ETAPA 32: VENECIA-NAUDERS Vuelta a Europa en moto. ETAPA 32

Distancia total ruta: 490 kms
Tiempo total: 13 horas 25 minutos

Ciudades visitadas: 2
Paradas: 3
Consumo medio:  5,44 l/100



Nuestra etapa nocturna nos ha traído como consecuencia que apenas hayamos podido disfrutar de la bella Venecia. Así que nos toca otra trepidante gincana por las calles de venecianas hasta la hora de salida del hotel, es decir, una autentica locura. Supongo que lo reflexionaremos mientras desayunamos en el hotel, que aunque malo, al menos tiene lo tiene incluido. La decepción, sin embargo, llega al sentarnos en la mesa:

Saliendo del hotel

Nadie nos atiende, el desayuno raya en el aprobado raspado: Galletas, zumo, embutido, mantequilla, pan de molde. En resumen, el típico desayuno escueto que te daban en el colegio, no nos quejamos en absoluto, sólo que para la dura jornada de hoy se nos antoja escaso para lo que hoy nos espera

Venga, Rafa, recojamos y dejémoslo todo preparado para montarlo en la moto nada más llegar– Me dice mi novia inquieta.

No es para menos, en el día de hoy tenemos que visitar La Plaza de San Marco y el Puente de Rialto, al menos como puntos imprescindibles, pero sin olvidar la Iglesia de San Barnabá, que para los que no lo sepan es la Biblioteca que salía en Indiana Jones y La Última Cruzada. Y todo en ello en cinco horas como mucho.
Salimos del hotel, y para ahorrar tiempo decido pararme a pagar nuestra estancia y de paso obtener un mapa turístico de la ciudad. Sin embargo, los 2,5€ que vale el mapa me hace desistir por completo, mi novia, avispadamente, coge la señal de WIFI que había en el hotel y que anoche usamos para planificar la etapa de hoy, y se descarga gratuitamente el mapa de Venecia.

Poco antes de salir, un hombre se me acerca y con cierto acento catalán me pregunta:

Oye, sois de España – me pregunta el desconocido
Si – le respondo, mientras M Carmen busca un mapa turístico gratuito
Mira es que nos alojamos en este hotel y nos cobran 2 € de tasa turística por persona y día. Y es que nosotros somos 6, mi mujer, mis hijos, y mis suegros. Me parece un poco caro, ¿a ti te han hecho lo mismo?
-Si, claro, es un medida que han impuesto desde 2013 me lo explicó anoche el recepcionista.
-¡Vaya! aquí es que te cobran por todo – se lamenta el señor
¿Vosotros sois de Barcelona? – le pregunto
Si, ¿Porque lo preguntas? – me contesta
Porque en Barcelona ya llevan, también, bastante tiempo cobrando un 1€ por día de estancia en la ciudad condal, ¿De que te extrañas?

Antes de que me pudiera contestar, aparece su mujer que de muy malos modos se lo lleva de la recepción hasta la salida, con una serie de improperios en catalán. Decido no hacer oídos a palabras necias y centrarme en encontrar un mapa turístico para nuestra aventura veneciana. A los pocos minutos, M Carmen lo consigue y nos ponemos en marcha.

Por cercanía nuestro primer destino será la Iglesia de San Barnabá, famosa por la película Indiana Jones y la Última Cruzada, una de mis películas favoritas. Aunque quizá no sea uno de los hitos turísticos de Venecia, sería un delito no pasar por ese lugar que tantas veces ví en la gran pantalla. Como nos dijeron anoche la distancia en Venecia se mide en puentes y no en metros. Y no se equivocaba el recepcionista, tan sólo 1 km nos separa de la Iglesia, pero los dos estrechos puentes que tenemos que atravesar nos obligan a no contar con nuestro Falco Stradale para esta gincana.

Las calles de Venecia, son más bien aceras, la verdadera calzada lo constituye aquí los canales de agua por los que se mueven los venecianos en góndola, lancha o barco, hasta vemos cerca del hotel una lancha patrulla de los carabinieri. El caos nocturno de ayer se va tornando en actividad frenética según el sol se va asomando por el horizonte. Muchos negocios de la zona, se abastacen con barcos, como es lógico. El día es soleado e invita a la aventura, lo que no invita tanto al ocio es el hecho de que Venecia tiene un olor especial. No en vano al río va a parar todo lo bueno y lo malo de la ciudad, y eso en verano se nota más. Pero eso no le resta un ápice de belleza a esta ciudad italiana, que al igual que Brujas parece haberse detenido en el medievo. Con sus calles estrechas y adoquinadas, las fachadas en ladrillo envejecido por el paso del tiempo y del sol con el paso del gondolero al son de alguna canción en italiano, todo parece tan idílico que si no fuera por nuestra etapa express nos quedaríamos gustosos en la ciudad un par de días, aunque eso si, cambiando de hotel.

Iglesia de San Barnaba



Tras pasar dos puentes, y un sinfín de callejuelas a cada cual más estrecha llegamos a una tranquila plaza casi rodeada por agua, casi desierta, tan sólo habitada por algunas palomas y algún lugareño tomándose un ristretto rápido antes de ir a trabajo. Los negocios aledaños están empezando a abrir cuando levanto mi vista y eclipsando a un sol incipiente en el horizonte me encuentro con la Iglesia de San Barnabá. Una iglesia pequeña en una ciudad plagada de ellas, casi desconocida para el gran público, sino fuera por que sale en la película de Steven Spielberg Indiana Jones y la Ultima Cruzada caracterizada como una biblioteca. Y en donde el protagonista intenta encontrar alguna pista del rastro de su padre desaparecido.






