kms más de travesía. - le confieso con cierto cansancio y hastío. Ella me responde con la misma mirada resignada, y resoplando. 
- Bueno, al menos son 45 kms menos para la etapa de mañana - Ella ya se había hecho a la idea de quedarse en Gallivare y que este era el fin de nuestra etapa. Sin embargo, no le queda más remedio que acomodarse el casco en su cabeza, abrocharse la chaqueta. Es hora de subirse a la moto para afrontar el último tirón de esta etapa. 

Nos ponemos de nuevo en marcha, tras esta parada técnica. Me temo que vamos a perder mucho tiempo en las sucesivas etapas intentando encontrar cada uno de los hoteles que nos esperan. Ojalá que no tengamos más sorpresas, parece que Skaulo es una ciudad pequeña y que el camping será fácilmente localizable. 

Dejando la ciudad de Gallivare atrás y el aeropuerto a nuestra derecha tomamos un desvío de la E-45 que nos hace tomar otra carretera, la E-10. Nos sumergimos de nuevo en la espesura de la verde Suecia en dirección a los confines septentrionales del país. De esos frondosos bosques, salen a saludarnos algún grupo de renos, aunque de forma tímida. Antes, el espectáculo estaba en las vasta planicies, bosques infinitos y lagos entre la maleza que te giñaban con su reflejo, ahora nos centramos en el borde de la carretera por si vuelven a aparecer estos simpáticos animales. Debo confesar que mi novia no me deja relajarme en exceso, por si alguno de estos lindos renos decide pasar a la carretera sin previo aviso y darnos un susto. Pero yo siempre que puedo los miro furtivamente sin apartar la vista de la carretera. Ahora que los tengo más cerca, observo que a parte del pelo que tienen en los cuernos, el pelaje de su cuerpo es bastante feo, está como con calvas, supongo que estarán despelechando para afrontar el duro invierno sueco.



A la altura del lago Made hacemos una nueva parada, en esta ocasión para repostar. 



La moto lo llevaba demandando hacía varios kms. Nuevamente, M Carmen se toma un café conmigo. Mientras, por mi parte, me tomo un chocolate,  observo las garrafas de aceíte de motor en busca de alguna con la graduación 10/40. No tengo éxito. No obstante, todavía tengo cerca de litro y medio, y desde que pisamos Escandinavia, la moto no ha vuelto a pedir que le reponga líquidos. Pero estoy seguro de que en cuanto empecemos nuestro largo viaje al Sur empezará a consumir aceite otra vez. Cuando me dispongo a pagar nuestras consumiciones y el repostaje aprovecho para hablar (en inglés) con la dependienta sobre lo que nos falta para llegar a nuestra destino.



- ¿Para Skaulo?, nos falta mucho - Me responde ella, mientras M Carmen y yo enfilamos la puerta de salida.
- Tened cuidado con los renos - Me aconseja en la lejanía
- ¿Los renos? pero si son preciosos
- ¡Vaya animales más estúpidos!, los odio, provocan al año multitud de accidentes. Encima como están protegidos, si atropellas a uno puedes meterte en un lío.
- ¿Por eso llevan los dispositivos esos al cuello? - le pregunto, con inmensa curiosidad.
Ella asiente con la cabeza - Para controlar sus migraciones. Además ¿Por que te crees que todos aquí llevan esos enormes faros supletorios?
- Creía que era para alumbrar más por la noche, por ejemplo, en plena nevada - le respondo.
- ¡Que va! es para asustarlos - sentencia ella. A continuación, como creo que le hemos caído bien y como premio a nuestra curiosidad, nos regala una pegatina de advertencia de reno en carretera. Tan común aquí como en nuestro país la de advertencia de ciervos en la carretera, ahora bien, y yo pregunto: ¿Quién ha visto en España por la carretera, tantos ciervos como nosotros renos en dos días de viaje?

M Carmen y yo nos vamos de la gasolinera, con cierta incredulidad, no sabíamos para nada que unos animales tan tímidos daban tantos problemas a los suecos. Supongo que serán los efectos por colonizar de humanos estas remotas tierras. A la salida de este pequeño nos despiden las cuatro banderas que forman Escandinavia: Dinamarca, Noruega, Suecia y Finlandia. De todos ellos el que nos falta es Finlandia, al que iremos próximamente. Han sido  países que nos han maravillado y que esperamos volver a visitar algún día.   





Dejamos atrás el lago Made, pasamos con brío entre los lagos Kivi y Mosko y pocos kilometros después llegamos a Skaulo. Un pequeño pueblo cuya calle principal es la misma por la que estamos viajando nosotros. Una pequeña aldea, de casas de madera blanca, muy bonito, aunque bastante inhóspito. En fin, ya hemos llegado a B, es hora de encontrar el camping en concreto. Cojo mi reserva y me lanzo a la búsqueda de alguien que pueda ayudarnos a encontrarlo. De repente, tras muchas vueltas, acudo disparado al encuentro de una persona que camina detrás nuestra con cierto aire titubeante. Cuando estoy a su lado le pregunto, con la reserva en la mano si sabe donde está el Snow Trail Dogcamp, sin embargo, no obtengo respuesta entendible, ni siquiera en ingles.

- Rafa, ¡vamonos ya! pero ¿no ves que es el tonto del pueblo? - me dice mi novia con carcajadas crecientes. En ese momento, miro mejor a mi interlocutor - "¡Demonios!" - pienso, M Carmen tiene razón.

Con una gran vergüenza solo acallada por las risas estridentes de mi novia abandono el lugar en dirección sur. Salgo en busca de alguna indicación a pie de carretera que me indique donde esta el camping. Sin embargo, el bochorno hace que no pueda articular palabra ni pensamiento ante las risas de M Carmen, esa sensación de rídiculo extremo, me esta desconcentrando, atenazando y hasta cabreando.

- Pero Rafa, ¿tu no sabes que en todos los pueblos siempre hay un tonto? - se continua mofando de mi urbanita ignorancia.
- Y yo que se, no tenemos ni idea de donde está el camping y era la única persona a la que preguntarle, ¿Que querías que hiciera?
- Ya, pero ya es mala suerte encontrarse con el tonto del pueblo en el polo..........., M Carmen apenas podía hablar sin partirse la caja torácica de tanto reir. Mientras su voz dejaba paso a su risa, mi cabreo crecía. Parece irónico pensar que de todas las desventuras que nos han pasado sea un momento gracioso el que nos vaya a abocar a una discusión. No me gusta que se rían de mi y más en esta situación en la que viajamos por instinto. Lo que verdaderamente me molesta es que siempre el que tiene que dar la cara y hablar con la gente soy yo. Y claro, esos atrevimientos a veces dan lugar a patinazos. 

Con las risas en el ambiente y mi cabreo latente llegamos a un grupo de casas, que da la impresión de ser un camping de cabañas, ¿Habremos llegado?. Desgraciadamente, no, como me confirma un amable anciano que regenta el negocio. Le pregunto por la situación del camping y me dice que esta en la siguiente salida a la derecha por un camino de tierra. Bueno, parece que después de todo la cosa se va arreglando. Tomamos el desvío tal y como dijo el señor. Pero solo encontramos algunas cabañas, obviamente sin nadie que nos ayude. La risa de M Carmen ha cesado, pero la preocupación aumenta, allá donde miramos no hay ninguna indicación, absolutamente nada. En eso que aparece una pareja con sus hijos que sale de su vivienda. Con un poco de recelo, y con M Carmen otra vez, a punto de morirse de risa a mis espaldas, les pregunto la ubicación del maldito camping. Según ellos no hay perdida, hay que seguir el camino de tierra durante unos 4 o 5 kms y ya estaremos en nuestra residencia.