Expo de Leonardo DaVinci

Aunque de biblioteca tiene poco por dentro, es una iglesia igual a cualquiera que hayamos podido ver construida en el Siglo XVII. Dentro puedo observar una interesantísima exposición sobre Leonardo Davinci. Sin embargo, aunque me siento tentado a entrar, el alto precio de la entrada y la premura del tiempo que nos acosa me hace desistir de mi intención y ponerse de nuevo en marcha. Esta vez en busco de la Plaza de San Marco y el Puente de Rialto, sin duda los dos más claros exponentes de Venecia.

Cogemos el Ponte dei Pugni, que quizá no sea el más lustroso de la ciudad pero sí uno de los más peculiares. En él se enfrentaron durante años dos bandas rivales: Los Nicolotti y los Castellani a puñetazos (pugni significa puños en italiano). Lo tradicional era que los ganadores tiraran directamente a los perdedores al Gran Canal. Estas peleas fueron prohibidas en 1705 dada su extremada violencia, aunque todavía hoy se puede observar las marcas de donde se colocaban los contendientes.

Nuestro siguiente destino es la Plaza de San Marco, y aunque la distancia que nos separa de ella es inferior a dos kms el excesivo callejeo por las estrechas calles de la ciudad hacen el viaje algo más largo de lo normal, pero para nada agobiante con los pequeños canales interiores de la urbe como testigos. En Venecia es fácil perderse para el visitante neofito, debido a que todas las calles parecen iguales, pero es una pérdida agradable, sentirse al abrigo de la sombra, contemplando lo más granado y bello de la ciudad y porque no, oculto a los ojos de los turistas. Parques, fuentes, pequeñas plazas, todo, todo desierto de turistas, ¿El motivo de esta soledad? Que todas las guías y reportajes se centran en lo más vistoso de Venecia, lógico olvidando que también existe una Venecia oculta, una Venecia de tendederos, de gente que se siente frente a su canal contemplando el paso de alguna embarcación por el canal, una Venecia tranquila lejos del caos turístico que se calienta a la luz de un sol cada vez más altivo. Lo cierto es que desde que abandonamos la Iglesia de San Barnabá no nos hemos cruzado con ningún fotógrafo empedernido y casi tengo que agradecerlo. Estamos disfrutando de la ciudad, sin empujones, colas, gritos, ni nada de stress, en esta ciudad tan revolucionada hemos encontrado, por un instante, un reducto de paz similar al que encontramos en Brujas, cuando quisimos abstraernos del bullicio del tráfico y personas.



En el puente de la Academia
Unos instantes de paz que alargamos al seguir a pie el rumbo que marca M Carmen en su móvil obviando el famoso vaporetto, para atravesar el Gran Canal por el Puente de la Academia. Antes de pasar, me compro una pegatina de la bandera de Italia y hacemos fotos del Palacio Cavalli-Franchetti que tenemos enfrente de nosotros. Una preciosa foto con vistas al Gran Canal de Venecia. Por un momento, un Palacio de estilo renacentista que data de 1565 y que me resulta algo familiar ¿No saldría en Casino Royale? Lo que si es cierto es que, en la actualidad, es la sede de El Instituto de Ciencias, Letras y Arte de Venecia, celebrándose en él numerosos actos culturales.

Seguimos avanzando, y tras dejar atrás el Palazzo nos damos de bruces con la Iglesia de San Vidal, lugar habitual de conciertos de música clásica por parte del grupo Interpreti Veneziani, que lleva actuando en el templo desde hace 21 años. Sinceramente, y tras unos kms a pie por Venecia me gustaría saber cuantas Iglesias existen en la ciudad, debe de haber un ratio por habitante enorme de ellas, tanto como en Roma. Caminando entre estas calles, que empiezan a llenarse de turistas, uno empieza a agradecer que M Carmen tenga un mapa turístico y detallado de Venecia, de lo contrario, esto sería como perderse en un laberinto indescifrable de calles, avenidas, plazas y canales. De verdad, que no me importaría tal cosa sino tuviéramos que viajar hasta Austria de nuevo (en concreto hasta Nauders), pero debemos proseguir nuestra etapa express a toda prisa. No nos debe de quedar más de 2 horas de escapada antes de empezar a tener problemas con el hotel.








En la Plaza de San Marco

La Plaza de San Marco es quizá el punto más representativo de Venecia, y al que todos los turistas, acuden, sin excepción al visitar la ciudad. Es la única Piazza (Plaza en italiano) el resto de las que hay en la ciudad los locales las llaman Piazzale. Esta considerada como el corazón de Venecia. Su ubicación es perfecta, a un lado del Gran Canal y bien comunicada por mar, obviamente, aunue también es cierto que está colocada en el punto más bajo de la ciudad, que ya es decir. Al entrar nos percatamos que además de los turistas la Plaza esta tomada por un ingente marabunta de palomas que vuelan en formación apartándose a nuestro paso.
La Plaza se inició en el Siglo IX como un área pequeña frente a la Basílica de San Marco original. Fue objeto de múltiples reformas y ampliaciones hasta alcanzar su tamaño actual en 1177 donde tienen cábida bastantes edificios de interés.