Hay algo en todo esto que no me cuadra, el camino parece bastante impracticable, ¿como van a recibir así a los clientes un camping?, no tiene sentido. Intentando mi novia, encontrar lógica en todo esto, haya en la descripción de nuestra estancia, una nota que había olvidado leer:

"El Snowtrail Lodge se encuentra en una ubicación remota, y sólo se puede acceder a él con vehículos todo terreno"

Bueno, seguro que son unos kms de nada, si vamos despacito con el Falco Stradale podremos llegar, ¿acaso no es esto una aventura? - aseguro.

M Carmen, se monta con algo de dudas, pero está algo drogada por el efecto anestésico de la risotada que se ha pegado antes. Vamos avanzando con cautela, la carretera está repleta de pequeñas piedras, pero el camino es ancho y podemos avanzar con más o menos soltura. De vez en cuando, la moto "culea" de atrás pero sin consecuencias. Mi novia, permanece tranquila pero inquieta, aunque no la veo, intuyo que empieza a preguntarse donde demonios nos hemos metido. 

Tras bajar una cuesta de aproximadamente de un km con piedras de distintos tamaños, pasamos a un terreno más abrupto y escarpado, sin embargo, el Falco Stradale, responde estupendamente, y con bajo ritmo vamos sorteando los obstáculos. He de decir que todos los movimientos se ven dificultados porque vamos hasta arriba de peso, y la moto se convierte en un hierro inmaniobrable. Aún así, intento aplicar la fuerza justa con ambos brazos para mantener la montura entre los pasos de tierra en los que se ha tornado la carretera con piedras que habíamos pasado antes. Poco a poco el camino se va estrechando y el terreno empeorando, pasando del asfalto a la tierra, en pocos hectómetros. En esta situación casi echo de menos las piedras, porque ahora tenemos que sortear casi como icebergs en el mar, bloques de piedra más grandes que nosotros. Además el terreno se ha embarrado y llenado de boquetes, algunos encharcados. Para no estropear la mecánica procedo con gran lentitud. Está claro que el Falco Stradale no está para estos trotes, sin embargo, no cejo en mi empeño de continuar la marcha. Mi novia, sigue animándome por el intercomunicador, ya que la empresa de llegar al camping se esta tornando muy ardua.

- ¿Cuatro kms ha dicho el tío? Me están pareciendo 40 - exclamo con agobio en mitad de la espesura.
- Madre mía, demos la vuelta, que por aquí no pasa ni un tanque - Me dice en un tono muy preocupado. 

La esperanza vuelve a nosotros, al llegar a un claro en mitad del bosque, sin embargo, esta todo yermo. No hay nada ni nadie, tan solo algunos troncos, y restos de motos de nieve.

- Mira Rafa, allí hay un cartel de camping, vamos por el buen camino - exclama mi novia
Joder, pues ya podía poner lo que falta. ¡Parece que no vamos a llegar nunca!

Con algo más de esperanza afrontamos los nuevos metros de nuestra andadura. Sin embargo, el claro ha sido nada más que una efímera tregua, ya que de nuevo volvemos a los caminos angostos, llenos de barro piedras y charcos. Por más que intentamos mirar a nuestro alrededor no encontramos en las inmediaciones ningún atisbo de civilización ni nada que nos pueda dar una pista de donde nos encontramos. No hay casa, caminos a alguna finca, humo de alguna chimenea, algún ruido de personas o maquinas, absolutamente nada. El rumor de la carretera donde nos desviamos ha quedado tan atrás que parece que estamos a 100 kms de distancia de cualquier punto habitado. Y eso que vimos a una familia a no más de 2 kms de aquí. Esa gente ha quedado tan lejos como las risas burlonas de mi novia. Que debo decir, incluso echo de menos, al igual que ella, a la que cada vez siento más asustada. El bosque es tan denso que apenas se puede ver a un par de metros en los márgenes de la carretera, el camino es tan angosto que las ramas empiezan a rozarnos como si quisieran agarrarnos para impedir nuestro paso. A la fiesta se va uniendo progresivamente, un ejército de mosquitosLa situación se está tornando tensa, vamos a ciegas, y ni siquiera M Carmen, mi navegante es capaz de orientarse en la espesura.

- Rafa, volvamos esto es imposible, no estamos avanzando y no sabemos donde estamos - me pide con gran preocupación.
- Aguanta seguro que estamos cerca - le pido con un hálito de esperanza, tan desconocedor como ella de nuestro destino.

Subimos dos grandes repechos y al bajar por el segundo de ellos me encuentro con un gran charco a mi derecha. Lo intento esquivar virando a la izquierda, pero, la moto lleva un poco de velocidad. Para evitar salirme del camino y toparme con un árbol, piso levemente el freno, sin embargo, la rueda trasera que se encuentra sobre el charco, patina y hace derrapar la moto en un movimiento incontrolable. A pesar de que siento el movimiento e intento corregirlo, llevo demasiado peso y sin remisión el Falco Stradale cae al suelo, atrapándome bajo el carenado. 

Afortunadamente, M Carmen ha podido salir por su propio pie de la situación y en un salto instintivo ha sabido separarse de la moto. Pero yo me he quedado atrapado entre la moto, que me tiene, atenazado el pie y un charco enorme que me obliga a tirar de la cabeza hacia arriba para no quedarme sumergido en él.  Las vistas desde esa posición son estremecedoras, parece que el bosque quiere engullirte. Le indico a mi novia que desconecte la moto, pulsando el cortacorriente para pararla. En ese instante, el motor se para con unos ruidos propios de los estertores de la muerte, emitiendo una gran nube de vapor. Tras el susto inicial, veo que estamos bien y no tenemos ninguna lesión importante. Pero por desgracia, tengo la moto encima y no puedo levantarme. Mi novia intenta hacerlo, pero en cuento la mueve un poco, no puedo evitar emitir un grito de dolor. La cosa es grave, la cadena del Falco Stradale me ha atrapado la pierna, es más, si no fuera por las botas el movimiento de la cadena de la moto hasta que se paró, me hubiera destrozado el pie.

- Rafa, dime algo, ¿Te has roto la pierna?- Me pregunta tremendamente angustiada
- No, estoy bien, solo tengo unos moratones, pero no me muevas, deja que salga yo solo

Con delicadeza, me muevo y me libero, sin embargo no puedo zafarme de la moto, ya que también tengo pillado el brazo derecho y el tronco. Desde mi posición de semi-libertad resulta imposible levantar mi montura. No queda más remedio que M Carmen me eche una mano. Hacemos un primer intento sin éxito, con un sólo brazo no puedo levantar los cerca de 300 kgs que pesa el Falco Stradale, y mi novia no tiene tanta fuerza para hacerlo sola. En ese momento, entre los gemidos por el esfuerzo, el chapoteo del agua y el inerte crujir del carenado y chasis de la moto, ambos caemos en la cuenta de una aterradora realidad: 

Estamos en la Laponia Sueca, en un denso bosque que apenas deja entrar la luz, perdidos, sin cobertura, sin moto, sin rastro de nuestro camping o alguna casa y sin que nadie sepa donde estamos. Todo ello aderezado con una nube de mosquitos que no cesan de picarnos.