Basílica de San Marcos: Uno de los iconos de Venecia construyéndose la Plaza entorno a ella en el 828. Atesora los estilos romano, gótico y bizantino.
Explanada: Es el “tapete” por el que se mueven todos los visitantes de esta plaza. El pavimento fue renovado en 1890 y la verdad, es que sería hora de ir pensando en una restauración, en fin. Circundando la Plaza hay multitud de cafeterías de precios prohibitivos. La más interesante, sin duda, Florian que dicen que es la Cafetería más antigua del mundo ya que data de 1720.


Campanile de San Marco

Campanario de San Marcos: O “Campanile”, otro de los iconos que más destaca en la Plaza según se accede a ella. Desde cualquier punto de la ciudad se puede divisar este “faro” que guía al visitante hasta sus dominios. Con sus 98 metros de altura corona la plaza con la majestuosidad de su ladrillo rojo. En lo alto del campanario hay una veleta dorada con la figura del arcángel Gabriel. Como curiosidad, me comentó una amable señora italiana con la que estuve hablando, que el campanario original se colapsó en 1902 y fue reconstruído en 1912, por supuesto siguiendo la forma original de 1514.

La Plaza de San Marco nos invita a perdernos entre sus innumerables pórticos, edificios, ventanales, etc. Sin embargo, las colas kilométricas en los monumentos principales nos hacen desistir de aventurarnos en ellos bajo un sol de justicia. Pero la curiosidad nos mata y no podemos resistir la tentación de ver de cerca a las famosas góndolas y sus gondoleros. ¿Que mejor manera que despedirse de Venecia que con un paseo en góndola? Sin embargo, los 100 euros que cobran los locales por el paseo nos hacen desistir. Y más si cabe con las formas de los gondoleros, que son más chulos que un ocho y encima con pocas ganas de trabajar.

Oiga, ¿Cuanto vale un paseo en góndola? – Pregunta un curioso turista norteamericano en un italiano chapurreado
100 euros por persona – respondió el gondolero con desdén
¡100 euros por persona! pero si somos 8 amigos, ¿Cuanto sería para todo? – insiste el norteamericano haciendo señas como esperando un descuento por el número de amigos que se apuntan al paseo.
Si sois 8 son 800 euros en total – Responde con más chulería si cabe el gondolero. Las matemáticas de este amigo son aplastantes, no se va a bajar de la burra, mejor dicho de la góndola ni por el hecho de que puede ganar algo menos de 800 euros de una tacada. Sin duda, deberá sobrarles el trabajo a esta gente, y claro, abusan del turista que se desplaza a Venecia, entre otras cosas, para poder decir que dio un paseo en góndola.


Nos marchamos raudos de San Marco, en dirección Norte hacia el último punto de nuestra etapa por Venecia: El Puente de Rialto. Unos metros después de subir a otro pequeño puente, vemos una tienda bastante elitista llamada Vecchia Murano con una exposición de artesanía de Cristal de la vecina Murano realmente espectacular. La cual pasamos a ver, aunque debo decir que la mayoría del tiempo la empleamos en no quedar demasiado boquiabiertos ante singular escultura de cristal.

Espectacular escultura de jade
Volvemos a sumergirnos en las calles de Venecia tan estrechas, idénticas, pero dotadas de vida. Caminar por aquí es como viajar en el tiempo, un tiempo que se ha detenido. Si en los grandes monumentos el caos y el movimiento es continuo, por aquí todo es armonía, paz y sosiego, parece mentira. Como si de una etapa de Pekin Express se tratara M Carmen y yo aceleramos el paso para cubrir los 600 metros que nos separan de nuestro destino. Llegamos al Puente de Rialto. Último objetivo de nuestro periplo en Venecia.

Puente de Rialto
El Puente de Rialto es el más antiguo y más famoso de los cuatro que cruzan el Gran Canal de la ciudad. Al llegar a él nos damos cuenta de que el de Calatrava podrá ser muy moderno pero no le llega a la suela de los zapatos a esta muestra del Siglo XVI, para sustituir a uno más antiguo de madera llamado “Rivoaltus” que significa terreno firme, libre de inundaciones. El Puente de Rialto está construido con un único arco y dos rampas de pendiente suave. Desde lo más alto de él, y “luchando” por conseguir un espacio para ver pasar los vaporettos y góndolas, al menos durante un rato. Cruzándolo se tiene acceso al Mercado de Rialto. Un lugar especialmente colorido donde predominan las frutas y verduras. Resulta todo un desafío resistirse a las bandejas de fruta fresca que continuamente nos ofrecen a nuestro paso. Las callejuelas a las que después accedemos rumbo al hotel esta nombradas como los diferentes gremios que las ocuparon tiempo atrás. A través de ellas nos volvemos a nuestro hotel todo lo rápido que podemos. Apenas nos separan 1500 metros de distancia, pero aquí en Venecia las distancias a pie son más eternas que en moto en Noruega.