- Rafa, no puedo, no puedo, levantar la moto, esto es superior a mi. ¿Voy al pueblo a buscar ayuda? - pregunta, asustada hasta el extremo, con una cara casi de pavor.
- M Carmen o levantas la moto o no vamos a salir de aquí, tienes que hacerlo tú - le dijo con rabia desde mi incómoda "cama de agua".

Desconozco el efecto que tuvieron esas palabras en el espíritu de M Carmen. Sin duda una sobredosis de adrenalina invadió su cuerpo, como nunca antes lo había hecho. Quizá el verme atrapado, la aterradora situación o el verse pérdida, provocó en ella una reacción desconocida. Sin mediar palabra y sin pensárselo dos veces, cogió el manillar de la moto con una mano, el retrovisor con otra, y tras unos segundos de suspense, empezó a levantar y sacar la moto del agua. Todo ello en mitad de un gran grito, que se propagó como el fuego de su mirada en el bosque. Continuó con su desgarrador esfuerzo hasta que pude acompañarla. Debo decir que prácticamente, mi intervención fue para rematar la faena, así que el mérito de conseguir levantar la moto de allí es entero de ella. 

Recuperada la verticalidad intento arrancar la moto, sin éxito. Está mojada y llena de barro, al igual que yo. En ese momento, ambos nos miramos en un tenso silencio con los ojos algo vidriosos.

- M Carmen vamonos de aquí antes de que nos pase algo peor - le digo asustado
- Es lo más inteligente que has dicho hoy, vamonos y que le den al camping. Prefiero perder 90€ de la reserva, que matarme de camino a llegar al lugar. - dice mientras se seca las lágrimas de rabia.

Con el rabo entre las piernas, vencidos por la naturaleza y en vista, de que no teníamos referencia alguna sobre lo que habíamos recorrido o lo que nos quedaba por recorrer, decidimos que lo mejor era volver sobre nuestros pasos. Ponernos a buscar algún hospedaje para esta noche en Skaulo, e intentar dejar atrás esta mala experiencia. Desgraciadamente, como la moto no arranca, tenemos que hacer el camino de vuelta a pie empujando la moto. Por efecto de la caída cojeo un poco, pero puedo empujar el Falco Stradale hasta el cruce maldito que tomamos, M Carmen, por supuesto me ayuda. A pesar de la evidente lentitud de nuestra marcha, y aún con el susto metido en el cuerpo, el camino de vuelta se me hace cortísimo, extrañamente.

Una vez, en el cruce, nos tomamos unos minutos de reflexión, ya que hemos estado a punto de terminar el viaje de forma abrupta, y lo que es peor aún, lamentar una desgracia.

- La única población cercana que tenga hoteles que me suene de la zona es Kiruna, pero está a una hora de camino, ¿Que hacemos?¿Vamos? - le pregunto a M Carmen
- Oye, ¿Y porque no vamos al camping del anciano? Quizá tenga alguna cabaña libre.
- Ya, lo malo es que la moto no arranca, y hasta allí..... - digo mientras pulso sin esperanza el botón de encendido de mi moto. Sorpresivamente, el Falco Stradale, se ha recuperado del trance, consigue arrancar, y tras unos segundos de duda expulsa el agua de los tubos de escape.

Nos ponemos en marcha, con una profunda sensación de alivio. Por fin, hemos conseguido salir del bosque. Ya hemos tenido un episodio de mala suerte, ya va siendo hora de que hoy tengamos un poco de buena suerte.

A los pocos kms volvemos a tocar a la puerta del anciano, esta vez, clamando dentro de nosotros por un poco de fortuna y con la esperanza de quedarnos a dormir allí tras una jornada aciaga. Con unos larguísimos segundos de retardo, el amable señor nos abre la puerta, siempre con una sonrisa en la cara. Sin embargo, la sonrisa se torna en gesto de preocupación. 

- ¿Que os pasado? - Me pregunta.
- Nos hemos caído en busca del camping, estamos perdidos y no tenemos donde dormir. - ¿Podemos quedarnos en su camping, por favor?¿Tiene cabañas libres? - le digo con inocultable desesperación
- Por supuesto, pasad y calentaos, tendréis frío. 

Al menos, debo decir que estas fueron las palabras que entendí del señor, ya que no se expresaba muy bien en ingles, pero el lenguaje universal de los signos obra el milagro. Ambos, pasamos, aunque M Carmen se queda en el marco de la puerta. Mientras, yo, acompaño al señor hasta su despacho para efectuar la reserva. Este señor, tiene una casa preciosa e inmensa, toda hecha de madera, rica en detalles y fotos de su familia. La casa esta un poco desordenada la verdad, con papeles por doquier, parece como si el no fuera el que estuviera regentando el negocio y se encontrará realizando una sustitución, porque le cuesta encontrar las fichas de reservas. Después de todo no voy a presionarle, que tarde lo que quiera, bastante amable está siendo ya con dos desconocidos como nosotros. La estancia perdida del Snowtrail Dogcamp costaba 900 SEK (unos 98 euros al cambio), dentro de la desgracia, hemos salido ganando porque la estancia aquí nos va a salir por la mitad más menos 480 SEK (unos 52 euros al cambio). 

Tras el pago y sin mediar palabra me da la llave de la cabaña (la número 4) y me indica donde está en un mapa. No tiene perdida, es la primera según entras en el recinto a la izquierda. A continuación, me conduce como si de su nieto se tratara, hasta el patio trasero de su casa. Allí tiene una manguera y me hace indicaciones para que lave la ropa de la moto con ella, mi novia que observaba la escena en la lejanía se acerca para ayudarme a borrar las señas de la batalla, ayudándola con un cepillo. 



El hospitalario anciano desaparece de escena, por unos momentos. Cuando terminamos la tarea y nos disponemos a acercar la moto a la cabaña, nos encontramos con otra sorpresa: El señor mientras nosotros estábamos ocupados ha cogido una manguera y nos ha lavado la moto, librándola de los restos de barro. Desde la puerta de su casa se despide de nosotros con una pregunta: ¿Cuando os vais a duchar?. Y es que nos ha abierto, el agua de modulo de duchas para que nos aseemos. Ambos nos volvemos a mirar incrédulos, que persona tan amable y servicial. Quizá su camping no tenga tanto glamour, no salga en las guías oficiales, pero por la amabilidad, el trato, y sobretodo el fácil acceso, debería salir.

Nos dirigimos a nuestra cabaña entre una impertérrita nube de mosquitos que nos nos deja ni a sol ni a sombra, molestando y picando. Nuestra cabaña es muy similar a los hytter noruegos, en cuanto a confort y habitabilidad, tiene un pequeño porche de madera, pero cualquiera se expone a esas fieras voladoras. 




Antes de cualquier cosa nos quitamos la ropa motera, nos ponemos más cómodos y nos preparamos para las duchas. Tras ellas, llega la hora de una bienmerecida cena, la cual, a pesar de estar compuesta por lo de siempre: En esencia, queso, pan y leche, todo sabe a gloria, tras una jornada que ciertamente, nos ha llevado al límite de nuestras fuerzas. Nos ha puesto a prueba, pero, afortunadamente, hemos sabido salir airosos, esa, creo yo es la esencia de la vida y de la aventura. Una pregunta, no obstante, continua invadiendo mi mente:

- M Carmen, ¿Como conseguiste levantar la moto, tu sola? 
- No se Rafa, te vi tan mal, los dos perdidos, que ni me lo pensé, saqué fuerzas de donde no las tenía - me cuenta emocionada.

Desgraciadamente, la cámara no ha registrado nada de lo que nos ha pasado, porque la teníamos sin batería. Aún así intento dejar una reseña de lo que nos ha pasado en una videocrónica. Sin embargo, M Carmen la interrumpe con sonrisa burlona:

- Vamos, déjate de historias, que si no le hubieras preguntado al tonto del pueblo, no nos habría pasado nada de esto.

Después de unos segundos los dos nos miramos, y estallamos en una explosión de alegría. Todo lo que ella se reía de mi, esta vez me estoy riendo con ella. En este día hemos tenido de todo, desde momentos buenos, como el avistamiento de renos, hasta momentos malos como la caída en pleno bosque. Pero a pesar de todo lo que nos ha pasado hasta ahora, que no es poco, seguimos adelante con Euro-Diversion 2013 rumbo a Nordkapp. A más de 5000 kms de casa eso es lo verdaderamente importante, esta "noche soleada" tenemos motivos para estar contentos.



viernes, 10 de octubre de 2014

CAPÍTULO 15: EL VUELO DEL NAVEGANTE

ETAPA 15: HEGRA-VILHELMINA




Distancia total ruta:  589 kms

Tiempo total:   8 horas y 19 minutos

Ciudades visitadas:  4

Paradas:  3

Consumo medio:  4,10 l/100                


Tras 6 días en Noruega, en la decimocuarta etapa de Euro-Diversion 2013 nos toca salir del "País de los Silencios" para entrar de nuevo en la UE. A pesar de ello, los suecos no han adoptado el Euro, será por tanto la tercera moneda que manejaremos, la Corona Sueca (SEK). Noche aciaga la que hemos pasado en Hegra, y más aún al despertar. Comenzamos un nuevo día en Euro-Diversion 2013, y Noruega, nos despide, para variar, con una frondosa lluvia. M Carmen y yo casi sin inmutarnos y calentitos dentro de nuestro hytter, nos disponemos a desayunar, con el asunto del GPS como tema estrella:

- He dejado el GPS toda la noche cargando, pero nada, no enciende - lamento con gran pesar.
- ¿Y ahora que vamos a hacer?
- Pues no se, a partir de ahora vamos a viajar a ciegas, M Carmen.
- ¿Podemos usar los GPS de los móviles? - me pregunta.
- ¡Buena idea! podemos planear la etapa del día siguiente en cada camping u hotel en el que nos hospedemos. Siempre y cuando tengan WIFI porque si no, no podremos consultar el trazado de la etapa durante el viaje. 
- ¿Pero eso no cuesta dinero? - me pregunta ella.
- La geolocalización no cuesta dinero, ahora bien, si intentas navegar por internet sin una red WIFI cerca te cobrarán un dinero extra. Sin que nos cobren, lo único que podemos hacer es ver si la bolita de la geolocalización del móvil va por la línea que nosotros previamente le hayamos cargado con la ayuda del WIFI. 
- Sugiero que como plan B fotografiemos o consigamos mapas de la región y apuntemos en un papel los pueblos y carreteras por las que tenemos que pasar - Me apunta M Carmen con acierto.

Decidido el plan a seguir nos ponemos manos a la obra. M Carmen se encargará de cargar las cosas en la moto, y yo me encargaré de ir a la recepción para captar algo de WIFI y planificar nuestra ruta hasta Vilhelmina en Suecia. En teoría, llegar allí no será complicado, sólo hay que seguir la E-14, lo malo va a ser que a partir de ahora, para llegar a nuestra estancia tendremos que preguntar a la gente por la dirección exacta. Todo un inconveniente, teniendo en cuenta que muchas de estas poblaciones están desiertas a partir de las 18:00. Ayudo a mi novia al menos a dejar las alforjas y dejar todo preparado para que tarde lo menos posible en montarlas, yo me dirijo en medio de una intensa lluvia hasta recepción. Ha llegado la hora de ponerse en marcha.

Después de aproximadamente 15 minutos de consulta, por gentileza del recepcionista, vuelvo a nuestro hytter para los últimos preparativos, por supuesto, no nos olvidamos de pertrecharnos con nuestro manidos trajes de agua. Pongo el Falco Stradale en marcha y nos vamos rumbo a Suecia.

- Rafa, espera, tenemos que ir a cambiar el dinero que nos ha sobrado a coronas suecas (SEK)
- Es verdad, espera que voy a recepción a preguntar.

Tras cinco minutos vuelvo con M Carmen. Según el recepcionista hay un banco a la derecha del cruce de salida de la aldea. Sin embargo, cuando nos presentamos allí no veo nada que se le parezca por más que miro. Ante este contratiempo sólo queda improvisar, así que en vez de derecha hacemos izquierda y ponemos rumbo al Aeropuerto de Trondheim, en Stjordal. Estoy casi seguro que allí encontraremos cambio. Sin embargo, antes de partir hay que repostar, cosa que hacemos a los pocos kms. A lomos del Falco Stradale deshacemos el camino que trazamos ayer para recorrer 40 kms hasta Stjordal. Este camino de vuelta a Stjordal está siendo muy monotono. Tampoco ayuda a nada de eso la lluvia torrencial que está cayendo. 

A nuestra llegada, vemos que el aeropuerto de Stjordal o de Trondheim es un aeropuerto bastante pequeño para ser uno de los más importantes de esta parte del país. Mejor así, porque llegamos sin problemas a la terminal de llegadas. Sin apenas parar la moto y sin dilación me bajo en busca de alguna oficina de cambio. M Carmen me nota muy acelerado, no es para menos, estamos perdiendo mucho tiempo para algo que ya debería estar hecho. Cuando en un principio, planeamos Euro-Diversion 2013, sabíamos que no podíamos llevar efectivo de las diferentes monedas de los países por los que pasaremos, a saber: Dinamarca, Noruega, Suecia, Letonia, Lituania, Polonia, Rep. Checa. Así que cogimos moneda danesa, por ser el primer país fuera del Euro que cruzaríamos y noruega, por ser el país en el que más días estaríamos viajando. Pero para después de eso, tendríamos que conseguir cambio en virtud al dinero de esas monedas que nos sobre y unos euros que le añadiríamos, la cuestión era ¿Donde encontrar cambio? y tengo que reconocer que ese punto no lo teníamos bien atado. Todas esas reflexiones discurren por mi mente cuando por fin encuentro una oficina de cambio. Sin embargo, el infortunio hoy se está cebando conmigo, sólo cambian Coronas Noruegas y Dólares a EURO, ¡Maldición! 