Llegamos al hotel salvados por la campana, casi rayando la hora de salida. Realizo el check-out y pago la habitación mientras M Carmen realizará las últimas comprobaciones del equipaje. Cuando llego al sitio me encuentro a mi novia discutiendo de muy malas formas con la limpiadora, con la que no se entiende al no hablar italiano. Aquí parece que las horas de salida se las toman con una puntualidad suiza, por mucho que intento explicar que tenemos la moto a unos 300 metros, pero que no podemos llevar todo el equipaje de una vez. Ni en el mismo idioma la mujer entra en razones, así que M Carmen y yo seremos los que llevemos el máximo equipaje posible en un primer viaje y después el resto. Pero antes, queda ir a por la moto (rezando para que siga allí) para dejarla lo más próxima posible a nosotros. Me pongo a correr como si estuviéramos en una verdadera competición hacia mi Falco Stradale, me dejo toda la equipación y documentación, total, será un momento. Mientras M Carmen lidiará con esta antipática mujer espero que le vaya bien.

A mi llegada al descampado, veo mi moto en el mismo estado en que la deja, respiro aliviado. Me monto en ella y me acerca a la Plaza de Roma, en mitad de un gran gentío. Sin embargo, entre el mar de personas surge una policía local de Venecia que me da el alto. Es curioso, pero como me pasó en Noruega, las policías son dos, son mujeres y rubias, ¿Casualidad? La que se dirige a mi tiene más o menos mi estatura y me recuerda levemente a mi amiga Estela, sin embargo, esta mujer dista mucho de ser tan simpática como Estela.

Oiga, ¿Que está haciendo circulando en una moto sin casco? Deme su carnet de conducir, por favor – me dice con aire altivo la policía
-No lo tengo, lo tengo en el hotel – le respondo con la misma sensación del que le pillan copiando en un examen.
-Bueno, pues deme su pasaporte o identificación. –me insiste la policía
-También la tengo en el hotel, mi novia me está esperando para montar el equipaje en la moto.
-Bueno, pues llámela. – me dice un poco enfadada
-No puedo. – le respondo nervioso
-No me lo diga, tiene el movil en el hotel.
-Si – le respondo
-Vaya hombre ¡Que casualidad! – exclama mientras rellena su boletín de denuncia. Parece que de esta no me libro.
¿De donde eres? – pregunta
-De España
-Los españoles sois todos iguales, os creéis que podéis hacer lo que os de la gana simplemente porque en vuestro país lo hacéis.
-Perdoneme, pero soy muy respetuoso con las normas
-Ya lo veo, no lleva casco – me dice la policía con sorna
-Por favor, señorita, no digo que no me merezca la multa, pero es la primera vez que vengo a Venecia, estoy dando la vuelta a Europa en moto, y ¡fíjese que moto! Una moto a la que hay que cargar en varios viajes, porque ni podemos acercarla, ni podemos dejar las cosas sin vigilancia. Viajamos tan sólo mi novia y yo, ¿no podría hacer una excepción?
-¿Sabe que en Italia la multa por no llevar casco asciende a 300 euros, inmovilización de la moto y hasta dos meses de retirada de carnet de conducir?
– No lo sabía, mucho más duro que en España. Le juro que soy muy respetuoso con la seguridad en la moto, pero por no ir tan cargado en el primer viaje y dejar la moto lo más cerca posible lo he dejado todo allí.
Mientras intento suplicar la clemencia de la policía, mi novia se impacienta, pero no puede hacer nada, mi móvil está a su lado. Para colmo de males, sigue intentando que la mujer de la limpieza no entre en nuestra habitación hasta que hayamos salido, cosa harto difícil ya que esta empleada es bastante maleducada y no piensa esperar ni un minuto más de las 12:00, hora a la que teníamos que haber salido. Pero claro, las fuerzas del orden me tienen retenido en la Plaza de Roma, y no se, sinceramente como voy a salir de esta.
Por favor, señorita, tenga un poco de consideración con un par de turistas, conmigo, me he equivocado, lo se, pero la multa que me va a poner pone en serio peligro mi vuelta a Europa en moto. Por favor, no me robe este sueño llevamos casi 14000 km y nos queda muy poco para regresar a España.
Este último alegato parece conmover el gélido corazón de nuestra policía, la cual, tras un poco de farbulleo y de consultar con una compañera decide pasar la mano y perdonarme la multa.
Pero no tardes mucho, sino te multo – me advierte condescendiente.
Tras la advertencia, acudo raudo hacia el Hotel, tan rápido como mis piernas me permiten bajo el sol de justicia del mediodía del verano italiano. Allí mi novia me espera con cara de pocos amigos.
¿Donde ostias has estado?La limpiadora casi me mata, tenemos que irnos ya de Venecia
-Luego te cuento, vamos, deprisa que me multan – digo a mi novia pleno de angustia

Nos vamos del hotel

Cogemos las maletas y bolsa sobredeposito y, juntos, nos dirigimos hacia la moto, casi saltando entre los puentes. El último de ellos, el de Calatrava es feo hasta decir basta y muy peligroso con estas temperaturas y esta prisa que llevamos. M Carmen se quedan jadeante montando el equipaje, mientras yo acudo al hotel con la esperanza de que la limpiadora no le haya dado un arrebato y haya tirado nuestras cosas al Gran Canal.
– No te olvides de hacer un repaso general, no vaya a ser que nos olvidemos algo – me dice mi novia mientras me pierdo en la lejanía.

A mi llegada a la habitación, encuentro nuestras cosas como están, respiro aliviado, hago un último repaso de la habitación apresuradamente y cargo, como una mula acalorada, con todo hacia M Carmen. Menos mal que mi novia me ayudo antes, que sino….todavía andaría perdido entre los caóticos puentes y canales venecianos.
A mi llegada me encuentro a M Carmen con cara de circunstancia y a la policía de antes, que me marca la hora en su reloj con una sonrisa malévola en la lejania.

¿Quién es la policía esa que nos está mirando tanto?
-Es la que casi me multa antes, no se ni como me he librado. Vamos a engancharlo todo y vámonos de aquí, tengo ganas de salir de esta caos de Venecia.
Nunca pensé que iba a decirlo pero abandono Venecia, con cierto alivio.

Después de haber sorteado la muerte entre lluvias y vientos infernales, salir airoso de perdernos en un bosque de la Laponia sueca, burlar a la hipotermia mientras rodaba al límite de mi resistencia o de poder continuar tras un golpe a nuestro Falco Stradale en Noruega, resulta que el viaje ha estado a punto de irse por el desague por una cosa tan tonta como una multa por no llevar casco. Cuantas veces habré criticado a los niñatos de mi país por hacer lo mismo, y al final casi me cuesta la aventura.

De camino a los Dolomites

Acelero la moto e intento evadirme de los problemas que dejo tras de mi, tengo que intentar volver a disfrutar de este gran viaje por Europa, y más aún por Italia, uno de mis países favoritos. Mi novia intenta alentarme recordando los bellos momentos en Venecia, como la romántica cena a la luz de las velas del Gran Canal o el descubrimiento de la “Biblioteca de Indiana Jones” (San Barnabá) o las carcajadas que nos pegamos al ver como los gondoleros venecianos son más chulos que un grupo de yankees adinerados. Mi espíritu se va apaciguando sincronizándose con el atronador sonido de guerra de mi Falco Stradale, volvemos a retomar el rumbo de la aventura, supongo que aunque al filo de la navaja, Euro-Diversion 2013 continua en marcha.
Austria nos espera en una etapa de transición hacia el Desafío del Stelvio en los Alpes. Nuestro destino es Nauders, un pequeño pueblecito en el tirol austriaco entre Italia, Austria y Suiza. Supongo que allí encontraremos la paz perdida en la gran urbe.

Aunque el recorrido más corto hubiera sido por Padova, Vicenza y Verona, mi novia me guía por una carretera más larga pero rica en lugares de interés. Cogemos la A-27 rumbo a Cortina d´Ampezzo y Bolzano en busca de las Dolomitas, que es un cadena montañosa al norte de Italia que sirve de antesala a los Alpes y cuya imagen acobarda a los más intrépidos viajeros. Una imágenes impresionante de grandes formaciones rocosas y cañones que observan con orgullo a los que se aventuran por sus dominios. Rodando a su sombra vuelvo a sentirme en paz conmigo mismo y con mi moto, quizá humildemente empequeñecido ante estas maravillas naturales, declaradas de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Parece mentira que hace menos de una hora estuviéramos abrumados por el caos veneciano, aquí entre el verdor de los bosques, la suave brisa que acaricia nuestras caras y los imponentes barrancos italianos, nos hemos perdido, literalmente, del mundanal ruido.

Mientras continuamos nuestro viaje por Cortina d´Ampezzo hacia el norte de la península italiana, en un tramo de carretera recto hasta donde se pierde la vista y escondido entre unos arboles me encuentro, de repente, con una señal que indica un monumento de interés. Así que aminoro la marcha y me apeo de la vía para investigar que clase de monumento nos espera. A nuestra llegada nos encontramos con una bella pero estremecedora sorpresa.





Cementerio de la I Guerra Mundial

Es triste pensar que a comienzos del siglo pasado tuvo lugar la Gran Guerra resultado de la cual, yacen aquí los cuerpos de soldados italianos, húngaros, y alemanes. Esas muertes ocasionaron otros millones más en la II Guerra Mundial 20 años más tarde. Dicen que el hombre que no conoce su historia está condenado a repetirla. Por eso creo que estos lugares son tan necesarios, nos recuerdan que todas las guerras son malas, que nunca hay vencedores ni vencidos y los deseos de gloria no deben escribirse con la sangre de los inocentes.

Parada en la gelateria

Tras unos minutos de reflexión y recogimiento en el camposanto, volvemos a poner rumbo a los Alpes italianos continuando nuestra andadura por la SS49 y SS51 carreteras reviradas entre los imponentes Dolomites calzados de frescos bosques de verde impenetrable. A medida que nos vamos acercando a la frontera austriaca me encuentro conque los carteles pasan de estar escritos en italiano a estar escritos en italiano y en aleman, estamos a punto de superar nuestra vigésima frontera y de repetir visita en Austria tal y como hicimos por dos veces en Noruega o Finlandia.

A pocos kms de la frontera decidimos hacer una parece para que M Carmen tome un café y yo me deleite con los más tradicionales “gelatos” italianos en un pequeño pueblo situado a la sombra de los Dolomites. La estampa es bellísima y de serena tranquilidad. Sin embargo, me llama más la atención la cara de un niño que no aparta la mirada de mi moto.

Guarda, Mamma, Falco Stradale, ¿Che cosa è?¿È policiotto? – pregunta el niño con sorpresa
No lo so bambino, ma mi sembra familiare – responde la madre
Casi me dan ganas de decirles que el nombre de mi moto viene por una famosa serie de TV de los 80, pero prefiero que siga vigente el misterio en la mente del chaval mientras me termino el helado.

Gasolinera española en Italia

Tras pasar por el Parque Nacional de los Dolomites, Gruppo del Tessa y el de Las Tres cimas, llegamos a Brixen o Bressanone como se dice en italiano, para decidir si nos vamos o no por autopista. Mientras vamos tomando la decisión en ruta me encuentro, por primera vez, con una señal que me indica que ya nos queda poco para llegara España.