Con un cabreo de tres pares, por primera vez en esta aventura, me monto en el Falco Stradale, que custodiaba M Carmen hasta mi regreso y pongo rumbo de nuevo hacia Hegra. Según avanzamos no puedo disimular el mosqueo que tengo a mi novia.

- ¡Hijo de Puta! ¡¡¡el que inventó el Tomtom Rider!!!!. Si el Puto GPS funcionará podríamos encontrar fácilmente oficinas de cambio..... - grito desesperado al mundo desde mi intercomunicador.
- ¡Hijo puta! - replica ella como intentando empatizar conmigo
- ¡Hijo puta! - le respondo, pero ahora con algo más de humor. 

Los kms hasta Hegra, se suceden en un devenir de frases sin sentido entre nosotros, pero con una cosa en común: En todas ellas maldecíamos a los antepasados de los inventores del tomtom Rider. Como cosa positiva he de decir que entre un manto de lluvia, sin GPS, sin dinero sueco para pasar la frontera, se va vislumbrando poco a poco una sonrisa. Y es que si algo hemos aprendido en Euro-Diversion 2013 es que hay que ser positivos. Quizá ese pequeño detalle es que nos ha permitido llega hasta aquí.

Una vez llegados a Hegra, y pasado el cruce maléfico me percato de una pequeña oficina que antes no había visto, ¿Será eso la oficina de cambio? Paro el Falco Stradale para averiguarlo. Cojo las coronas danesas (DKK), que ya no volveremos a utilizar y me dispongo a entrar en la oficina. Efectivamente, es una oficina de cambio, en estos momentos me siento como un estúpido. Hemos hecho una excusión de 80 kms para nada. Pero no es tiempo de lamentarse, me voy a concentrar en hablar con la chica del banco para hacer el cambio. Tras unos minutos de burocracia, consigo el ansiado cambio: Cambio unas 60 DKK y aproximadamente 200 € a moneda sueca. En total, la suma asciende a unas 2100 SEK (al cambio unos 240 €). La mala noticia de todo esto lo constituyen las comisiones, nada más y nada menos que 16 €. Al terminar, salgo de la oficina y me dirijo hacia mi novia con una sonrisa en la cara. 




Rafa, tienes que aprender a no ponerte tan nervioso, si te hubieras detenido un poco a pensar nos hubierámos ahorrado 80 kms y una hora de camino. - Me reprende mi falta de autocontrol en esta situación.
Próximo destino.... - le contesto tras unos segundos de silencio, en los que intento asimilar lo que me ha dicho, con una sonrisa. - Suecia - replica ella  con entusiasmo.
No es para menos, después de casi dos horas de retraso de la hora, prevista, por primera vez vamos a ir hacia delante, comienza de verdad la 15º Etapa de Euro-Diversion 2013, Suecia nos espera.

Los últimos kms por territorio noruego se suceden sin muchas incidencias, los fiordos han quedado atrás y ahora sólo nos escoltan hordas ingentes de árboles en nuestro paso a la frontera sueca. Cuando diseñé en mi mente esta aventura, en un principio pensé en subir por toda Noruega hasta el Cabo Norte, sin embargo, dos cosas me hicieron cambiar de opinión: La primera, el elevado tren de vida noruego podría afectar a nuestro presupuesto con sus elevados precios. La segunda, si subimos por Noruega, nos veremos abocados a avanzar a paso de tortuga, ya que aquí, como se ha demostrado se puede tardar una jornada laboral en cubrir 400 kms. ¿Os imáginais partir de Sevilla hacia Madrid en coche y tener que pernoctar en Aranjuez?. En Suecia, tendríamos mejores carreteras y con límite de velocidad hasta 120 km/h. La tercera y última, al subir por Noruega habría altas posibilidades de perderse Suecia, ya que de Nordkapp bajaríamos por Finlandia, y eso es algo que no me quería perder. Así que, decidí descubrir este país de una manera diferente: Atravesando la región conocida como Laponia sueca. Gran desconocida, por cierto, de este tipo de viajes, porque mucha gente cuando habla de esta región inmediatamente se traslada al pueblo de Santa Claus en Finlandia, o a poblaciones de Noruega como Hammerfest o Tromso, sin embargo ¿Qué ocurre con Suecia?¿Acaso no hay Laponia allí?, a propósito ¿Qué es Laponia?

Laponia (también llamada área Sápmi) es una región geográfica de Europa del Norte. Limita por el norte con el océano Ártico, por el oeste con el mar de Noruega, y por el este, con el mar de Barents. Laponia está dividida entre los Estados de Noruega, Rusia, Suecia y Finlandia. Los dos últimos son miembros de la Unión Europea desde 1995. En este viaje con excepción de la Laponia Rusa, conoceremos las tres Laponias de la península escandinava. Nuesta primera incursión tendrá lugar en territorio sueco. A los 55 kms de haber partido de Hegra, llegamos a la frontera con Suecia, paso que nos tomamos el tiempo de retratar, aprovechando además una tregua que nos ha concedido la lluvia al cambiar de país.




Ya hemos pasado a nuestro octavo país y hemos cruzado nuestra séptima frontera, pero este hecho no constituye una doble celebración, sino triple. Triple, porque al mirar el odometro de mi Falco Stradale me doy cuenta de que hemos franqueado la barrera psicológica de los 5000 kms de aventura. Como si de un gol en un partido de fútbol se tratase, M Carmen y yo explotamos de jubilo a través de los intercomunicadores. Este ritual que puede parecer un poco tonto, sin duda anima y ayuda a subir la moral. Ya desde Francia, M Carmen me confesó que empezaba a creerse que podemos conseguir dar la Vuelta a Europa en moto, así que esto no hace sino alimentar sus esperanzas y en definitiva nuestro sueño de conseguir tal gesta.

Seguimos con ausencia de lluvia, lo cual es para celebrar, sin embargo, el viento calmo que tuvimos en Noruega se torna más violento aquí en Suecia. El viento nos sacude con fuerza, por primera vez casi desde Dinamarca, ralentizando nuestros primeros kms y eso que contamos con la protección, supuesta, de los frondosos bosques suecos. Al menos, y como consuelo, puedo decir que Suecia nos recibe con las preciosas vistas del Parque Natural de Válàdalens, a ello se suma, que este tramo de carretera es recto hasta donde alcanza la vista perdiéndose en el horizonte. Con este viento, no habrá que preocuparse de curvas traicioneras, como tampoco de tragarse algún vehículo en sentido contrario, dado que el tránsito de vehículos en carretera ha descendido muchísimo desde nuestro paso por Trondheim.

De momento, el viaje transcurre por la E-14 sin sobresaltos, casi hecho de menos la E-39. Llevamos una pequeña guía de los pueblos, escrita en papel, por los que tenemos que pasar y por ahora se esta cumpliendo. No es preciso de momento, el apoyo del móvil de M Carmen. Porque abandonamos el frondoso bosque de Válàdalens para pasar a región más yerma, aunque no exenta de belleza, a nuestro paso podemos observar los lagos de Liten y Storsjön, ambos preciosos.

- Cuantos lagos estamos viendo,¿no? -  Piensa mi novia en voz alta
- Pues imáginate lo que nos encontraremos en Finlandia, que dicen que es  el país de los 1000 lagos
- No sé como serán aquellos pero estos son preciosos

No le falta razón a M Carmen, a pesar de que esta nublado las aguas de estos lagos parecen charcos de plata en la tierra, sientes una atracción hipnótica por alcanzarlos con la mano, como nunca habíamos sentido en España, por ejemplo. Especialmente en el lago Storjön, con una isla en su centro al estilo Avalón, que sirve de hogar a la ciudad de Ostersund. Proseguimos el camino marcado por la E-14, pero el cielo se encapota y amenazante contempla como pasamos de una carretera secundaria a una autovía. Supongo que era mucho pedir una tregua de un día completo. La tendencia no cambia en Suecia, por lo que parece, seguimos "disfrutando" de días alternos de lluvia en nuestro viaje, así que hoy, aunque todavía no ha pasado, tocará mojarse. Los kms se suceden como hojas de un calendario y es que desde que hemos entrado en Suecia, se ha notado el cambio de calidad en las carreteras, mucho mejores, y la posibilidad de viajar a más de 90 km/h hace que la travesía se haga más rápida, ligera como si no lleváramos tanto equipaje. La carretera E-14 se torna en autovía y con rotundidad puedo de decir que volvemos a viajar sobre raíles y a una velocidad de crucero de 120 km/h. Imposible apretar más las posibilidades del Falco Stradale, es inútil, nuestro peso y el del equipaje lo lastran. 

Cuando llevamos más o menos una hora de trayecto y estamos próximos al pueblo de Bracke, M Carmen se da cuenta de que los pueblos que teníamos apuntados no se suceden en relación que tenemos.

- Rafa, para que no veo que hayamos pasado por ninguno de los pueblos que viene aquí, - ¿Como hiciste el cálculo de la ruta? - me dice sin que pueda salir de mi asombro.
- Con el google maps, incluso apunte los nombres de las carreteras con sus desvíos y todo.
Pues algo va mal porque ni hemos pasado por esos pueblos ni veo carreteras con esa numeración.
-¿Pero que clase de GPS de chiste es el google maps? - exclamo con un excelso cabreo.

Yo también me percato por la posición del sol que no estamos viajando en la dirección correcta. Deberíamos tener al astro rey a nuestra izquierda o cercano al cenit en el cielo. Sin embargo, lo tenemos en nuestra espalda. En ese momento, M Carmen decide hacer algo que decidimos no hacer, y es usar el 3G del movil en el extranjero. Pero estamos en una situación especial, de emergencia, si cabe. Estamos perdidos en mitad de Suecia y no sabemos a dónde vamos. Y lo peor, donde estamos. Mi móvil está totalmente descargado, lo hacemos, por lo tanto, con el de M Carmen, la bolita de la geolocalización tarda unos larguísimos segundos en posicionarse. Cuando por fin lo hace no podemos dejar de llevarnos las manos a la cabeza: 

- ¡¡¡¡M Carmen, estamos viajando al sudeste de Suecia, si vamos por aquí vamos a acabar en el mar, en Sundsvall!!!!
- Rafa, tenemos que volver de inmediato a Ostersund, desde allí cogeremos la carretera correcta - dice mientras me muestra el mapa con nuestra posición, la de Ostersund y un cruce que deberemos coger si queremos viajar al norte del país.

Sin tiempo para reproche alguno, continuo unos cuantos kms más hasta que encuentro un cambio de sentido y pongo rumbo a Ostersund lo más rápido que me permite el Falco Stradale. Nuevamente perdidos, desde luego que me estoy acordando de la madre que parió al que inventó el GPS que tenemos a cada km de ruta de regreso. Todos estos contratiempos, pueden salirnos muy caros en cuanto a dinero, por el exceso de kms, como por tiempo, retrasando nuestra llegada a destino. M Carmen, que me nota nervioso intenta calmar mis impetus.

- Rafa, tranquilo, ya verás como pronto nos ponemos en camino, ya hemos hecho la mitad de la etapa.
- Ya, pero nos hemos perdido intentando completar la otra mitad. Acabamos de aumentar casi en 100 kms la etapa de hoy. ¡Vaya error de cálculo! Hoy vamos a superar los 484 kms de ayer, con creces.
- Nos moveremos más rápido que en Noruega, ya verás. Antes de GPS había mapas y con un mapa nadie es capaz de perderse - me dice en un intento por calmarme.

Por si fuera poco, nuestro combustible empieza a escasear. Se va acercando la hora de repostar y no puedo evitar pensar que debería habernos saltado este aviso a las puertas de Vilhelmina. A pesar de las indicaciones de mi novia, no consigo calmarme. Supongo que todavía estoy en fase de adaptación a la pérdida de una herramienta de nuestra aventura, que si bien no es vital, si es cierto que lo que más nos da es tiempo, un recurso escaso y valiosísimo en este viaje. Estamos ante un punto de inflexión en nuestro viaje. Por el intercomunicador se hace un silencio forzado por mi cabreo, intento evadirme o abstraerme de este contratiempo como puedo. Para ello, intento concentrarme en la conducción y llegar a Ostersund, lugar donde con calma intentaremos replantear el curso de nuestro viaje. Tras los 70 kms más largos y angustiosos de mi vida, llegamos a Ostersund, al fín. Para evitar más pérdidas dentro de la ciudad, decidimos apearnos en un centro comercial cercano comandado por cartel enorme de Ikea, como no podía ser más tópico. Allí descansaríamos y decidiríamos qué hacer.

Llegamos a la concurrida gasolinera de un centro comercial con el nivel de gasolina al mínimo, resoplando por haberlo conseguido. Son casi las 14:30 y de paso que llenamos el tanque, un hambre atroz nos invade, creo que va siendo hora de pensar en comer. En ese momento, M Carmen llama mi atención, tenemos enfrente un McDonalds. Nos miramos y no podemos evitar reírnos, convenimos probar la comida típica de los lugares que visitaramos en nuestro viaje, huyendo de la comida rápida. Pues bien, por segunda vez en nuestra aventura (La primera fue en Burdeos) vamos a infringir esa regla. Y menos mal que lo hicimos, porque justo cuando tomamos la decisión entre risas, un fuerte trueno enmudeció a toda persona que se encontraba en lugar. Ese trueno, sirvió como preludio a la tromba de agua que a continuación cayó sin remisión. En fin, vamos a comer en el McDonalds de Ostersund, nos relajaremos e intentaremos ver como afrontar los kms que nos faltan para llegar a Vilhelmina. Con esta lluvia desde luego, no va a ser una empresa fácil.

Durante la comida con vistas al anegado parking exterior, comentamos las nuevas dificultades que se nos presentan en la aventura. En un principio, con mapas podemos ser capaces de llegar a cualquier sitio, de A a B. Sin embargo, no nos basta con llegar a B tenemos que encontrar el alojamiento reservado en el punto concreto, y para eso, el GPS era una valiosa herramienta, porque te permitía ahorrar tiempo y gasolina, en la búsqueda de hoteles, estaciones de servicio, monumentos, etc. Ahora todo cambia, no nos queda más remedio que aprovisionarnos de mapas, y pararnos a preguntar con frecuencia a toda alma que veamos en nuestro camino. La prioridad ahora mismo es llegar, lo primero, a nuestro destino y después si el tiempo lo permite, ver cosas del lugar que visitamos. No todo iba a ser serio en la conversación, también queda tiempo para jocosos momentos.