¿A donde vamos?

Tras la curiosidad, llegamos a un cruce en el que hay que decidir, sin excusa, si nos vamos a la autopista o la carretera convencional. Desgraciadamente, el movil de mi navegante ha vuelto a hacer de las suyas y ha borrado la ruta, así que nos toca improvisar de nuevo, ¿Por donde iremos?¿Por la strada o por la autostrada? Sinceramente, ahora no recuerdo cual de las dos vías es de pago, ni cuál de las dos será más conveniente para nuestro objetivo de llegar a Nauders. Tras unos minutos de dialogo intenso, ya que está empezando a anochecer, cogemos la carretera con el nombre en alemán, será seguramente el rumbo que nos saque de Italia rumbo a Austria de nuevo.

Aunque hemos hecho la elección correcta, M Carmen vigila nuestro progreso con la bolita de la geoposición del móvil, todavía nos quedan unos kms para salir de Italia. Los últimos kms italianos se suceden en un sinfín de glorietas y curvas que se suceden mientras descendemos por un puerto de montaña. De repente, cuando estamos a punto de completar el descenso, coincidimos con una furgoneta de reparto que intenta adelantarnos “a la italiana” es decir, con agresividad y por donde sea. Su acoso es tan asfixiante que empieza a recordarme a la película de Spielberg: “El Diablo de la Carretera”. Por más que intento acelerar, perdiendo a la furgoneta de vista, siempre tengo que frenar al afrontar una glorieta, con lo que la furgoneta vuelve a marcarnos de cerca, y a inquietarnos.

Rafa, déjale adelantar, que vamos a tener un accidente – dice mi novia angustiada por el incesante ruido de motor de la furgoneta que amenaza, literalmente, con tragarnos.
Bueno, voy a ver si esta glorieta puedo dejarlo atrás – le respondo.

Efectivamente, la dejo atrás, y respiro aliviado, al menos durante unos kms. Porque cuando inicio el ascenso por otro puerto de montaña ya lindando con Italia, volvemos a encontrarnos con la furgoneta rugiendo en nuestros oídos como un Ferrari desesperado por adelantarnos. Tanto es su afán que intenta adelantarnos por la mediana de la carretera, por una isleta e incluso haciendo recta una glorieta. Mis intentos por dejarla atrás son en vano y
Rafa, para, déjalo adelantar ya, que este loco nos va a matar -dice M Carmen, que se está poniendo nerviosísima por la acción de este loco de la carretera.

Tras dejar la furgoneta atrás definitivamente, y unos kms de incertidumbre, que nos recuerdan el arriesgado y dudoso paso de la frontera entre Lituania y Polonia, llegamos a Austria nuevamente. En nuestra mente aún esta fresca la huída de Italia que nos ha brindado uno de los momentos, más angustiosos de nuestra aventura. Afortunadamente, Austria es más civilizada en la conducción y en unas carreteras lisas de perfecto asfalto negro. M Carmen sigue nuestro curso con el móvil y no tiene más remedio que darme una mala noticia.

Rafa, con el camino que hemos cogido vamos a dar una vuelta increíble, casi nos vamos a salir de Austria – dice mi novia asombrada.
¡Venga ya! ¿En serio? – respondo incrédulo

Paro la moto y veo con asombro como vamos a llegar a Nauders tras rodear con un lado el centro y oeste del país. Tanto es el desvío, que vamos a pasar por Innsbruck hasta casi tocar Alemania y Liechtenstein para después subir el puerto de montaña del tirol austriaco que nos llevará a Nauders. En total más de 90 kms de rodeo, lo cual se traducirá en más horas de conducción, más cansancio, y más oscuridad, la cual se cierne sobre nosotros como el frío manto de la muerte. A pesar de las dificultades que entraña otra etapa nocturna, decidimos seguir adelante y llegar a Nauders, que es donde nos esperan. Detenerse en otro lugar, además de la dificultad de buscar alojamiento por la noche, nos sumaría más kms para la etapa siguiente. No queda más remedio que agarrarse los machos y recorrer estos kms austriacos y casi alemanes lo más rápido posible.

Rafa, otra vez de noche, ¿Que hacemos no tenemos un faro que ilumine? – me pregunta M Carmen de forma retórica.
No lo se, creo que la mejor opción es seguir la luz de los coches que nos encontremos por el camino, es lo único que se me ocurre.
-¿No querías etapa nocturna? pues toma dos a ver que te parece – dice ella con claro enfado.

Nuestro rodaje por Austria esta lejos de ser un alegre paseo a la luz de la luna, que aunque llena, apenas ilumina nuestro camino y nuestra moral. Por culpa de la poca iluminación de mi faro tengo que reducir la velocidad bastante, para poder anticiparme a lo que se nos pueda cruzar. Austria es un país muy montañoso, y aunque no tengo ningún aparato para medir la altura, si puedo notar que desde que abandonamos Italia la temperatura desciende por momentos. En el camino encuentro señales que indican que estamos cerca de Alemania, kms más tarde de Liechtenstein – ¡Madre mía! – pienso – ¿Nos perderemos en mitad de la noche?