Desgraciadamente, la táctica de hacer tiempo mientras comemos no da resultado. Nos quedan 227 kms aproximadamente hasta Vilhelmina, más o menos la mitad de la etapa, pero no deja de llover ni un ápice. Cogemos la E-45 dirección norte hacia Lit, abandonando la bien pertrecha E-14 para adentrarnos de nuevo en largas y rectas carreteras que se pierden en la frondosidad del bosque. Ya me encuentro más tranquilo de saber que vamos en la dirección correcta. M Carmen, o mejor dicho, mi navegante de vez en cuando hace comprobaciones con la bolita de geolocalización del iPhone, para cerciorarse de que viajamos en la dirección correcta. 




A pesar de la lluvia, la carretera es de calidad, y se muestra clemente, dado que el fuerte viento tampoco ayuda a mantener la verticalidad de nuestra montura. A pesar de lo deslucido de las vistas, me siento con mejor animo que en Dinamarca, por ejemplo. Allí el viento y la lluvia, casi nos matan, sin embargo aquí parece que te está acariciando. Es una sensación rara, puede que sea provocada por el embrujo de este país. Los momentos de soledad que tenemos sirven para relajar las cosas acontecidas en el día de hoy, que han sido tantas, que han dejado por ejemplo el asunto del GPS en el olvido. Aunque de vez en cuando, suelto algún exabrupto contra la compañía holandesa. En un abrir y cerrar de ojos llegamos a Stromsund, a lo que representa la mitad de esta segunda parte de nuestra etapa. Si antes la carretera de vez en cuando te regalaba una curva, ahora son todas rectas, eternas lineas en la tierras hasta donde se pierde la vista. La visión de estas rectas lejos de ser aburrida es cautivadora, aquí en Suecia, en mitad de la nada, solo estamos M Carmen, yo y el rumor de nuestra moto, que suena ahogada en medio de este vacío tan verde. Los arboles son los únicos testigos de nuestro fugaz paso. De pronto, nos invade una sensación y sentimiento que ya había tenido en Noruega, pero que aquí se hace más acentuado. Un sentimiento de soledad, de fragilidad, de sentirse pequeño, ante los envites de los elementos. Pero también un sentimiento de libertad en su estado más puro, de ser tu mismo, de encontrarte con tu yo interno. 



Con el solo rumor del Falco Stradale, y con M Carmen como compañera, cuya existencia me es mostrada por su voz, a través del intercomunicador, y por los innumerables movimientos que hace con las manos manipulando Dios sabe qué, llegamos hasta Dorotea. Con la firme intención de repostar y tomar un café caliente en mitad de este diluvio nórdico. Mientras realizó el pago del repostaje y los cafés, un extraño señor a bordo de una BMW GS, bastante antigua, vestido con ropas moteras algo gastadas y un pasamontañas negro, que apenas dejaba ver sus ojos, se acerca a conversar con mi novia. Evidentemente, ella no es capaz de hablar con él, por lo tanto espera a que llegué. Este hombre me pregunta si hablo alemán, y le respondo que no. Así que entablamos una pequeña conversación en ingles. Se llama Hans, es de Hamburgo y esta realizando un viaje hasta el Cabo Norte en moto, en el momento en el que nos encontramos, está de regreso de dicha gesta, bajando por Suecia. Le comento la aventura que estamos realizando y se muestra entusiasmado a la par que asombrado. No comprende como hemos llegado hasta aquí, viajando desde España con una moto estas características. Insiste en pedirme detalles de los sitios por los que hemos pasado y fotos de los mismos. Por supuesto, se las muestro, orgulloso de lo que llevamos vivido hasta ahora, pero también un sentimiento de inquietud. Es un hombre bastante misterioso, con unas ropas y una moto de otro tiempo, tranquilamente, pueden tener más de 30 años ambas cosas. Además en toda la conversación no se quito el pasamontañas para nada, me sentía entonces, como si estuviera hablando con un perfecto extraño. Su voz, se siente cálida, apartando de mi cualquier pensamiento de que nos vaya a hacer algo malo, pero entonces, ¿Porque no se descubre?
Por si fuera poco, me da varios consejos para combatir el frío y me advierte de puntos peligroso en la ruta que voy a hacer hacia Cabo Norte. Por poner un ejemplo, me avisa de las numerosas obras que hay en la carretera en esta parte del país. Nuestro amigo Hans me estrecha la mano y se marcha de forma tan misteriosa como se presentó, bajo la lluvia. Con las ganas de ver su cara nos quedamos M Carmen y yo, ella evidentemente, no puede evitar preguntarme sobre nuestra conversación, la cual le explico con detalle.




- Qué tío más raro Rafa, ¿Verdad? Ni se ha quitado el pasamontañas para hablar contigo.
Pues si, parece un tío como sacado del pasado. Todo lo que lleva, la moto, las ropas, y hasta el pasamontañas, tiene por lo menos 30 años de antigüedad. La moto tiene pinta de ser una de las primeras GS del mercado, estas motos son ciertamente indestructibles. Pero la cuestión no es la antigüedad de las cosas que lleve, lo que me resulta curioso es el mal estado de las mismas, es como si llevara viajando todo este tiempo. ¿Sabes que es lo que más me ha llamado la atención?
- ¿Qué?
- Que la única parte de su cuerpo que no llevaba cubierta eran las manos. Y al partir me he fijado y no se ha puesto los guantes en ningún momento.
- ¡Madre mía! con la que está cayendo y el frío que hace
- Los moteros estamos hechos de otra pasta M Carmen

Con la imagen del motero fantasma alemán todavía reciente en nuestras retinas y mentes, partimos de Dorotea, para completar los pocos kms que nos quedan hasta Vilhelmina. Según el "nuevo GPS" de M Carmen nos confirma que seguimos el rumbo correcto. Parece, después de todo, que vamos a conseguir llegar de A a B, lo malo va a ser llegar a C, que es el punto concreto donde se encuentra nuestro camping. Afortunadamente, en el momento de llegar a Vilhelmina, la lluvia cesa su acción, y nos damos cuenta de que es un pequeño pueblo sueco con todo muy bien indicado. Como al comenzar nuestra etapa apunte dirección y nombre del camping, me es relativamente fácil orientarme y llegar hasta él siguiendo las señales viales. ¡Alabadas sean! Llegamos a recepción a hacer el check-in, y pagar por el uso del WIFI, mientras M Carmen me espera fuera. Al igual que en Hegra, este camping es un vasta extensión de tierra, con cabañas a ambos lados de una calle principal. Todo ello a orillas de un lago, cerca del cual precisamente, pernoctaremos. Es un enclave precioso, lleno de actividades para los niños y los amantes de la pesca, además como podemos comprobar en un tablón de anuncios, mañana tienen previsto celebrar un concierto. Es una verdadera lástima que mañana ya estemos rodando rumbo al Norte.





Al llegar no puedo salir de nuestro asombro, estamos a la orilla del lago en una cabaña como todas las anteriores, pero con una curiosa forma, se llama Labba y es una típica cabaña lapona sueca.