Por fortuna mi navegante, la cual lleva ya más de una hora con la mano derecha desnuda para manejar el móvil, encuentra el rumbo correcto hacia Nauders por la una carretera secundaria y numerada como 180. En la más absoluta oscuridad, con la única compañía de la Luna llena, me doy cuenta de que esta etapa, como las etapas reinas del Tour de Francia, terminará en alto, comenzamos la ascensión.

La carretera es angosta y curveada, intento seguir el ritmo de algunos coches circulan por la oscura, solitaria carretera, pero me es completamente imposible seguir sus pasos, voy demasiado cargado y los pocos CV de mi Falco Stradale se vienen abajo ante los más de 200 kg que tiene que llevar por un puerto de montaña. La desesperación comienza a crecer en mi al tiempo que la hipotermia hace mella. Los brazos y las manos se me están engarrotando de tal manera, que me duele incluso al cambiar de marcha, ni siquiera en la indómita Noruega tuve esta sensación.

Ahora me acuerdo de los forros que perdimos en la primera etapa y de la ropa térmica que cedí a mi novia para que se sintiera más cómoda. M Carmen no debe estar pasándolo mejor que yo, aunque, curiosamente no emite ninguna queja, pero creedme si os digo que estaba tras de mi jadeando y temblando como una hoja azotada por la brisa. Y es normal, teniendo en cuenta que con ambas manos desnudas intenta ayudarme a completar esta etapa, con una sostiene el movil que nos guía, siempre atenta al cambio de rumbo y con la otra la linterna para iluminarnos la senda. En mitad silencio del silencio de la noche, que en otros momentos invitaba a la relajación, aquí no deja de ser angustiante la sensación de ver como poco a poco te vas apagando como una vela, mientras tu cuerpo hace todos los intentos por intentar resistir el envite de los elementos. M Carmen me abraza con los codos buscando algo de calor, incluso baja sus manos a la cercanía del motor para calentarse. Yo, por mi parte, tengo el calor de los puños calefactables, pero de poco sirven ante una humedad que va en aumento según vamos ascendiendo. La única que permanece impasible ante la adversidad es mi Falco Stradale, el cual aunque limitado en potencia y brío, no le faltan arrestos para seguir de forma pausada, pero constante, con la subida a este puerto, el cual se encuentra entre las blancas cumbres de los Alpes, iluminadas por una luna llena de impresionante fulgor.

Después de sobrepasar de media hora y unos 20 kms de subida pasamos por Ladis, Fiss, y Serfaus, y ¡Nos quedan otros 24 kms de subida! – gritamos los dos con las pocas fuerzas que nos quedan. Eso en una carretera recta sería un tramite de no más de 15 minutos, pero en esta serpenteante vía va a significar por lo menos otra hora de camino hasta Nauders. A cada metro que avanzamos más tirito de frío, pero para tiritones los de mi novia, que sigue con las manos desnudas alumbrándome el camino. Menos mal que aparece un coche a una velocidad razonable y puedo seguir su estela luminosa hasta Hoch, menos mal, ya no nos queda nada para Nauders.

Efectivamente, tras pasar Hoch y después de unos angostos y revirados kms llegamos a un pequeño pueblo entre las blancas montañas, hemos llegado a Nauders, nuestro final de etapa a eso de la medianoche. Ahora queda la ardua tarea de buscar nuestro alojamiento, lo cual no será fácil. Tengo en mis manos la reserva, pero sin GPS, y con toda la gente en sus casas y negocios cerrados, ¿A quién le pregunto? A la entrada del pueblo, observo una taberna abierta y me acerco a preguntar, mientras M Carmen se queda esperándome y calentándose las manos con los puños calefactables. Sin embargo, nadie habla ingles y yo tampoco comprendo el alemán, así que hemos llegado al destino, pero sin saber donde está el hotel es como estar por las carreteras de Innsbruck.

Al salir del bar hecho una furia, me encuentro a M Carmen algo tiritona pero de bastante buen humor teniendo en cuenta las circunstancias. Ella es la que me tranquiliza y me da una posible solución para encontrar nuestro alojamiento en la soledad de la noche.

Rafa, no te preocupes, vamos a preguntar por los hoteles, tiene que haber más por aquí y seguro que están abiertos.
-Buena idea, ellos nos dirán como llegar al hotel.
Enciendo la moto y nos ponemos manos a la obra, buscando y encontrando varios hoteles y restaurantes justo a la salida del pueblo. Sin embargo, los restaurantes, que tienen las luces encendidas, están cerrados y aunque los hoteles están abiertos, no encuentro nadie en recepción cuando me acerco a preguntar. Empiezo a inquietarme, la idea de M Carmen, aunque buena no da resultado y no quedan mucho sitios donde preguntar en Nauders, acaso ¿Dormiremos en la calle?
En mi última esperanza entro en un hotel de 5 estrellas con un interior precioso en madera y amplísimo hall. Me anuncio con un grito pero nadie responde, vuelvo a insistir y obtengo el silencio como respuesta.
No hay nadie para recibirme, menos mal que cuando me iba decepcionado, aparece una amable mujer con un traje típico del tirol austriaco que con una sonrisa me pregunta qué quiero.
Buenas noches, ¿Sabe donde está el Haus Arnika?
-Pues, un momento, creo que está al lado de la carretera a unos 500 metros de aquí. Voy a llamar al encargado para estar más segura.
Minutos más tarde se presenta el encargado
-Buenas noches, me ha dicho mi compañera que está buscando el Haus Arnika – me dice el Gerente del Hotel.
Si – respondo
Bien, pues tiene que salir de aquí, dar media vuelta y seguir recto en la tercera calle a la izquierda próximo a la carretera principal encontrará el hotel. Está enfrente del Haus Weber Hafele
-Ya he estado allí y no he visto nada más que ese hotel
-Hágame caso que está allí, de todas formas si no lo encuentra vuelva y yo mismo le llevaré. Una pregunta, ¿Tiene reserva hecha? – me pregunta mientras coge el teléfono de recepción para hacer una llamada.
Si, claro – le respondo
Pues voy a llamar al Haus Arnika para que estén preparados para cuando llegue.
-Muchísimas gracias.
Antes de dejarme marchar, el Gerente, tras hablar por teléfono (en alemán) con la recepción del Haus me hace una ruta en google maps, me la imprime y me la da para asegurar mi llegada al Haus. A continuación, ambas personas se despiden con una excelsa amabilidad y una sonrisa, y yo salgo del hotel algo más esperanzando que cuando llegamos a Nauders.
Cogemos la moto y poco a poco vamos avanzando fijándonos en los cruces y calles. Efectivamente, en una bocacalle a la izquierda algo estrecha, que había pasado desapercibida para mí, encuentro un corredor que lleva justo hasta un gran casón que resulta ser el ansiado Haus Arnika, aparcamos en el jardín y descargamos nuestra moto. La verdad, es que es estamos ansiosos por pasar adentro y calentarnos. Tras tocar el timbre y unos minutos de espera sale a recibirnos una mujer llamada Edda, dueña del Haus, que afortunadamente para mi habla ingles.
Buenas noches, ya creía que no venían, bienvenidos a Nauders.
-Ufff! usted no sabe lo que hemos tenido que pasar para llegar hasta aquí – dice mi novia de forma espontánea, sin acordarse de que nuestra amable recepcionista no habla español, aunque, según nos confiesa, chapurrea algo de italiano. Con el consigo que Edda comprenda lo que mi novia ha querido decirle.
Después de las presentaciones nuestra anfitriona nos acompaña subienda una planta hasta nuestra habitación, ayudándonos con nuestras cosas. Después de más de 13 horas de viaje una habitación como está sabe a gloria y sube la moral de cualquiera. Una habitación moderna, con tarima de madera, de diseño minimalista y con un mobiliario que parece estrenado con nosotros, sencillamente espectacular, una de las mejores estancias que hemos tenido en nuestra aventura.
¡Madre mía! y pensar que está habitación cuesta lo mismo que la habitación de Venecia con desayuno
-¡En serio? pues la de Venecia no me gustó nada, era mala, el servicio malo y con un desayuno pobrísimo– me responde ella con gran asombro.
Rafa, de verdad, mañana se supone que deberíamos ir a Milan, pero estoy hecha polvo, me gustaría quedarme un día más – se lamenta ella
Pues, deja que piense – me tomo unos segundos de reflexión mientras M Carmen se toma una reconfortante ducha – la verdad es que saldremos en ferry el 26 Julio de Genova a Barcelona y estamos a 23 Julio, nos queda la etapa de Milán y la de Genova. Podemos -pasar un día más en Nauders (24 Julio), pero para ello hay que modificar la noche de Milán y pasarla del 24 al 25 y la noche de Genova que iba a ser la del 25 anularla. El 26 nos vamos a Genova directamente a coger el ferry para Barcelona
-Me parece estupenda la idea necesito descansar estoy hecha polvo, ¡Uff! en mi vida he pasado tanto frío, ni siquiera en Noruega.
Oye, muchas gracias por ayudarme con la linterna y el GPS, se que para ti habrá sido muy duro. Sin ti no habríamos llegado a Nauders – le confieso a mi novia.
De nada, sin duda a merecido la pena viendo esta habitación
¿Sabias que este lugar tiene la categoría de hostal pero tiene más calificación que los hoteles de cinco estrellas del pueblo? Y encima es más barato – le digo a mi novia mientras cargo nuestros dispositivos electrónicos.
Comparado con el fiasco de Venecia en este sitio has dado en el clavo Rafa – dice M Carmen sonriente
Cuando terminamos de asearnos y antes de acostarnos, voy al encuentro de Edda para hacer el check-in y de paso pagar nuestra noche en Nauders. Le pregunto si es posible quedarnos un día más en nuestro alojamiento. La recepcionista comprueba un pequeño libro donde tiene anotadas las reservas, y para mi alegría me confirma que es posible quedarse un día más en este pueblo del tirol austriaco. Una buena noticia que, sin duda, entusiasma a M Carmen. No es para menos, después de 13 horas de etapa y más de
30 días de aventura se va haciendo necesario un descanso para recuperar nuestras mermadas fuerzas. Hasta ahora hemos hecho dos descansos en nuestro viaje: En Stavanger y recientemente en Ljubliana, por diversas razones, pero sentimos que necesitamos tomarnos un tiempo para afrontar con más ganas el último tirón de Euro-Diversion 2013 que ya se desarrollará a caballo entre Italia y España.

Finalmente terminamos nuestra última cruzada que ha sido la etapa de hoy y nos vamos a la cama de nuestra cómoda habitación de Nauders. Pero mientras intento conciliar el sueño, entre mis pensamientos de esta larga e intensa etapa, caigo en la cuenta de una triste realidad: Tan sólo nos queda una semana de aventura, en tres días volveremos a España.