Por dentro la estancia no tendrá más de 10 metros cuadrados, forrada en madera, y sin ventanas. A excepción del WC y cocina, cuenta con todo lo necesario: Cama, frigorífico, percha, silla, útiles de limpieza, etc. Esta claro que cada camping es un mundo y aquí también cosas a tener en cuenta. Algunas sabidas y repetidas, como el hecho de limpiar antes de marcharse la estancia para ahorrarse unos NOKs. Otras nuevas, como el hecho de que para cocinar hay que ir a un módulo aparte o que, por primera vez hay que pagar por servicios como lavandería y WIFI.



Una vez llegados a nuestro destino toca lavar la ropa y ponerla a secar. M Carmen se encarga de ello aprovechando que la lluvia ha cesado. Antes de irse, me ayuda a poner la moto sobre el caballete central, ya que sólo me resulta imposible, y realizó el mantenimiento básico del Falco Stradale: Lavar, secar, engrasar y tensar cadena. Con todo lo que nos ha llovido, he perdido la cuenta de todas las veces que he tenido que realizar esta operación para tener la cadena en el mejor estado posible. Cuando termino me da tiempo a ayudar a M Carmen a meter la ropa en la cabaña para ponerla a secar con la calefacción. Mientras se seca, nos lanzamos de lleno a la planificación de la etapa siguiente. Desde Hegra y hasta que consigamos volver a Sevilla esta va a ser la nueva rutina de Euro-Diversion 2013. Mientras mi movil se carga, M Carmen utiliza el suyo para la planificación de la siguiente etapa entre Vilhelmina y Gallivare. Sin embargo, es totalmente imposible coger señal WIFI, también con el iPad, da el mismo resultado. Así que, nos dirigimos a recepción a hablarlo con el recepcionista. El muchacho que nos atiende inmediatamente y casi sin dar lugar a nuestras explicaciones, nos devuelve el dinero que son aproximadamente unas 20 SEK (Unos 2 €). Asimismo nos indica que si queremos navegar por internet queda la opción de navegar, con un PC que se encuentra en el salón de recepción, por el precio de 6 SEK a la hora, más que suficiente. El ordenador tiene pinta de ser anterior al Pleistoceno, tanto que cuenta con el archiconocido Windows 95 como sistema operativo, pero para navegar por internet no es necesario un ordenador potente. Entre risas por lo arcaico del sistema, y con algo de lentitud para cargar las webs que visitamos, vamos perfilando la etapa de mañana, la segunda en territorio sueco. En principio, no será difícil, debemos de coger la E-45 en dirección Norte, pasando por las poblaciones de 
Para nuestra sorpresa, imprimir los mapas de nuestro itinerario nos sale completamente gratis. Sin haber consumido el tiempo contratado nos vamos de la recepción para nuestra tienda lapona con los deberes hechos y con intención de cenar un poco, tranquilamente, para reponer fuerzas tras la extenuante etapa de hoy.

Tras la consulta informática, decido hacer algo que no había hecho hasta ahora en el viaje, separarme de M Carmen. Una tontería, pero que se puede tornar en peligrosa, si me pasa algo durante el corto trayecto que voy a hacer hasta Vilhelmina. Bueno, ya que estoy en Vilhelmina, aprovecho para dar un paseo por el pueblo y visitar algunas cosas curiosas como la cafetería de la localidad, una estatua de extraña cantante, y una bandera que consigue llamar más la atención que la sueca. Es la bandera Sami. 











Aunque laponia no constituye un país son muchos, los lugareños que la sienten como una patria dadas las diferencias étnicas con los que viven más al sur. No desaprovecho la ocasión y compro mi pegatina de la bandera lapona, para ponerla en la maleta de mi moto y dejar testimonio de nuestro paso por estas bellas y a la vez lejanas tierras. Dicho esto el plan para mi vuelta al camping queda así: Mientras ella recoge la ropa y lo dispone todo para la cena, yo me voy a dirigir a una gasolinera del pueblo para repostar y de paso comprar unas pizzas. Aunque esto último es secreto. Creo que no hay mejor manera de elevar la moral que comer algo diferente a nuestro menú habitual, para mi novia, que le encantan las pizzas constituye toda una agradable sorpresa. En cierta manera, es un premio, por su paciencia atrás, como acompañante y ahora navegante, en un viaje que nos está regalando momentos de ensueño aunque eso te deje echo polvo. Creo que hablo por los dos al asegurar que cada curva, cada parada, cada km de este viaje están mereciendo la pena. 



Durante la cena queda la cuestión de lo que vamos a hacer para llegar al hotel. Llegar hasta Gallivare parece fácil, sin embargo, no lo será tanto llegar al hotel. Lo único que espero es que una vez llegados a Gallivare, con la dirección del hotel y con un pequeño croquis del centro de la ciudad, podamos completar la etapa de mañana. Sino, pues deberemos preguntar a los lugareños. Por ahora siempre hemos tenido campings de fácil señalización, pero ahora va a ser la primera vez que vamos a meternos en el seno de una ciudad en busca de un hotel, segundo hotel en el que nos hospedaremos en estas tierras escandinavas tras Bergen. Desconozco si saldremos tan airosos como hoy de la ausencia de ningún tipo de ayuda, pero con los mapas de carreteras de tenemos de Europa y los que tenemos aquí espero que lo podamos conseguir. Sin lugar a dudas, ha sido un día bastante duro, pero a pesar de los elementos y de nuestras pérdidas de rumbo estamos aquí ya en Suecia para seguir contándolo. Y todo ello gracias a mi novia que ha sabido guiarme desde su incómodo puesto de pasajero en la moto, el puesto del navegante. Cenamos y tras un liviano paseo por las instalaciones nos vamos a dormir cansados, pero orgullosos de la historia que estamos escribiendo, poco a poco, juntos. 




Son casi la 01:00, y no puedo dormir por el sol que se cuela por mi ventana. Sin que mi novia se percate, salgo de nuestra tienda lapona para quedarme reflexionando sobre todo lo que nos ha acontecido en el día. Mi vista se pierde en la lejanía, repasando las interminables carreteras, tan infinitas como los frondosos bosques de Suecia, la lluvia que nos ha acompañado desde el primer momento en el paso a este país, cuando nos hemos perdido y casi acabamos en la otra punta de Suecia, etc. Una etapa, sin duda, larga e intensa en el que ha habido multitud de vivencias en muy poco tiempo, tanto malas como buenas, pero de la que hemos aprendido y sacado experiencia, para el resto de nuestro viaje y quizá de nuestra vida. Esta claro que a partir de ahora nuestra aventura va a cambiar mucho en su rutina o fisonomía, pero lo que está claro es que con las indicaciones de mi navegante todo será más fácil. Mientras estos pensamientos discurren en mi mente, me percato de que a pesar de que ya llevamos cerca de una semana en este país no he podido contemplar el famoso sol de medianoche como se merece y que se va haciendo más patente según viajamos al Norte de Europa. Así que no se me ocurre mejor manera de terminar el relato de esta etapa con una fotografía de este fenómeno y que nos indica que poco a poco nos vamos aproximando al Círculo Polar Ártico y por ende, al Cabo Norte.